Convendremos en que la nomenclatura está de su parte: su nombre es compuesto, seguramente aludiendo a que son dos las disciplinas en las que brilla; ¿cómo calificar su rendimiento en los 100m y en los 110m vallas sino con esas ‘Aes’ iniciales, la nota de mayor rango en Estados Unidos, su actual morada? Y allí, en ausencia de acentos, cabe pensar que su apellido remite a un jugador que valía por cuatro, justo las postas que tiene el relevo, especialidad a la que, sin duda, devolverá a los días de gloria.
Cuando arriba la hora prevista para conocer más en profundidad al hombre más rápido de España le cogemos en pleno trabajo grupal de la universidad, nada menos que diseñando en 3D un tren de aterrizaje para un avión teledirigido, cosas que tiene la Ingeniería Mecánica que cursa en la Universidad Estatal de California en Fullerton, “estoy ya en tercero, pero es el primer trabajo que realmente me mola (risas) y estaba muy metido con ello”; a la hora de dirigirnos a él, le sondeamos sobre cómo prefiere que se le llame, si Abel Alejandro o solo Abel o solo Alejandro y nos comenta con detalle, “en principio me iba a llamar como mi padre, Marcos, pero en el último momento cambió de idea y como dos de sus mejores amigos se llaman Abel y Alejandro, así me pusieron; además, mis padres y todos mis antepasados son cubanos y allí es muy común poner dos nombres, sobre todo al primer hijo, como es mi caso, así que todo cuadraba; sobre todo utilizo Abel, Alejandro muy poco, la verdad, pero me gusta también, no me quejo”; también nos relata con precisión cuándo cruzaron el charco sus padres, “la situación en Cuba era muy difícil y emigraron a España en 2002, llegaron primero a Vigo, ahí estuvieron dos años y nací yo, pero cuando tenía seis meses ya nos trasladamos a Madrid; en Vigo sigue viviendo mi abuela, le tengo cariño a la ciudad y el pulpo a feira es un plato que me ‘flipa’, pero soy madrileño, he vivido siempre en Madrid”.
Acerca de sus inicios en nuestro deporte relata, “siempre he sido un niño muy ‘movidito’ y me ha encantado el deporte, mi padre también lo practicaba bastante; al principio hice de todo, fútbol, tenis, baloncesto…; cuando tenía 10 años, en 4º de primaria, mis padres notaban que no estaba muy animado con los entrenamientos del fútbol, el conserje de la urbanización me veía siempre corriendo de un lado a otro y le sugirió a mi padre que me apuntara a atletismo; vivíamos entonces en Alcorcón, allí practiqué dos años y me gustó bastante, sobre todo porque con tanta variedad de disciplinas, velocidad, longitud, hasta peso lanzaba por si hacía combinadas, vi que en alguna podría encontrar ‘mi sitio’; luego nos mudamos a la zona de Las Tablas y fui a entrenar a la escuela de la AD Marathon en Santa Ana, fui allí donde empecé con las vallas pero cuando tenía 16 años mi entrenador, un chico italiano llamado Alessandro, dejó la escuela y preferí empezar a entrenar en Alcobendas con Jorge Lozano, con quien sigo entrenando cada vez que vuelvo a España”.
El caso de Abel es curioso porque, habiéndose proclamado campeón de España absoluto de 100m en La Nucía y siendo ‘solo’ bronce en 110 vallas, no puede ocultar su predilección por esa última disciplina, “me gustó desde el principio y además, al cambiar cada dos años la altura de las vallas, eso suponía un nuevo reto en cada categoría; es cierto que para ser un gran vallista tienes que ser rápido y por eso he trabajado siempre la velocidad, pero hubo un momento, el 7 de mayo de 2022 en Móstoles, que de repente hice en 100m 10.56 y a partir de ahí empecé a ser más dual, a combinar más las dos pruebas y creo que eso me ayuda, sobre todo mentalmente, porque lo normal es estar enfocado en una sola prueba y si ésa te sale mal ya todo va mal, pero en mi caso siempre tengo la otra distancia como alternativa”; le instamos a que se autodefina como atleta y la respuesta es sencillamente inmejorable y muy clarificadora, “a día de hoy me considero un vallista muy rápido” y pasa a explicar el motivo de su preferencia, “las vallas requieren de más trabajo técnico y dependen menos de la genética que el 100 lisos; yo soy rápido y doy las gracias por tener ese don, pero me encanta ese gran trabajo técnico que hay detrás de las vallas; considero que ahora mismo tengo más nivel en 100, soy consciente de ello, pero quiero seguir trabajando las vallas para, aprovechando la velocidad que tengo, tener más nivel en las vallas que en los lisos, ése es el plan”. Lo que aún es incierto es durante cuántos años será capaz de compatibilizar ambas modalidades al máximo nivel, “lo haré hasta que el cuerpo me diga ‘basta’; ahora tengo 21 años y aguanto bien, pero imagino que llegará un momento en el que la sobrecarga muscular sea bastante grande y tenga que decidirme, pero de momento voy a seguir disfrutando de las dos pruebas, el hecho de alternar los entrenos de ambas me mantiene muy motivado y me hace coger con muchas ganas cada entrenamiento al ir variando de disciplina”.
