A finales de agosto, con los Juegos de París todavía latentes en el recuerdo, Marta Pérez se enroló en un par de envites de la Diamond League. Viajó a Polonia e Italia. Corrió sendos 1500 al filo de los cuatro minutos, regresó a España, olvidó los clavos en el zapatillero, quedó con una amiga y accionó el contacto de una autocaravana. Puso rumbo norte, dejando atrás un verano renqueante y pegajoso. Un viaje sin ritmo medio, tiempos de paso ni prisa por alcanzar la meta. Encontró calma y lluvia, tanta que decidieron parar un par de días en Tarragona. La puntada tenía hilo, pues había jolgorio callejero en la ciudad, y colegas, y ganas de tomarse unas cuantas y desgarrar los corsés del atletismo de élite. Allí, en el corazón de las Fiestas de Santa Tecla, rodeada por la muchedumbre, cotilleando con la cuadrilla, gozando del Correfoc Petit, de pura casualidad, se topó con un rostro conocido. El de una madre que asistía al espectáculo pendiente de sus dos chiquillos, el de la mujer a la que apenas un mes antes había arrebatado el récord de España de los 1500 metros.
Ambas ya habían sido entrevistadas para perpetrar estas líneas, así que el encuentro fue una ocasión inmejorable para ilustrarlas. No es una imagen técnicamente brillante, pero tiene alma. Desprende ilusión, afecto, puede intuirse la emoción por sacar el móvil y solicitar que el instante sea recogido con la mayor prestanza, como si la magia tuviese fecha de caducidad. Las dos sonríen. Sonrisas generosas, desacomplejadas, francas. Y piensa uno que esos adjetivos bien podrían definir la manera en que las dos se manejan en la pista.
Manejan, sí, en presente. Porque Natalia reconoce que, a los 45 años, todavía le cuesta “desactivar el chip de atleta”. Por eso esperó un par de días para felicitar a Marta por el 3:57.75, porque en su cerebro de competidora se trataba de una rival que la había derrotado: “También la felicité después de su gran actuación en Tokio, cuando llegó a la final y se quedó cerca mi récord (3:59.51). Entonces le envié un mensaje por Instagram, esta vez un audio. Ahora ha sido un poco diferente, sé que los récords están para batirse, pero hacía ilusión seguir viendo mi nombre en lo alto de la lista 19 años después… Cuando has estado ahí lo llevas en el carácter. Al mismo tiempo me alegré mucho por ella y de que las mujeres españolas alcancen ese nivel. Cuando lo batí (28 de agosto de 2005, Rieti), sí que creí que iba a durar mucho porque había bastante diferencia con respecto a mis rivales de entonces. Cierto que en 2010 Nuria Fernández estuvo cerca, pero no lo vi peligrar tanto como últimamente, cuando ya lo rozaban tanto Marta como Esther (Guerrero). Sinceramente, pensé que iba a caer antes…”.
Natalia Rodríguez y Marta Pérez juntas recientemente en Tarragona, donde coincidieron por la calle de forma casual.
Al mencionar el registro es imposible no acordarse de las entrañas del Stade de France. De los momentos posteriores a las semifinales. La zona mixta abarrotada de mediofondistas exhaustas, los periodistas lanzando preguntas en diversidad de tonos e idiomas o redactando crónicas apresuradas sentados en el suelo. Semblantes de alegría indescriptible o profunda pena, dependiendo de cómo habían ido las cosas sobre el tartán morado de Saint-Denis. La soriana atendió a los medios con su habitual espontaneidad, sin coartar ni un ápice el discurso, sabiendo de antemano que no sería la primera vez que le pusieran ante el evidente dilema: ¿Final o récord? Lo tuvo claro: “No cambiaría el récord por la final, ni ahora ni entonces. Hasta que se celebró la final sí que tuve un sentimiento de inquietud, de considerar que podría estar, que mi competición todavía no había terminado… Pero cuando se disputó hice balance y mi conclusión es que 3:57.75 es una marca muy buena, tiene mucho valor, es el premio a la constancia de muchos años, un orgullo. Me demuestra que he trabajado bien y no pude estar en la final a pesar de haber mejorado”.
