El aragonés Carlos Mayo pegó un gran golpe en la mesa a su carrera deportiva, un aldabonazo a un currículum brillante, al que le faltaba un récord nacional. Mayo ya tenía la segunda mejor marca nacional de siempre en medio maratón, con 1:00:06 (2020), pero su buen hacer en el pasado Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso Zurich le llevó a mejorar el récord de España de Fabián Roncero (59:52, Berlín, 1 de abril de 2001) por 13 segundos. Sus 59:39 se repartieron en los siguientes parciales de 5 km: 13:58 - 14:15 - 14:06 - 14:13 y 3:07 los últimos 1097 metros.
Este nuevo récord acontece en el camino del atleta zaragozano hacia su debut en maratón, algo que ocurrirá salvo imprevistos en la misma ciudad de Valencia el 3 de diciembre. Los últimos metros de Carlos, que pudimos ver en muchos informativos televisivos, reflejaban la rabia en su rostro, como que se quitaba un peso de encima, cerraba bocas por las críticas sufridas meses atrás quizá, y/o la satisfacción del deber cumplido. Por ello hemos hablado con él recordando el “tortuoso” camino más reciente hasta esa fecha.
Nos vamos a marzo de 2020, cuando Mayo lograba en su tierra, en Zaragoza, ser por primera vez campeón de España de cross absoluto. “Uno de esos títulos que cualquier fondista tiene entre ceja y ceja”, comenta. “Y fue muy especial. Era el primero, en mi tierra, con mis amigos, mi familia… pero justo la semana de después, en la que yo tenía el objetivo de intentar el récord de España de mi compañero Toni Abadía, en los 10 km de Laredo, fue cuando nos confinaron”.
En 2020 retomó la competición de forma inmaculada, porque en diciembre, en su debut en los 21,097 km, en Valencia (siempre Valencia) cuajó una magnífica actuación: 1:00:06, a solo 14 segundos del récord de España de Roncero.
“La verdad es que corrí con unas sensaciones magníficas. Yo sabía que estaba bien, pero era Toni Abadía el que decía que me veía, por los entrenos que hacíamos, para correr ya más cerca de la hora que de 1:01, que era el objetivo inicial. Está claro que aquel resultado me hizo darme cuenta que en ruta podría andar bien de ahí en adelante. Después de ese resultado nuestro objetivo, hablando con Pepe [Mareca], mi entrenador, era estar en los Juegos Olímpicos y la verdad es que pensábamos que la mínima del 10.000 de 27:28 era muy complicada y pensaba más en el 5000. Ocurrió que en 5000 nos costaba entrar en pruebas rápidas. Surgió entonces aquel 5000 en febrero, porque me avisó el francés Gressier, y era el viernes antes del Campeonato de España de Cross. Era un riesgo pero allí fuimos, no pude hacer la mínima y aunque acabé mal con los pies, con ampollas, un problema que tengo recurrente al competir en pista con los clavos. Pude solucionarlo al venir a Madrid para correr y estuve bien en Getafe al ganar de nuevo el Nacional, aunque luego tuve que parar varias semanas por el pie”.
Junio de 2021 para enmarcar y 13º en los JJOO
Tras recuperarse, su primavera, y especialmente el mes de junio, fueron de ensueño, ya que consiguió primero, ser tercero en el 5000 de el Campeonato de Europa por Equipos con 13:18.15, y una semana más tarde, en la Copa de Europa de 10.000, hizo 27:25.00, mínima olímpica y segunda mejor marca española de siempre.
“Está claro que en el deporte se repite una máxima: si tienes continuidad las cosas salen. Tras parar unas semanas con el pie no dejé de acumular entrenamientos, haciendo también trabajo en altitud, y todos los meses anteriores preparando la media maratón y el cross había acumulado muy buena base. La Copa de Europa fue un resultado algo inesperado. Fue un día perfecto, nos pudimos pegar al grupo y salió. Luego llegaba el campeonato de España de 5000 en el camino hacia Tokio. No tenía ninguna esperanza en ganar, porque Katir se encontraba a otro nivel superior… pero se dieron las circunstancias de la pista [estaba muy dura y algo cristalizada, por lo que algunos atletas no traccionaban bien con sus zapatillas], que hicieron posible que pudiera ganar. Una semana después hice 3:36 en 1500”.
