Ciro Martín, el campeón itinerante

Viernes, 14 de Febrero de 2025
Emeterio Valiente
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Ciro Martín Getafe 2025
RFEA/Sportmedia

Una apresurada búsqueda en Google nos pone sobre la pista, aunque su oro lo haya logrado en campo a través, del carácter de nuestro protagonista: “Ciro Martín zona de confort” a lo que el algoritmo responde raudo: “no se encontraron resultados coincidentes”; no es de extrañar teniendo en cuenta que con 10 años ya había vivido en tres continentes, con el aplomo que ello lleva implícito; su (spoiler) ‘oro o nada’ rezuma medida ambición y mentalidad de campeón, cargo que desea ejercer…donde quiera que sea.

Si hubo un campeón de España sorpresivo en Getafe, ése fue nuestro protagonista, por lo que le solicitamos que se presente en sociedad, “soy una persona cosmopolita, me resulta fácil adaptarme e integrarme en diferentes entornos y valoro las nuevas experiencias como un proceso de aprendizaje como persona, por lo que no dudo en salir de mi zona de confort; como atleta, me definiría como persistente, me voy poniendo objetivos que parecen imposibles, pero cada vez me acerco más, y uno de ellos lo acabo de lograr”; En el Cerro de Los Ángeles, Ciro no partía como el máximo candidato al oro, pero tenía claro que su décima plaza del año pretérito no se iba a repetir, “justamente el mes anterior había tenido molestias y no conseguía correr del todo bien y las series me estaban saliendo bastante mal, pero decidí no parar ya que no quería perder mi última oportunidad como sub-23 de ganar el Nacional de cross; decidí correr el 10K de valencia dos semanas antes, conseguí en mi debut hacer muy buena marca, 29:20, y prácticamente sin molestias;  sabía que si en Getafe competía sin molestias el oro podía ser mío; las probabilidades eran bajas pero había probabilidades, y así fue, no tuve molestias y lo logré”; en realidad, Ciro empezó a subir a lo más alto del pódium bastante antes del pistoletazo de salida, “me había imaginado ganando mil veces: cada vez que salía a rodar, cruzando la meta… es como que ya lo había vivido, yo iba a por el oro desde el principio, era el oro o nada; tenía claro que cuando empezase la bajada a falta de un kilómetro iba a apretar a tope sin mirar atrás y eso hice, metí sprint y al ser bajada conseguí sacar muchos metros de ventaja, a falta de 500 metros ya sabía que era mío, la adrenalina no iba a permitir que pinchara y ya había acumulado suficiente ventaja que solo tenía que mantener”.

Desde su más tierna infancia la maleta formó parte de su trayectoria vital, “mi padre es ingeniero eléctrico en Iberdrola y de media, cada dos o tres años, le trasladaban a otra obra; primero estuvimos en Catar, pero me acuerdo lo justo, nos mudamos cuando yo tenía cinco y estuvimos allí dos años; lo que más recuerdo es el calor sofocante, todo lo contrario a Lituania, donde vivimos un año; para mí, cada mudanza era una aventura llena de ilusión y además tenía a mi hermana, dos años mayor, para compartir la experiencia; para mis padres también era todo nuevo y se esforzaron muchísimo en encontrar colegios, actividades y programas para que mi hermana y yo estuviéramos a gusto. Explorar nuestro nuevo hogar, ver las instalaciones deportivas—que en Catar eran impresionantes—y descubrir una cultura tan distinta como la árabe me impactó mucho, sobre todo la forma de vestir tanto de mujeres como de hombres; el colegio sí me generaba más nervios, aunque al menos era en inglés y no en árabe, aunque en ese momento el inglés no se me daba aún muy bien”; los deportes, en plural, siempre jugaron un papel preponderante en su rutina diaria, con independencia del continente en el que se hallara, “siempre hice deporte en Catar y Lituania, aunque todavía no entrenaba atletismo como tal: desde pequeño me ha encantado correr y participar en carreras de pueblos, pero nunca estuve en un club. Mi madre me apuntaba a todos los deportes posibles: natación, tenis, baloncesto, fútbol… siempre he sido muy activo y correr ha sido una constante en todos mis traslados, como una especie de refugio natural, algo que siempre estaba ahí, sin entrenarlo, pero sin dejarlo nunca”.