Los dos récords tuvieron génesis muy diferentes. Para Natalia, 2005 fue un curso extraño. Padeció una lesión en las tibias que le generó muchas dudas, aunque su destreza aniquiló la incertidumbre en la carrera clave: “Fui sexta en la final de Helsinki con 4:03.06 y acabé realmente contenta. Recuerdo que mi entrenador, Miguel Escalona, me dijo: ‘Ya te puedes dar con un canto en los dientes’. No tenía pensado ir a Rieti, además estaba muy difícil correr, había como 25 atletas que querían competir y acabé entrando de rebote. Fui a rebufo, siguiendo el grupo, hasta que al cruzar la meta escuché a Juan Carlos Granado (entrenador de Mayte Martínez) gritar: ‘¡Has bajado de cuatro minutos!’”. Y, consciente de que a los plumillas nos gusta el salseo, añade: “Allí corrió Gelete Burka, bajamos de cuatro las dos”. Fue uno de sus primeros encuentros con la etíope, ni mucho menos tan sonado como el que mantendría cuatro años después en el Mundial de Berlín, cuando ambas cuerpearon en la última curva de la final, Natalia salió victoriosa, la otra cayó y, tras llegar a meta primera, la tarraconense fue desposeída de la medalla de oro.
Marta no tuvo claro que estaba en la órbita del récord hasta que llegó Tokio 2020. Antes no se veía capaz. Pero en Japón sus ambiciones mutaron con respecto a sus primeras internacionalidades. Ya se veía como una profesional, alguien capaz de ejercer el oficio como las mejores, aunque “aun así me ha costado tres años bajar de cuatro minutos. La gente, tras la final olímpica, pensaba que lo conseguiría con facilidad, pero yo sabía que no sería así, como atleta eres consciente de que tienen que alinearse muchos factores. Pero no es algo que me haya frustrado ni agobiado estos años. Me hacía ilusión, pero sabía que sería consecuencia de un trabajo; no es casualidad que haya estado en los Juegos a ese nivel. Por el tipo de atleta que soy siempre alcanzo mi mejor forma en el gran campeonato. He hecho las cosas muy bien y se me planteó una carrera excepcional: solo tuve que centrarme en ser competitiva, nada más que pensaba en los puestos”.
Aunque reconoce no haber soñado con esa marca, tenía fundadas sospechas de que algo importante podría suceder. Desestima la casualidad: “Viendo cómo ha aumentado el nivel, pensé que si quería estar en la final tendría que estar mejor que en Tokio, que sería muy difícil alcanzarla sin bajar de cuatro minutos”. La confianza se la daban su estado de forma, los tiros al palo, su equilibrio sobre la mítica barrera. Una constancia que se plasma en un par de abrumadores datos: no ha dejado de ir a ningún gran campeonato desde el Mundial de Londres (2017) y la media de sus diez mejores 1500 es la mejor de todas las milleras españolas de la historia: 4:01.30. “Desde entonces he respondido al cambio de nivel que ha experimentado mi prueba”, apostilla antes de proceder a analizar la mejor prestación de su vida: “Nada más salir noté que la carrera iba muy estirada, que íbamos rápido, pero no pensé en el récord hasta falta de una vuelta. Al toque de campana vi en el crono cincuenta y poco, un tiempo que jamás había visto antes de los últimos 400 metros. Pero incluso sabiendo eso, para mí lo único importante era coger a las que iban delante de mí, ganar posiciones. A falta de 20 metros miro de nuevo al crono y sé que lo bato, no me hizo falta mirar al videomarcador nada más cruzar la meta: hay una foto en la que se ve claramente cómo me vuelvo hacia el reloj cuando soy consciente de que las seis primeras ya han entrado”. Concluye el relato reconociendo su total concentración y el desinterés por todo aquello que no fuera estar entre la media docena de atletas que pasaban de ronda: “No me enteré de nada más allá de la pura competición. No supe en cuanto habíamos pasado la primera vuelta, la segunda ni el mil”.
3:57.75 es una marca colosal a la que Natalia otorga el valor que merece, obviando el manido debate de las placas de carbono (a las que, por cierto, en un gesto de modestia y respeto al pasado, Marta hizo mención ante los micrófonos minutos después de quebrar la plusmarca): “Cuando hice 3:59.51 también había muchos más avances que en la época de Maite Zúñiga”. La que fuera subcampeona mundial bajo techo y bronce al aire libre reflexiona sobre los múltiples condicionantes que deben darse para batir un récord y, junto a edad, objetivos, rendimiento, motivación, fecha… otorga mucha importancia a la rivalidad, a que haya compañeras que te empujen, capaces de desafiarte y hacer que transites por la arista de tus límites: “Marta está en la cresta de la ola, en un estado fantástico. Esther ha corrido también por debajo de los cuatro minutos y lo de Águeda es un bombazo, aunque desde hace tiempo se intuía que tenía mucha calidad. Las tres se van a ayudar mutuamente para seguir mejorando como a mí me ayudaron Dori García, Iris Fuentes-Pila o Nuria Fernández. Necesitas rivales para crecer y más viendo cómo está el nivel… ¡Es una pasada! Se empezó a ver un salto con Genzebe Dibaba y ahora, aunque Faith Kipyegon sea muy superior y haga auténticas barbaridades, las demás poco a poco se irán acercando a esas marcas, no solo las africanas, todas, las nuestras también”.
