La barba más famosa y carismática del atletismo español se despidió para siempre del panorama competitivo hace dos meses. Pero Carlos Tobalina Aspirez (Castro Urdiales, 2-agosto-1985), tras disfrutar de un merecido descanso en su vuelta a casa, pretende seguir vinculado a este deporte que tantas alegrías le ha dado ―especialmente en sus tardíos inicios de meteórica progresión―, y donde tanto cariño ha suscitado entre los aficionados. De esa singular trayectoria de la que fueron partícipes cinco entrenadores distintos, y que también contó con no pocos momentos difíciles que acrecentaron su impresión obsesiva de estar decepcionando a sus seres queridos ―incluidos bastantes nulos infortunados que le privaron de hacer la gran marca que él sabía que valía―, hemos hablado con él en esta entrevista.
Carlos, te despediste del atletismo recientemente, al filo de los 39 años (que ya has cumplido). ¿Cómo llevaste el proceso para tomar esa difícil decisión, tras más de dos décadas dedicándote a esto?
Yo me considero una persona bastante cabezona y visceral… y cuando corto, corto por lo sano. Estas Navidades ya me rondaba por la cabeza, tras lo vivido estos últimos años en los que, estando dentro de competiciones internacionales por [World] Ranking pero sin llegar a la marca mínima que me pedía la Federación, me quedaba en casa… y la cabeza ya me estaba funcionando mal; eso podía conmigo. Y hablando con mi hermano, me expuso un par de situaciones y concluí: “Se acabó. Lo dejamos este año”. Y tomé la decisión en firme. Ya podía pasar lo que fuera, que la decisión estaba tomada. Te lo juro: si yo este año hubiese tirado 21,80, récord de España, también lo hubiese dejado.
¿Podrías haber seguido algún año más, o ya no le veías mucho sentido?
No, un año más no hubiese tenido sentido. Y mira que soy muy friqui y ‘otaku’, en ese aspecto de que me gusta mucho el ‘anime’ y la cultura japonesa; y que, tras no haber ido a los JJ.OO. de Tokio, el año que viene el Mundial es allí… Mi entrenador estaba convencido de que podíamos, pero yo lo veía muy lejos, porque el nivel ha subido una barbaridad. Y sí, puedes luchar por estar entre la cuota de 36 [por World Ranking], pero el problema lo tienes luego en la marca mínima; que la ‘Fede’ me pedía este año 20.80… Algo que ningún español ha hecho en los últimos diez años, porque el último que lanzó 20.80 fue Borja Vivas en 2014. Así que dije, pues mira: intento ser internacional otra vez este año, intento ser campeón de España, y me retiro como he querido…
Háblanos de tus comienzos en este deporte… que fueron algo tardíos, ¿no? Porque al cumplir los 20 años todavía no llegabas a la barrera de los 14 metros…
Claro, porque empecé en el atletismo con unos 15 años y al principio lanzaba martillo principalmente, y lo compaginaba con el peso. Y cuando ya me pasé al peso, al principio lo hacía a nivel regional, para ir al Campeonato de Euskadi con los amigos con los que entrenaba en el País Vasco. Yo iba a divertirme, y siempre me lo tomaba así. ¡Jamás tuve en mente la idea de ir a un Campeonato de España absoluto! Y un día entrenando, de la noche a la mañana, no sé dónde se me cruzó el cable que pasé de tirar 15 metros y algo a tirar 17. Mejoré más de dos metros en mi último año de sub-23 (2007), que lancé 17,56 y me quedé a 4 centímetros de ir a mi primer campeonato internacional. Entonces dije: “¡Joder, a ver si voy a valer para esto!”. Empecé a entrenar un poco más, a tomármelo más en serio, a ver el atletismo de otra forma… Y el punto de inflexión fue en 2011. Ese año, que yo lo iba a dejar, saqué mi primera medalla en un Campeonato de España absoluto. Luego hablé con mis padres, decidimos ir a León… y hasta este junio. Por cierto, viendo los datos curiosos de [Miguel] Villaseñor en las previas de los campeonatos de España, me di cuenta de que, desde que gané mi primera medalla absoluta en 2011, no he fallado ningún invierno ni ningún verano hasta 2024: en todos he sacado una medalla de algún color.