Todo es bonanza ahora para Abel, pero el no tan lejano aterrizaje en California, en agosto de 2022, distó sobremanera de ser el ideal para empezar con buen pie la aventura americana, “el venir aquí fue idea de mi padre, siempre piensa qué puede ser lo mejor para mí y aquí iba a poder compatibilizar bien estudios y entrenos, pero llegué con una rotura en el ‘isquio’; en el Nacional absoluto de Nerja mejoré mi marca de 100 hasta 10.47 en las series pero en semifinales, cuando llevaba 70m, me rompí el ‘isquio’ derecho y estuve un mes con muletas y otro para empezar a andar y ejercitarme, incluso me sometí a un tratamiento PRP, plasma rico en plaquetas; además, se juntó con que aquí se trabaja con bastante intensidad y poca recuperación entre series y yo estaba acostumbrado a una recuperación más larga; también el idioma al principio era un obstáculo, no te puedes expresar tan bien como en tu propio idioma, la altura de la valla también cambiaba porque yo nunca había trabajado con la altura de las absolutas y me la encontré aquí por primera vez…; todo eso supuso que, aunque no considero que fuera un mal año, sí que fue una temporada de adaptación a tantos cambios, acabé corriendo en 14.07 las vallas y el 100 no lo toqué por consejo de mis entrenadores al estar reciente la lesión que traje de España, aunque sí pude hacer dos relevos; en el segundo año ya me encontré más cómodo en todos los aspectos y de ahí mi progresión”, …ésa que le ha llevado a parar el crono en 10.18 y 13.55 en sus pruebas fetiche, ya en suelo patrio curiosamente, revelándonos que no fue ninguna de esas marcas la que le sorprendió más, sino una lograda en Madrid, “en Navidad suelo volver a Madrid y el año pasado por estas fechas le comenté a mi entrenador que tenía la posibilidad de correr en pista cubierta de forma muy cómoda, muy cerca de mi casa, no como en Estados Unidos, donde no hay una sola instalación indoor en toda California y hay que coger el avión para cualquier competición; abrí la temporada el 27 de diciembre y, para mi sorpresa, hice 6.72 y 7.81 en Gallur, cuando mis marcas personales eran 6.85 y 7.95; yo le decía a mi familia que el crono estaba mal, que no podía haber hecho esas marcas en mi debut, pero así fue; ya de vuelta en Estados Unidos competí en una prueba interna de la universidad, volví a mejorar marcas, 6.67 y 7.72 y ya en febrero hice 6.59 que no sé cómo lo hice (risas) porque ocho minutos antes había hecho las vallas (7.78) y acabé enfadado porque no me salieron todo lo bien que quería; al aire libre ya en la primera prueba, mi primer 100 en casi dos años, mejoré marca con 10.30, después hice 10.19 y ya volví a España para los Nacionales; y en vallas, igual, empecé con 13.83, luego 13.76 y 13.65 antes de volver”.
El campeonato de España celebrado en La Nucía supuso la puesta de largo de Abel a ojos de nuestros aficionados y prorrumpe en una indisimulada carcajada cuando le comentamos que ganó el 100 con mallas largas, ¡en pleno verano! explicándonos con toda suerte de detalles y matices, “no pensaba que fuese a dar tanto que hablar eso, había gente que decía que había corrido en pijama (risas); la verdad es que no me di cuenta de que en España no es muy común, pero aquí en Estados Unidos es muy habitual competir en mallas largas ; lo único que buscaba era proteger y preservar mi cuerpo porque era ya el tercer 100 del día y el domingo tenía otras tres pruebas de vallas; además, tenía molestias en ambos ‘isquios’ sobre todo el izquierdo por el entrenamiento de vallas, y en el psoas derecho; además, estaba anunciado un espectáculo de luces para presentar la final de 100 y pensé que me podía quedar frío estando ahí parado un rato, era sobre todo un tema mental, quería asegurarme de que no iba a tener riesgo de lesión, así que no dudé en ponerme mallas largas para sentir que tenía las piernas calientes y listas para competir”; y no duda al confesar qué medalla le hizo más ilusión, “el bronce de las vallas; en el 100 era el segundo del ránking, una centésima por detrás de Ricardo Sánchez y era uno de los principales candidatos a ganar, era más previsible, pero en el 110 llegaba el 7º y durante la temporada no acababa de encontrarme cómodo en esa prueba, había veces que no bajaba de 13.70; la tónica del año era que había mejorado mucho en velocidad, hasta 10.19, pero la técnica de vallas se me resistía; Orlando Ortega y Kevin Sánchez no compitieron por lesión, me ponía 5º, pero no sabía si iba a correr las vallas por las molestias que comentaba y por lo cansado que me encontraba el sábado después de los tres 100s, fue un fin de semana muy duro para mí; cuando vi que en la final me habían puesto entre Quique Llopis y Asier Martínez pensé, ‘tengo que aprovechar esto’; mi salida está mejorando, en las primeras tres vallas estuve cerca de ellos, luego Llopis con esa velocidad que mete entre vallas se marchó y aguanté bastante pegado a Asier hasta que se despegó en las últimas dos vallas; recuerdo que, después de la última valla, miré a derecha e izquierda y al no ver a nadie más delante de mí empecé a celebrarlo antes de alcanzar la meta, y además en las gradas estaban mis familiares y amigos, fue una satisfacción increíble”.
