Ocho centésimas. Menos de lo que dura un suspiro. La distancia que separa un hecho histórico de lo eterno. La rabia de la felicidad plena. Un cuarto puesto de las medallas en el Mundial.
Adrián Ben sabe de qué va el cuento porque hace cinco meses, en Estambul, vivió la otra cara de la moneda. Por tres milésimas se proclamó campeón de Europa en pista cubierta. Ahora Budapest le ha consagrado como un ochocentista generacional. Sexto del mundo en 2019. Quinto olímpico en 2021. Cuarto del mundo en 2023. Palabras mayores en una distancia que no se casa con nadie y a la que el gallego ha echado el lazo.
En la temporada que le ha convertido en una amenaza total, Ben se ha convertido, como él mismo ha reconocido en las entrañas del National Athletics Centre de Budapest, en "un atleta de plastilina". Se amolda al ritmo que toque, siempre peligroso con un último 100 más rápido que el del resto de ochocentistas del planeta. En la semifinal salió a 50 segundos el 400 y bajó de 1:44 por primera vez (1:43.92, cuarto español all-time y mejor marca española en un Mundial) pasando a cinco rivales en la recta. En la final, la campana sonó en 52.68 y el mejor 'kick' de la carrera lo tuvo él. Le faltó una rendija.
Ben encaró los últimos 100 metros octavo y metió la sexta marcha que el resto no tiene, pero se topó con un muro de tres atletas que frenaba su progresión. Sentía que la medalla se esfumaba y la única alternativa pasaba por abrirse. Un paso. Dos pasos. Calle tres. Acelerador a fondo. Un adelantamiento. Otro. La medalla a un cuello de distancia. La meta que se echa encima. Ocho centésimas. Rabia.
Rabia porque se sabía medallista, campeón incluso. Pero a la vez es consciente de que lo logrado en Budapest es histórico. De nuevo la mejor actuación de un español en el 800 m de un Mundial al aire libre (ya era su sexto puesto en Doha 2019). Una cuarta plaza que le sitúa entre los candidatos a vigilar en París el año que viene.
El cuarto de Adrián Ben supone el noveno puesto de finalista para #EspañaAtletismo en Budapest 2023. Una cifra que ya supera los ocho de Oregón 2022 y Doha 2019 y que no conseguíamos desde Osaka 2007. Un dato que habla maravillas del nivel del atletismo español, séptimo en la clasificación por puntos del Mundial y segundo país europeo tras Gran Bretaña a falta de una jornada.
Antes del 800 m, se jugaron el pase a la final los dos relevos largos de #EspañaAtletismo. El masculino formaba con Iñaki Cañal en la primera posta, Samu García en la segunda, Bernat Erta en la tercera y Óscar Husillos en la cuarta. 'Spanish Beatles' en acción y, una vez más, ante un gran escenario.
La puesta en acción no pudo ser mejor. Cañal cubrió la primera posta en 45.51, entregando el testigo a Samu García en segunda posición. El canario completó ese segundo 400 m en 45.21, le cedió el testigo a Erta, que peleaba con ventaja por la tercera plaza... Ahí se desencadenó todo.
El indio Amoj Jacob entregó el testigo en calle 1 y en vez de salirse al césped, o quedarse quieto, se abrió chocando con Erta, que arrancaba como un tren de mercancías. El catalán se recompuso, pero el daño ya estaba hecho y la carrera, a dos segundos de distancia. Bernat salió con energía para intentar recuperar la máxima distancia posible, aunque el esfuerzo no llegó a buen puerto. Óscar Husillos completó una sensacional última posta en 44.90, si bien no fue suficiente y #EspañaAtletismo cruzó la meta en octava posición con un registro de 3:02.64.
#EspañaAtletismo presentó una reclamación por el incidente que fue denegada por el juez árbitro y el jurado de apelación.
Tampoco estará en la final del Mundial el 4x400 m femenino, después de acabar séptimo en su eliminatoria con 3:31.91. El cuarteto formado por Eva Santidrián, Hermi Parra, Laura Bueno y Bárbara Camblor no tuvo su mejor día y estuvo desde el inicio fuera de la pelea por la clasificación. #EspañaAtletismo cruzó la meta en octava posición, pero subió a la séptima debido a la descalificación de Nigeria.