Tu progresión fue bastante meteórica y sostenida, y ya con 24 años acariciabas los 18 metros y medio… ¿Entonces por qué te planteaste dejar el atletismo por esa época?
Porque no tenía con quién entrenar. Iba a dejar de estar con mi entrenador de Bilbao y Carlos Burón, tras hablar con él en un principio, no me aceptó para su grupo. Luego saqué esa medalla, y mis padres me dijeron: “No seas tonto, vuelve a hablar con él”. Insistí otra vez, y entonces fue cuando me fui a León a entrenar.
¿Y por qué te centraste en los lanzamientos, y finalmente en el de peso?
Porque cuando entré en el atletismo, vi claramente que no me gustaba correr. Aunque al principio haces un poco de todo, vi los lanzamientos y me llamaron la atención; sobre todo el martillo. Empecé con el martillo, lanzaba algo de disco… y con 15 o 16 años, que lanzaba el peso lineal, le pregunté a mi entrenador: “Oye, ¿no se puede lanzar el peso rotatorio como el disco? Yo creo que puedo mejorar…”. Y me dijo: “Claro que se puede”. Me explicó la técnica, y el primer día que lancé, ya mejoré la marca que tenía en lineal. Pero el peso lo seguía haciendo en segundo plano... Hasta que, con 18 años, me di cuenta de que tenía más facilidad para lanzar el peso que el martillo. Al martillo había que dedicarle muchas horas, y yo tampoco podía, porque tenía que estar viajando de Castro a Leioa, y mi padre no podía llevarme todos los días. Por eso decidí con mi entrenador de entonces pasarme al peso.
De tu trayectoria con #EspañaAtletismo nos ocuparemos en un artículo aparte, ¿pero cuáles consideras, por orden, como tus 5 mejores momentos como internacional?
Primero, la ceremonia inaugural de los JJ.OO. de Río 2016. Segundo, el Europeo de Zúrich 2014. En tercer lugar, el Mundial de Oregón 2022. Después, el Campeonato Iberoamericano de 2012. Y por último, las Copas de Europa de Lanzamientos.
En 2010 superaste la barrera de los 18 metros, en 2012 la de los 19 metros, y en 2014 la de los 20, pero la de los 21 se te resistió por casi medio metro. ¿Hubo uno o más momentos en tu carrera donde te sentiste mejor que nunca y viste factible alcanzar esa ansiada barrera?
En 2016, por supuesto. Y en estos últimos años, no con la bola reglamentaria, pero sí con la bola ligera, la de 6 kilos (que utilizamos en los entrenamientos cara más a competición), he lanzado muy lejos; en el sentido de que eran marcas que hacían ver que podía ser capaz de lanzar más de 21 con la de 7 kilos. La pena es que luego fui incapaz de plasmarlo con la de 7... Pero mi mejor estado de forma lo he tenido en 2016, 2017… y también en 2022 y 2023 he estado muy, muy bien de forma.
El año pasado te quedaste a sólo 2 cm de tu mejor marca, los 20.57 que lanzaste en dos ocasiones en 2017. ¿Qué marca crees que valías en realidad, y qué te faltó para llegar hasta ahí?
Eso me lo guardo para mí. Yo tengo una cosa en mi cabeza, y no creo que lo vaya a decir nunca en público. ¿Y qué me ha faltado para tener una gran marca? Un poco de suerte. Porque nulos largos he tenido… Por ejemplo, el de Zúrich, el 20.89 también nulo en un campeonato de España en Salamanca, otro cerca de 21 en Oviedo, un tiro de más de 20.80 en Nerja… Son nulos en los que me desequilibré un poco para delante, pisé en un lateral… Y aunque yo no los quería medir, los jueces, que me llevo muy bien con ellos, me los medían y luego me lo contaban.
¿Cuál era tu mejor cualidad como lanzador, y cuál tu mayor defecto?
Al principio mi mejor cualidad era la cabeza. Al final de mi carrera deportiva, mi peor cualidad fue la cabeza. Es curioso, pero es así. Luego, como cualidad física, el trabajo de pectoral, con esos 310 kilos que tengo a una repetición. Ese es mi gran aporte físico. Pero por lo demás, mi cabeza me ha dado lo mejor y lo peor.