De los Juegos Carlos valora primero haber podido ir y luego, en función de los rivales que allí estuvieron, haber acabado 13º. “Al principio yo iba con la idea de poder pelear por ser finalista, pero con el nivel que había, a posteriori lo analicé y rascar algo más de lo que hice era complicado. Creo que estuve bien, pero allí fui incluso en mejor forma que cuando hice el 27:25”.
Tras los Juegos, el calendario se comprimió mucho porque se recuperaron citas de ruta que no se habían podido celebrar en primavera y arrancaba la temporada de cross con el calendario de siempre. “Fue muy exigente, la verdad. Yo llegué eufórico de los Juegos y con esa motivación, y que todo el mundo me quería en sus competiciones, pues todo sumó para que planteara atacar el récord de España de 10 km de Toni, en Laredo, que era en octubre, y el de medio maratón en Valencia. Pero el cuerpo me empezó a avisar justo días antes de Laredo, me puse enfermo y fui por el compromiso, pero no estaba bien. La semana después era el medio y es cierto que me recuperé de las fiebres y pude correr por debajo de 1:01, lo que consideré que era bueno por cómo había estado, pero no cumplí con el objetivo de sendos récords”.
Mayo no paró justo después y se centró en la campaña de campo a través: “Volví a pecar de querer estar en todos sitios. El Europeo me hacía ilusión porque creía que podría luchar por una medalla allí, me veía bien, me pagaban bien donde iba y mi motivación seguía muy alta… Está claro que me equivoqué y no dejé que el cuerpo se recuperara. Hasta el día de antes del Europeo pensé que podría pelear el podio, pero el circuito era muy exigente y si no lo preparas específicamente no hay nada que hacer. Lo aprendí allí”.
Pese a este análisis crítico nuestro hombre siguió compitiendo dos 10 km en ruta cerca de 28 minutos, Valencia e Ibiza, y también corrió en la Gimnástica de Ulía el 6 de febrero. “Rendí muy bien, pero no dejaba recuperar al cuerpo, y recaí en ponerme malo y ya se acabó la temporada de cross y un 3000 en pista cubierta que quería hacer”.
Acariciando el récord de 10 km y cambio de entrenador
El siguiente objetivo volvía a ser el 10 km de Laredo, con el récord de España en su mente. Fue el 19 de marzo y el pupilo de Mareca demostró que había recuperado su mejor versión y acarició el objetivo con 27:53. “Estuve bien y luego, en la pista, en el Campeonato de España que se corrió en Faro (Portugal), hice una gran carrera. Se valoró poco por acabar en 27:38, pero lo hicimos sin liebres, haciendo un último 3000 buenísimo”. Una valoración similar hace su entrenador Pepe Mareca de aquella competición… pero poco después, aquella relación de muchos años atleta-entrenador se rompe y Carlos empieza a trabajar con Juan Carlos Galán, algo que llamó mucho la atención desde fuera.
“Esa temporada ya había empezado a entrenar la fuerza con él, hicimos un acuerdo con Pepe: él guiaba toda la planificación y mayoría de entrenos, pero la fuerza nos la mandaba Juan Carlos… y llegó un momento que quise pegar un cambio radical a mi vida deportiva. Entre nosotros [con Mareca], a nivel personal no pasó nada, no hubo ningún desencadenante, ni con él, ni con el grupo. Vi que ya había sido olímpico, que era mi sueño, me llamaba la atención la forma de entrenar de Galán y creía que era el momento de cambiar de aires. De hecho, Pepe me mandó un mensaje de felicitación tras el récord el otro día, me ha mandado ánimos en los malos momentos y con mis compañeros que siguen con él sigo haciendo algunos entrenos cuando estoy por Zaragoza”.