Nos cuenta Abel cómo suele afrontar él la competición, “me considero un buen competidor, creo que soy capaz de gestionar bien las situaciones de alta presión; lo que no me gusta es infravalorar a la competencia, no llego a una competición diciendo ‘voy a ganar porque soy el mejor’ sino ‘voy a hacer simplemente lo que llevo haciendo todo el año y así seguro que sigo teniendo buenos resultados’; le preguntamos, agárrense que vienen curvas, qué preferiría ser en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, campeón olímpico de 100m o de 110v y después de un sintomático silencio, suficientemente largo como para completar cualquiera de las dos disciplinas, expone: “a nivel mediático ‘mola’ mucho más ser campeón olímpico de 100m, es la prueba reina y la que todo el mundo ve y me haría especial ilusión por conseguir para España algo que aún no se ha logrado, pero creo que el trabajo que requiere ser campeón olímpico en vallas es mayor, sobre todo por los atletas que hay ahora mismo…Grant Holloway, que está a solo una centésima del récord del mundo y es plusmarquista mundial de 60v, donde está imbatido desde hace 10 años; quedar campeón supondría batir a uno de los mejores vallistas de todos los tiempos, creo que elegiría el título de vallas, es una prueba más bonita y la que me hizo querer más a este deporte”; su preferencia por las vallas también aplica al crono: “si tuviese que elegir, sin duda prefiero bajar de 13.00 que de 10.00 en 100”; Abel ha gozado durante dos años de las enseñanzas del séptimo vallista más rápido de la historia (12.90), Dominique Arnold, “me ha enseñando mucho y me ha ayudado a conocerme como vallista, le estoy muy agradecido, pero él necesitaba un contrato de más horas y en mi universidad no era posible; Arnold me entrenaba junto a Marques Barosso, que es el ‘Head Coach’ de la universidad y el que me ha hecho correr en 10.18, así que tengo toda la confianza puesta en él”.
Nuestro protagonista creció hasta el 1.91, con la amplitud de zancada que se le presupone a tamaño tallo, lo que le obliga a acortar sus pasos entre vallas, “eso lo trabajamos mucho, le llamamos ‘picar el suelo’, para intentar tener mucha frecuencia con una amplitud ‘reducida’ y así poder entrar en ese reducido espacio entre valla y valla”; paradójicamente, la velocidad pura de Abel es tan conspicua que todavía no la aprovecha al 100% en las vallas, “entro muy rápido a la valla y pierdo tiempo sobre ella, necesito salir de la valla con más velocidad; la valla es un obstáculo en tu camino que te frena, aquí gana el que menos velocidad pierda en el franqueo de las vallas y a día de hoy eso me hace perder bastante velocidad” reflexiona; el pódium de La Nucía (Quique Llopis, Asier Martínez y él mismo) es de tal calibre que la cota de los 13.00 se atisba cada vez más cercana para los nuestros, “la velocidad que tengo ahora creo que ya es suficiente para bajar de 13.00 y espero bajar de esa cota cuando consiga sacar mi mejor versión técnicamente; Llopis y Asier tienen muchas papeletas para hacerlo porque técnicamente son muy buenos y también son muy rápidos; son dos ‘pedazos’ de atletas, Llopis 4º olímpico y Asier bronce en un Mundial y yo estoy encantado de tenerlos en España; aún no he coincidido demasiado con ellos, pero me parecen muy majos y amables”; y glosa sendas anécdotas relacionadas con sus respectivas técnicas, “mi entrenador Arnold me decía que me tenía que fijar en Asier: ‘cuando salgas de la valla, mantente como él hacia adelante, sigue agachado para darle espacio a tu pierna de paso; ese chico corre como un toro, no le importa destrozar la valla’; y Jorge Lozano me llamaba al principio ‘mini Llopis’, porque mi brazo de ataque iba muy abierto, era un escándalo, y empecé a hacer lo que hace Llopis, dejarlo pegadito para que no molestase, aunque ya con el tiempo voy teniendo mi propio estilo”; no se olvida Abel del plusmarquista nacional, “de pequeño me gustaba Orlando Ortega y seguía mucho sus competiciones, quizás porque hacíamos la misma prueba y además su historia era parecida a la de mis padres, cubanos que vinieron a España por la mala situación que había allí”.