Ciro Martín

 

Con apenas 10 años Ciro recaló en la extensa Texas y su relato empieza a desprender gran satisfacción por lo allí experimentado, “cuando pienso en mi infancia, la veo reflejada en los años que pasé en Estados Unidos, allí hice un grupo de amigos increíble con los que aún mantengo mucho contacto, especialmente con los de Boston, en total estuve tres años en Kansas y cinco en Boston. La vida en Kansas era bastante sencilla, allí el espacio sobra, las casas son grandes y con jardines enormes y al final te hacías amigo de los niños del vecindario para pasar las tardes jugando en la calle a cualquier cosa. Mi madre se encargaba de que no me faltaran actividades, así que me apuntó a baloncesto, fútbol y taekwondo a la vez. Kansas puede ser un sitio aburrido si no te buscas cosas que hacer, pero en mi caso no lo fue; eso sí, allí no hay ni mar ni montaña, solo explanadas interminables. En Boston la cosa cambiaba, vivíamos a 30 minutos de la ciudad y allí había mucho más ambiente y cosas que hacer. Fue allí donde empecé con el atletismo; al principio compaginaba fútbol y atletismo, pero llegó un momento en el que tuve que elegí, y como me lo pasaba muy bien corriendo y era lo que mejor se me daba, me decanté por ello. En Estados Unidos no hay clubes, sino que compites con tu colegio, el ‘High School’, contra otros pueblos, creándose un ambiente de rivalidad muy emocionante, con mucha gente animando y las competiciones son realmente emocionantes. Mucha gente hacía atletismo solo por disfrutar de esa experiencia, de hecho muchos de mis amigos tenían ese perfil; tengo que decir que en Boston me lo pasé mucho mejor, hice amigos increíbles, y allí la gente empieza a trabajar desde muy joven, algunos incluso tenían sus propios barcos y coches siendo menores, aunque eran auténticas chatarras, pero eso no importaba, nos lo pasábamos genial con ellos”, rememora Ciro con alegre añoranza.

Todo ciclo llega a su fin y el periplo estadounidense finalizó en sus años de ‘teenager’, “mi familia entera volvió a España cuando yo tenía 17, justo cuando aún me quedaba un año de estudios antes de entrar a la universidad y decidimos que lo más práctico era que terminara Bachillerato en Boston, así que pasé ese último año viviendo en casas de amigos. No tenía claro ni dónde ni qué quería estudiar después y opté por volver a España con mi familia; además, mis amigos de Boston se iban a distintos estados para empezar la universidad y al final, más que el lugar, lo que realmente me gustaba de Boston eran ellos; curiosamente, al año de haber vuelto a España, mis padres y mi hermana pequeña—que ahora tiene 12 años y nació en Kansas—regresaron a Boston, donde siguen viviendo y mi hermana mayor, por su parte, decidió irse a Australia un año a trabajar, así que ahora mismo estoy solo aquí. No tengo claro hacia dónde me llevará el futuro, pero seguro que seguiré moviéndome”; palabra de Ciro, que tras el pasado verano se embarcó en otra de sus aventuras geográficas para cursar el programa Erasmus en la italiana Cerdeña, “hacía tiempo que no cambiaba de aires y me apetecía; me echaba un poco atrás el no poder entrenar bien, pero finalmente elegí Cerdeña como destino porque el buen clima me permitiría seguir con mis entrenamientos sin problema; sabía que no iba a ser el típico Erasmus de salir de fiesta, pero no me importaba,  mi cabeza no me permite saltarme ni un solo entrenamiento, así que he cumplido con mi rutina; para mí, era una experiencia más, otra oportunidad para seguir viendo mundo; aunque me he relacionado sobre todo con españoles y la vida allí era muy similar a la de España, me gusta aprender cómo se funciona en diferentes sitios”. La siguiente y desternillante anécdota refleja la determinación de Ciro, “estas navidades fui a Australia a visitar a mi hermana; tuve una escala muy larga en China y decidí dejar las maletas en un ‘locker’ del aeropuerto para hacer el entrenamiento en el parking, di 50 vueltas con el pasaporte en una mano y el móvil en la otra, no te imaginas cómo se quedaban todos los chinos mirándome, saltarme un entrenamiento nunca es una opción para mí”.

