Es palmario que cuando Albert Einstein formuló su célebre E=mc² se refería a que el éxito era igual a Martínez multiplicado por Chazarra al cuadrado y, aunque haya sido un siglo después, el tiempo ha acabado dándole la razón. Este atleta apasionado de la física es el paradigma del mens sana in corpore sano y, con el redoblado esfuerzo de José Antonio Redolat, amenaza con incrustarse en la élite absoluta, dejando atrás la relatividad del genio alemán.
Miguel Ángel Martínez Chazarra (“casi todo el mundo en el atletismo me llama Chazarra”) revalidó en Getafe el título de campeón de España sub23 de cross, pero la previa no fue precisamente un camino de rosas: “Empecé bien la temporada en Atapuerca, pero después tuve unas molestias en el sóleo que me tuvieron parado unos días. Tras una recuperación justa para el cross de Soria, logré llegar en buena forma al Europeo, emocionado por esos circuitos embarrados que tanto disfruto. Sin embargo, un virus que apareció al llegar a Bruselas el viernes me dejó agotado durante ese fin de semana y la semana siguiente y, una vez recuperado, decidimos establecer como objetivo principal el campeonato de España de Campo a Través, con la intención de revalidar el título de Ortuella. A medida que se acercaba la fecha me sentía cada vez mejor y sabía que llegaba en un estado de forma óptimo, ansioso por correr en el circuito del Cerro de los Ángeles”.
Aunque su actuación en Bruselas no proporcionara titulares, sí creció tras afrontar la adversidad con templanza y arrojo: “Llegaba allí en buena forma y motivado por el circuito, pero nada más llegar experimenté vómitos y malestar general, acompañados de un agotamiento extremo. Gracias a Carmen, médica de la RFEA que nos acompañó en el campeonato y supo manejar la situación, pude competir el domingo. El día de la carrera me sentía relativamente bien para competir, traté de meterme en carrera y mis sensaciones eran positivas hasta que, de repente, a falta de dos vueltas, experimenté un brusco bajón y tuve que esforzarme hasta el final. El cuerpo aguantó lo que pudo después de lo que había pasado. Se trata de aprender a aceptar la situación para poder manejarla de la mejor manera posible y obtener el máximo rendimiento. No elegimos las circunstancias, pero sí elegimos cómo enfrentarnos a ellas, y yo salí a lucharlo”.
Apenas seis días después de ese segundo oro nacional consecutivo, Chazarra se enfundó el traje de pistero y se citó con sus coetáneos en Antequera, atrapando una valiosa plata en 3000 metros, lo que supone subir un peldaño con respecto al año pasado en idéntico escenario: “Sabía que no iba a ser fácil. Mi preparación había sido exclusivamente para el cross, donde logramos alcanzar nuestro objetivo, y Antequera llegaba apenas una semana después. Estaba un poco a ciegas, ya que no había realizado entrenamientos específicos de pista cubierta, y sabía que algunos de mis rivales se habían preparado específicamente para ello. Pese a ello, mi objetivo era el oro, jugamos nuestras cartas y conseguí la plata, pero estoy contento con mi rendimiento y con la carrera de alto nivel que disfruté”.
El verano pasado asaltó, tanto en 1500 como en 5000, las respectivas mínimas para el Europeo Sub23, pero el maldito crono se resistió por míseras centésimas: “Es frustrante quedar tan cerca de la marca mínima, sobre todo para un campeonato que se presenta solo una vez en esta categoría, en el caso de la gente nacida en año par como yo, pero no me arrepiento de la decisión que tomé: tenía claro que quería preparar el ‘milqui’ por diversas razones. Me atrae la prueba al abarcar a corredores con diferentes cualidades, haciéndola muy completa, y también porque, al llegar a Valencia, a pesar de destacar por mis habilidades aeróbicas y también haber entrenado siempre principalmente para distancias largas, quería enfocarme más en el mediofondo, buscando ser un atleta más completo. Los recuerdos de esos intentos frustrados de conseguir la mínima son amargos, pero llenos de aprendizaje y me enseñaron que no era mi momento, aprender, tener paciencia y persistir en el camino”.