¿Y por qué se convirtió en tu peor defecto?
Creo que ha podido ser por presión, porque soy una persona que no me considero egoísta, ni que haya competido para mí, y cuando competía me echaba a mí mismo cargas en la mochila. Y la piedra más grande que me echaba era la de no decepcionar a la gente que tenía al lado. Porque ellos podían estar muy orgullosos de mí, pero yo siempre he pensado que les he decepcionado; no consiguiendo lo que creía que esperaban de mí, que seguramente no lo esperasen. Y mira que he ido al psicólogo ahí en el CAR… Lo he estado trabajando mucho tiempo, pero es algo que va conmigo, el creer que he decepcionado a la gente que más quiero.
¿Qué han aportado a tu carrera cada uno de tus sucesivos entrenadores, tanto el más reciente, Víctor Rubio, como el ilustre Carlos Burón y alguno más que tuvieses previamente?
Han sido cinco. El primero fue José Luis Torres, en Castro Urdiales, que fue quien me introdujo en el mundo de los lanzamientos. Luego Carlos Sobera, que era el entrenador de martillo en Leioa. El pobre me entrenaba una vez cada semana para lanzar martillo, y fue una de las personas que me dijo que hiciese mejor peso, porque al martillo hay que echarle muchas horas y yo no podía viajar hasta allí. Luego José Antonio García Feijoo, que fue el que estuvo conmigo en Bilbao y con quien llegué a tirar más de 18 metros. Luego Burón, que fue la persona que me exprimió y con la que lancé esos 20.57. Y Víctor Rubio, que ha sido la persona que me ha comprendido en estos últimos años y la que más ha creído en mí; que más me lo ha demostrado. De hecho, pienso que también es una de las personas a las que he decepcionado…
Personalmente, como seguramente la mayoría, siempre te he conocido con barba, ¿pero desde cuándo empezaste a dejártela tan larga, y por qué motivo?
En 2014 fue cuando empecé a dejármela crecer, y fue con la broma de decir “hasta que no sea olímpico no me la corto”. En 2016 conseguí ser olímpico, pero esa barba era mi imagen ya, era mi marca en el atletismo nacional. Y con ella me quedé hasta el día de mi retirada, ya que tenía pensado que, tras haber sido mi marca personal, el día que me retirase me la cortaba y se acababa.
¿Te gustaban las competiciones de clubes? ¿Qué recuerdos destacarías de los muchos años que estuviste defendiendo, sobre todo, al FC Barcelona?
Las competiciones de clubes me encantan. La Copa del Rey me encanta y la Liga también, aunque una de mis espinas deportivas es no haberla ganado nunca con el Barça [risas]. A medio punto es a lo máximo que nos quedamos en Soria, pero son tantos años intentando ganar la Liga sin conseguirlo que es la espina que tengo clavada. Pero bueno, Copas del Rey hemos ganado más de 5, así que por ese lado muy contento. Las competiciones de equipo me gustan mucho; no solo las nacionales, que están muy bien, sino también las internacionales: el Campeonato de Europa de Selecciones, la Copa de Europa de Lanzamientos… En todas esas competiciones de grupo, aunque se diga que el atletismo es un deporte individual, cambia mucho la realidad.
¿Qué ha aportado el atletismo a tu vida, y qué crees que le has aportado tú a él?
El atletismo ha forjado la persona que creo que soy. Me ha aportado este carácter que tengo, y me ha enseñado a no rendirme nunca por muy mal que venga; a luchar y seguir luchando. Y yo al atletismo no sé qué le habré aportado, pero seguramente habrá sido algo bueno cuando no solo en mi despedida, sino durante toda mi carrera deportiva, he recibido tanto apoyo por parte de la gente; no sólo de compañeros de entrenamiento y entrenadores, sino de aficionados sobre todo.
Y ahora, ¿cómo te planteas tu vida? ¿En el futuro te gustaría seguir vinculado al atletismo de alguna forma?
Ahora mismo he vuelto a casa, y estoy bastante a gusto después de haber estado 13 años fuera. Creo que seguiré ligado al atletismo. Me he formado, he sacado la titulación de entrenador, y seguramente empiece ahora en Castro a echar una mano en un club. Ahora me gustaría eso: aportar y aprender a ser un buen entrenador.