Ciro Martín

 

Ciro estudia, ahí es nada, Inteligencia Robótica en la Universidad Jaume I de Castellón y nos explica su elección, “siempre he sido de números, pero me costó bastante decidir qué estudiar, tanto que incluso empecé Criminología, que no tiene nada que ver, pero no quería empezar una ingeniería sin tener claro cuál y luego pasarlo mal; a mitad de curso ya sabía que me iba a cambiar, así que aproveché el tiempo para sacarme los carnets de coche y moto y los título de inglés y de socorrista; la verdad es que al principio me ‘asustaba’ un poco eso de la Inteligencia Robótica, pero una vez dentro te das cuenta de que, si te esfuerzas, puedes sacarte cualquier cosa, aunque hay días en los que se me complica todo y voy mal de tiempo porque la cantidad de energía y horas que me exige el atletismo no ayuda, pero no me arrepiento en absoluto: cuanto más ocupados tengo los días, más cosas consigo hacer. La carrera me está gustando, buscaba algo interesante, que me hiciera pensar y que, además, me abriera puertas en distintos países, pero sobre todo la elegí porque me llamó mucho la atención y porque es un campo en el que, incluso trabajando, sigues aprendiendo y evolucionando constantemente; este segundo semestre lo pasaré ya en Castellón, entrenando con mi grupo, ya que tengo muchas competiciones y objetivos por delante. Tenemos un grupo de entrenamiento increíble y he echado mucho de menos entrenar con gente. Además, estaré más cerca de mi entrenador, Lluís Torlà, que me ha seguido preparando a distancia como si estuviera en casa. Con Lluís empecé a entrenar a los 18 años, justo cuando decidí tomármelo en serio y la verdad es que no podría haber tenido más suerte con él, ha crecido muchísimo como entrenador en estos últimos años y eso se refleja en los resultados de sus atletas; confío plenamente en su plan y poder seguirlo con esa seguridad es un lujo; cualquier duda que tenga me la explica al detalle y si es necesario modificar algo, lo hace sin problema. Tenerlo ahí, siempre disponible para ayudarme en cualquier momento, marca una gran diferencia”. No olvidemos que este joven talento del Facsa Playas de Castellón comparte ‘cuadra’ con Thierry Ndikumwenayo y Rodrigue Kwizera, “los ritmos de Thierry y Rodri son de otro mundo, en pocas series podemos coincidir, pero al menos calentamos con ellos y compartimos algunos rodajes. Traen una energía muy positiva y tienen una facilidad para correr que realmente te deja impresionado, pero lo mejor es lo bien que te lo pasas con ellos, son increíbles tanto como atletas como personalmente y la verdad es que espero poder contagiarme un poco de esa energía y talento que tienen”, expresa con rendida admiración.