Aquel cambio no reportó a Carlos resultados inmediatos, aunque sí estuvo de nuevo competitivo en el Mundial de Oregón, igualando el puesto de Tokio. “El Mundial estuve bien, pero para el Europeo, que era el gran objetivo, tuve de nuevo problemas: viaje de vuelta desde Nueva York cancelado, dos días sin entrenar, machacado al regreso… Subí a Font Romeu y en lugar de tomármelo con calma, entrené como si nada, aparecieron de nuevo problemas en mi pie izquierdo, un dolor en el segundo dedo que tengo en garra, y estaba muy mal con dolores. Decidí no seguir, veía que no podía, era la primera vez en mi carrera que me rendía de verdad, pero estaba tranquilo con el cambio que había hecho, con irme a entrenar con Juan Carlos. Sobre eso no tenía dudas, aunque la renuncia del Europeo fue dura. El verano aquel no hice absolutamente nada y cometí excesos que los atletas hacemos pocas veces y por ello empecé la temporada con motivación, pero físicamente muy mal. Llegué a estar siete kilos por encima de mi peso, por eso Juan Carlos partía de un escalón atrás para la nueva campaña y fue ajustando cosas poco a poco, y en este sentido creo que el invierno fue bastante decente. Al Europeo de Cross (17º) llegué ya bien, pero aún no estaba para cambios rápidos. La Vallecana estuvo mejor, corriendo en 28:04… y en el Cross de Elgoíbar competí muy bien tirando incluso de los africanos algún momento (sexto). La mala suerte es que allí en la subida, que es sobre terreno duro, al ir con el clavo largo apareció de nuevo la molestia en el pie izquierdo. Ya soltando allí mismo me dolía y al día después no podía casi ni correr. Ese parón tuvo que ser largo de nuevo y se esfumó el Campeonato de España de Cross”.
Carlos entrena principalmente en Zaragoza, va de vez en cuando unos días a Barcelona, pero sobre todo coincide más tiempo con su nuevo técnico cuando va a Font Romeu, aunque desde hace escasas fechas se ha trasladado a Madrid, donde vive su pareja Marta.
Descanso obligado por lesión y la ruta como principal objetivo
El 25 de marzo fue con muy poco entrenamiento al Campeonato de España de 10.000 a Burjassot y acabó sexto. A partir de ahí entrenó con continuidad y cogió buena forma, el objetivo era el 10.000. De camino llegó un buen 5000 en Bélgica (13:23.46) el 27 de mayo, pero allí Carlos se olvidó de llevar sus plantillas para los clavos, que solucionan sus problemas de ampollas, algo que ha logrado su podólogo-biomecánico Luis Enrique Roche: “Acabé fatal allí, pensé que no habría problemas, pero la pista era muy dura... y mal. Tenía cuatro días para viajar a la Copa de Europa de Pacé y fui allí, pero no pude ni salir. El día antes probé en la pista y no podía ni apoyar… y ya vimos que era imposible ir al Mundial”.
Aquella fatalidad permitió estos últimos meses al atleta centrar toda su atención en Valencia y su medio maratón, unas semanas de continuidad sin contratiempos y buscando la solución con sus problemas de pies, infiltración de por medio con el doctor David López Capapé, trabajo específico con su fisio Miguel Allueva… y poder trabajar temas de fuerza y biomecánica que no había hecho antes. Su preparación en altitud fue en Sierra Nevada, trabajo continuo en verano con solo 10 días de desconexión, y sin dar tanta importancia a la acumulación de kilómetros. Y así, gracias a la constancia y a levantarse una y otra vez, Mayo nos ha dado su mejor versión este 22 de octubre en los 21.097 metros.
Ahora, el propio Carlos, su entrenador y entorno más cercano, y muchos aficionados nos estamos preguntando qué pasará en su debut maratoniano. Saldremos de dudas el próximo 3 de diciembre.