Nos desvela ahora sus planes para la ya inminente temporada de ‘short track’: “mi objetivo es ganarme un puesto para participar en el 60 lisos del Europeo indoor de Apeldoorn compitiendo en el campeonato de España frente al resto de velocistas que aspiran a ir; el 6.59 que hice en febrero es válido como mínima de European Athletics y espero que el 6.62 que acabo de hacer sea mejor que la mínima de competitividad que se establezca; no he descartado totalmente el 60 vallas, pero doblar supondría hacer 6 carreras en día y medio y sería demasiado; cuando se acerque el momento veré en qué prueba me veo mejor y con más posibilidades de clasificarme, porque el nivel de vallas en España es altísimo; aunque fuese todo muy bien, es casi seguro que no acudiese al Mundial porque al ser en China eso implicaría viajes muy largos desde Estados Unidos, me obligaría a perderme, junto al Europeo, más de un mes de universidad y sería demasiado”. El mejor parámetro de que Abel tiene los pies en el suelo es su declaración de cuál es el su principal objetivo para 2025, “el Europeo sub-23 de aire libre en Espoo; será el último en el que pueda participar, creo que estoy segundo en el ránking de 100 y sexto en las vallas, sé que puedo luchar por cosas grandes allí y al ser más días de competición es menos complicado doblar; para el Mundial de Tokio espero y deseo que el relevo 4x100 se clasifique, sería muy importante porque ahora mismo es el relevo que menos resultados está dando y sería darle un gran impulso; es una tarea muy complicada pero es una prueba que me encanta correr y ojalá lo consiguiéramos; si no fuera así y me clasificara de forma individual vería lo que hacer porque es en la segunda mitad de septiembre, un poco tarde ya, y tengo aún 10 años de carrera deportiva por delante”. Una de récords ahora: Abel ostenta el sub-23 de 60m con 6.59 y su progresión debería llevarle a atacar pronto el sub-23 de 100 (10.16) y, ¿quién sabe? si el 10.06 absoluto de Bruno Hortelano en 2016 llegará a cumplir 10 años; lo que no cambiaría en todo caso es la fecha de nacimiento del plusmarquista, 18 de septiembre, “sí, sabía que nací el mismo día que él porque a mi madre le encanta este mundillo y mirar quién es cada atleta; lo vio y me lo dijo; sí me veo capaz dentro de un tiempo de batir ese récord pero no lo tengo en mente ahora mismo porque creo que no lo tengo tan cerca como puede parecer, no es lo mismo bajar una décima de 10.9 a 10.8 que mejorar una décima ahora y considero que tengo mucho trabajo por delante antes de hacer 10.05, es un objetivo realista pero complicado; en el corto plazo voy a intentar mejorar en el 60 y al aire libre quiero transformar mi marca del 60 al 100, creo que es algo mejor el 6.59 que el 10.18 y necesito trabajar más lo metros finales”.
El tiempo corre que vuela, casi tan rápido como él, y en mayo de 2026 Abel habrá completado sus estudios de Ingeniería Mecánica; con unos Juegos Olímpicos en la cercana Los Angeles que estarán a poco más de dos años vista entonces, le preguntamos sobre su hoja de ruta, “es complicado seguir residiendo en EEUU una vez que terminas los estudios por el tema del visado; no sería mala idea intentar quedarme aquí hasta esos JJOO, pero también es verdad que lejos de casa ‘hace frío’; el grupo de entrenamiento me gusta mucho, pero es difícil estar emocionalmente bien viviendo muy lejos de tu familia, se echa de menos; lo más probable es que vuelva a Madrid a entrenar con mi grupo de allí, con mi entrenador Jorge Lozano y el estar con mi familia me va a ayudar bastante”; le pedimos que nos cite alguna costumbre de las de allí que le haya sorprendido positivamente, “lo de madrugar para ir al gimnasio a las 7am era algo que nunca pensé que me fuera a gustar, duele un montón cuando suena el despertador a las 6, para desayunar con tiempo, pero luego ya estás activado para el resto del día, te sientes muy realizado y con toda la tarde libre”. Abel no da puntada sin hilo, se reserva la tarde para soñar en grande, eso sí, media tarde para los lisos y la otra mitad para las vallas.