Apenas 13 días después del éxtasis getafense, el 1.75m y 62kgs de Ciro abordaron los 3000m en el Nacional sub-23 ST de Sabadell, donde se quedó a un suspiro de abrazar el bronce, “no es fácil pasar de 10 kms de cross a un 3000 en tan poco tiempo, pero había que intentarlo; el segundo kilómetro fue lento, así que decidí apretar después ya que había muchos mediofondistas en carrera; para mí es oro o nada y esta vez me quedé con nada, un cuarto puesto da mucha rabia, sobre todo porque el año pasado también quedé cuarto y sé que estaba para pódium, pero me habría venido bien alguna semana más para afinar; en aire libre estaré preparado”, avisa confiado quien parece decantarse por los 10.000m para la temporada veraniega, tomando como referencia el 10K ya citado, “me encantó; después de cinco meses entrenando completamente solo en Cerdeña, correr en Valencia fue increíble: la multitud me impulsaba, casi como si corriera en automático; salí a un ritmo más rápido de lo que esperaba, pero el ambiente, con tanta gente alrededor, te llevaba sin darte cuenta, se podría decir que volabas”; Ciro tuvo dos subidones seguidos, el del día de la prueba y el del día siguiente, cuando la mínima de competitividad quedó fijada en 29:21, “mi principal objetivo ahora es competir en mi primer Europeo sub-23 (Bergen, 17 a 20 de julio); en Valencia conseguí la mínima por un segundo, no te puedes imaginar la ilusión que me hizo; ahora, para clasificarme, necesito quedar entre los tres primeros en el Campeonato de España de 10.000 (Mahón, 3 de mayo), aunque, por supuesto, voy a por el oro”, y también se plantea metas en el hermano pequeño, el 5.000m, “me gustaría hacer 13:50, aunque primero toca bajar de 14,¡paso a paso!”. Habiendo verbalizado ya dos veces el retador ‘para mí es oro o nada’ escudriñamos si el haber crecido en el muy competitivo Estados Unidos está detrás de ese mantra, “puede ser, siempre he sido muy competitivo; no me tomo a mal perder, pero siempre voy a darlo todo por ganar, incluso en un simple juego de mesa. Me encanta la rivalidad y en EEUU eso se vivía mucho entre institutos, lo que hacía que cualquier competición fuera aún más intensa”.

Ciro Martín

 

Explicita ahora Ciro la visión que se tiene de los españoles en el país del Tío Sam, “nunca he tenido problema en hacer amigos y en gran parte se lo debo a ser español porque a la gente de fuera le encanta España y el primer día de clase ya todos querían conocerme: nos ven como personas alegres, cercanas y divertidas, siempre con ganas de pasarlo bien y, obviamente, también piensan que a todos los españoles se nos da bien jugar al fútbol; a mí no se me daba ni bien ni mal, pero como corría mucho parecía mejor de lo que realmente era; recuerdo que en el primer recreo nos hicieron un penalti y todos querían que lo chutara yo; no quería mandar el balón a Cuenca, así que simplemente apunté al portero y chuté fuerte, a ver si entraba; obviamente, no fue así, pero le di al poste y terminé marcando de rebote, así que por unos días se pensaron que era un genio, hasta que descubrieron la verdad (risas)”. En total, Ciro vivió ochos años en Estados Unidos, salpicados, por supuesto, por la obligada visita veraniega, “mi madre es de un pueblo de Albacete, Casas-Ibáñez, y mi padre de Valencia, así que íbamos alternando entre ambos sitios; hasta hace unos años el piso lo teníamos en el Puig de Santa María (Valencia) y ahora es Benicassim; en las navidades era más complicado y no siempre volvíamos a España”; aún no ha sopesado Ciro cómo equilibrará su vida profesional con su carrera atlética dentro de unos años, “mi plan es seguir mejorando todo lo que pueda, porque creo que aún tengo margen y ya decidiré cuando llegue el momento y si hace falta hacer un máster después de terminar el grado para alargar un poco más, lo haré; lo que sí tengo claro es que me gustaría hacer en el extranjero las prácticas o el máster si decido hacer uno,  así que para el trabajo aún me quedan unos años, ya se verá si será en España o fuera”. Realmente, en el caso de un 2 en la quiniela, sería en el extranjero….sólo para nosotros porque Ciro, ciudadano del mundo, se encontrará allá donde vaya más cómodo que en la última bajada en el Cerro de Los Ángeles.