El récord de Marta, que apuntala expectativas (“sabía que era posible”) y laboralmente abre horizontes prometedores (“podré volver a correr carreras que me permitan rondar esa marca”) no se habría materializado sin la influencia de Natalia, a quien admiró desde que empezó a practicar atletismo: “Siempre ha sido un referente, pero no por su marca, ya que cuando eres pequeña eso no lo valoras tanto. Era más su manera de competir, siempre delante, transmitiendo mucha entrega… Su palmarés es tan bueno que se ve lejos. No creía que pudiese seguir sus pasos. Comencé en esto de manera muy progresiva, sin plantearme que sería atleta de alto nivel ni que iría a unos Juegos. Y ahora…”.
Ahora está entre las mejores del mundo y no sabe que responder sobre la posible longevidad de su récord, puesto que, al igual que Natalia, es consciente de las rivales que la instigan sin necesidad de salir de casa: “Águeda ya está aquí. Esther sabe lo que es correr cerca de esa marca… Las dos son muy consistentes y pueden intentarlo. Las tres vamos a seguir más tiempo en esto y cuanto más tiempo estemos alguna lo conseguirá. No creo que dure 20 años, pero tampoco creo que se pueda batir en cualquier carrera”.
Igual que ella se fijó en Natalia sabe que otras la tienen como espejo y que el futuro es implacable. Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás. “Hay muchas chicas sub 23 que entrenan con otro nivel de profesionalización, otras marcas en la cabeza. Soy cercana a ellas y es lógico que piensen que si yo lo he hecho ellas también pueden hacerlo. Marta Mitjans, Marina Martínez, Daniela García (si se sube al 1500)… son mejores que yo a su edad y pueden progresar mucho”, enumera, quién sabe si pensando que, dentro de unos años, en una fiesta popular, se encontrará con alguna de ellas y deberá repetir la foto del verano de 2024 adoptando el papel de reina saliente. Lo hará, eso sí, con la misma sonrisa de siempre.
PROMEDIO TOP-10 MARCAS en 1.500 metros | |||||||||
NATALIA RODRÍGUEZ | MARTA PÉREZ | ||||||||
3:59.51 | 4 | Rieti (ITA) | 28.08.2005 | 3:57.75 | 8s2 | París (FRA) | 08.08.2024 | ||
4:01.30 | 2 | Roma (ITA) | 11.07.2003 | 4:00.12 | 9 | Tokio (JPN) | 06.08.2021 | ||
4:01.30 | 3 | Barcelona | 01.08.2010 | 4:00.53 | 12 | Bruselas (BEL) | 08.09.2023 | ||
4:01.50 | 1 | Barcelona | 22.07.2011 | 4:01.41 | 5e3 | Budapest (HUN) | 19.08.2023 | ||
4:02.57 | 8 | Bruselas (BEL) | 16.09.2011 | 4:01.48 | 11 | Chórzow (POL) | 25.08.2024 | ||
4:02.84 | 5 | Roma (ITA) | 12.07.2002 | 4:01.69 | 5s2 | Tokio (JPN) | 04.08.2021 | ||
4:03.01 | 10 | Atenas (GRE) | 28.08.2004 | 4:01.94 | 4 | Zúrich (SUI) | 09.09.2021 | ||
4:03.06 | 6 | Helsinki (FIN) | 14.08.2005 | 4:02.35 | 3 | Székesfehérvár (HUN) | 18.07.2023 | ||
4:03.19 | 6 | Pekín (CHN) | 23.08.2008 | 4:02.80 | 15 | Roma (ITA) | 30.08.2024 | ||
4:03.33 | 1 | París-Saint-Denis (FRA) | 04.07.2003 | 4:02.96 | 7s1 | Budapest (HUN) | 20.08.2023 | ||
4:02.16 | PROMEDIO TOP-10 | 4:01:30 | PROMEDIO TOP-10 |
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