Mientras que en el 5000 marcó 13:55.57, siendo la marca de competitividad 13:54.00, los tres intentos de bajar de 3:40.50 en el 1500 se saldaron con cronos de 3:41.35, 3:41.20 y 3:41.36, lo que lleva a pensar que su límite está bastante por debajo de la cota de los 3:40: “Es importante tener una marca aproximada en mente, basada en tus entrenamientos y tu estado de forma en ese momento, pero prefiero mantener la mente abierta y flexible respecto a qué marca podemos alcanzar, no quiero centrarme en una marca específica en mente, ya que creo que eso puede limitarnos. Es fundamental seguir entrenando, seguir mejorando y esperar a ver para qué estamos cuando llegue el momento de competir”.
Sobre sus preferencias entre ambas esquivas distancias la temporada pasada, explica: “Tanto en mítines como en campeonatos me he sentido más cómodo en el 5000 porque, al ser una prueba más larga, existe un margen de maniobra mayor, permitiendo un mayor control. En cambio, en el 1500, en los cuatro mítines de gran nivel donde competí el año pasado, todo sucedía más rápido, el margen de maniobra se reducía y la situación era más complicada de controlar, aunque también es producto de mi inexperiencia en esa distancia a alto nivel. Estoy seguro de que las lecciones extraídas el año pasado me ayudarán en esta próxima temporada de verano”.
A pesar de su predilección por las tres millas (y pico), de momento seguirá cortejando la distancia más fugaz: “Tan cierto es que mis cualidades son aeróbicas como que nunca he entrenado distancias más cortas, por lo que mi intención es mejorar mi 1500, ya sea para observar cómo evoluciono en esta distancia o como preparación para un futuro en el 5000. Además, en los campeonatos, el 5000 se tiende a correr muy fuerte al final y es crucial también tener un buen 1500. Mi enfoque es centrarme en el presente más que en el futuro, siguiendo los pasos que considero que me convertirán en un mejor atleta”.
Natural del alicantino Rojales y guiado en sus primeros años en el Club Atletismo Dolores por Eduardo Castaño, al llegar la mayoría de edad tuvo cristalino que la ciudad del Turia sería su catapulta a todos los niveles: personal, atlético y académico. “Mi intención principal era vivir la experiencia de trasladarme a otra ciudad, con todo el aprendizaje y la maduración que eso conlleva. Además, buscaba una buena universidad donde pudiera estudiar la carrera que deseaba y siempre tuve en mente la idea de encontrar un grupo de entrenamiento de alto nivel, junto con instalaciones que me permitieran mejorar mi rendimiento en el atletismo. Por todo ello, Valencia era ideal para mis necesidades y, además, está cerca de casa”.
Sin embargo, algo no terminaba de cuadrar y, a los pocos meses de aterrizar en la urbe de los récords mundiales de fondo, decidió hacer un paréntesis en su carrera atlética: “En diciembre de 2020 tomé la decisión de dejar por un tiempo el atletismo por falta de tiempo, combinado con una mala gestión de este. Aunque esa decisión me brindó más tiempo, empeoré tanto mental como físicamente al llevar una vida sedentaria y eso me hizo comprender que el atletismo no solo me mantenía físicamente en forma, sino también mentalmente, ayudándome a mantener una buena rutina y calidad de vida. Aprendí la importancia de gestionar e invertir mi tiempo de manera adecuada en actividades que realmente me acercaran a mis objetivos. A pesar de que fue un año difícil, sin duda fue el que más aprendí y maduré, cambiando mi forma de pensar y actuar”.
Retomada la actividad, quizás el punto de álgido, pero solo hasta ahora, de Chazarra llegó en el barrizal de Ortuella, cuando cruzó la línea de meta del Nacional Sub23 de Cross en 2023 por delante de un pez gordo de la categoría como es Pol Oriach: “Atribuyo el éxito de ese momento a mi yo del pasado, que fui moldeando a partir de mi regreso después de ese año de parón. Supe confiar en mí mismo y en el trabajo diario para no solo ser de los mejores, sino el mejor. En esa carrera, competía contra atletas de muy alto nivel, pero yo ya me consideraba uno de ellos”.
Nos comenta ahora cuándo se apercibió y tomó auténtica consciencia de que su actual entrenador, José Antonio Redolat, fue un reputado mediofondista de talla mundial: “Conocí más sobre sus hazañas cuando llegué a Valencia y mis compañeros de entrenamiento me hablaron sobre todo lo que había logrado, lo cual me parece increíble y digno de admirar. La carrera que más me ha gustado ver, por todo lo que implica, es la del Campeonato de España que ganó y se celebró en 2001 aquí en Valencia, en el Turia, donde ahora nos entrena. La vi durante mi primer año de entrenamiento con él, junto a mis compañeros de piso y entrenamiento Isaac y Álvaro, quienes me la recomendaron.
Sinceramente, me parece una carrera impresionante, gestionada de manera formidable. Redolat y yo hemos desarrollado una buena comprensión mutua y aunque no llevamos mucho tiempo juntos me conoce bien y sabe aconsejarme de manera acertada. Generalmente compartimos puntos de vista a la hora de tomar decisiones y, además, mi amigo y compañero de entrenamiento Enrique Herreros me brinda también muchos consejos de los cuales aprendo”.
Cuando le preguntamos cómo se ve como atleta, no nos habla de ningún aspecto físico: “Siempre hay áreas en las que podemos mejorar, y eso es lo que me motiva a seguir adelante y a convertirme en un mejor atleta, que es mi objetivo principal, pero me esfuerzo por hacer de mi mente mi mayor cualidad, ya que es fundamental para que todo lo demás salga bien”.
Al sondearle sobre sus máximos contrincantes españoles, inteligentemente los considera como aliados que le llevarán a alcanzar su mejor versión: “Según la perspectiva que tengas, un alto nivel en tu categoría lo puedes tomar como una dificultad o como una bendición, es más difícil conseguir medallas o internacionalidades, pero esa dura competencia también te impulsa a mejorar continuamente. Si tu objetivo es competir por medallas, sabes que debes mantener un alto nivel porque tus rivales lo estarán. Uno entrena para competir con rivales de alto nivel, lo que te permite sacar el máximo provecho del trabajo realizado”.
Chazarra se ejercita a diario en la pista que vio batir a Cheptegei el actual récord del mundo de 10.000 m y transita con frecuencia por las calles de la ciudad que presume de haber sido sede de los actuales récords universales de 10 km, pero la ruta, como el cielo, deberá esperar: “Es importante centrarse en el presente y, por ahora, disfrutar de la pista, me gustan mucho el 1500 y el 5000, pero veremos cómo evoluciono como atleta, eso se revelará con el tiempo. Mi objetivo por ahora es disfrutar de estas distancias y seguir mejorando en ellas”.
Este proyecto de campeón, que el 22 de mayo cumplirá esos mismos 22 años, tiene dos pasiones, la física y el atletismo, sintiéndose afortunado de poder cultivarlas simultáneamente: “Intento llevar un equilibrio entre ambas facetas, estudiante y atleta, aunque en ocasiones es complicado por tema de competiciones o exámenes. Elegí esa carrera porque me fascina la física y quería aprender acerca de todos los campos que contiene. Me siento afortunado de poder cursar la carrera que deseaba y realizar atletismo a un cierto nivel; además, esa desconexión pienso que es buena, cuando hago una cosa no pienso en la otra y viceversa, en ocasiones es necesario para despejar la mente”.
No parece desasosegarle el tener que elegir, dentro de unos años, por una sus dos grandes aficiones: “De momento me centro en lo que estoy haciendo, la carrera de Física y el atletismo al nivel que me puedo permitir, esperaré a ver cómo evolucionan ambas y qué me depara el futuro”.
En cuanto a referencias atléticas, no tiene mal ojo tampoco ahí: “Crecí viendo vídeos de Mo Farah y Kenenisa Bekele, sin olvidar todos los Campeonatos de España que veía en la tele, ya fueran de pista o cross, donde participaban atletas con los que ahora compito y eso realmente motiva y es un lujo”.