Helsinki 1983

Hace 40 años se celebró el primer Mundial de la historia
Martes, 27 de Junio de 2023
Miguel Calvo
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Helsinki 1983 - Estadio Olímpico

Tanto amaban el atletismo en Finlandia que, tal y como recuerda Neal Bascomb en su libro La Milla Perfecta, después de la lluvia que cayó durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de 1952 y que prácticamente dejó anegada la pista del Estadio Olímpico de Helsinki, comenzó una pequeña carrera contrarreloj, tan artesanal como apresurada: durante la noche, los operarios del estadio regaron la pista con gasolina y prendieron cientos de pequeñas hogueras para evaporar el agua. Tras las columnas de humo que se elevaron al cielo y el aroma acre que inundó la ciudad, a la mañana siguiente, después de volver a nivelar y apisonar la pista de polvo de ladrillo rojo, todo estuvo en las mejores condiciones para iniciar la competición atlética que en aquella ocasión terminó de encumbrar a Emil Zatopek a lo más alto de los libros de la historia del deporte.

No en vano, pocos lugares pueden presumir de haber convertido el atletismo en lo más parecido a una religión, tal y como lo ha hecho Finlandia a lo largo de su historia.

Allí, durante el largo y frío invierno que envuelve al país la mayor parte del año, la oscuridad de las interminables noches todavía hoy se llena de viejos relatos que recuerdan la leyenda de los finlandeses voladores que un día revolucionaron las bases del atletismo mundial. Poco a poco, a medida que los días comienzan a hacerse más largos, las calles de las ciudades y de los pueblos se convierten en una fiesta improvisada al aire libre para aprovechar el sol que llega con el corto verano. Los corredores se apoderan de los parques. Los niños siguen soñando con finales olímpicas. Las gradas de los estadios se llenan. Los aficionados asaltan a los atletas con sus álbumes repletos de fotografías en busca de un autógrafo. Y detrás de los mismos escenarios donde se escribieron algunas de las páginas más bonitas de la historia del atletismo, podemos perdernos en medio de la naturaleza que rodea a la laguna Toloviken hasta llegar a las inmediaciones del Estadio Olímpico de Helsinki, donde las estatuas de Paavo Nurmi y Lasse Viren nos siguen trasladado a un pasado que continúa vivo.

Helsinki 1983  Logo y mascota

Tanto aman el atletismo en Finlandia que, cuando en 1983 la Federación Internacional de Atletismo (antigua IAAF, ahora World Athletics) decidió crear un Campeonato del Mundo que a imagen y semejanza de los Juegos Olímpicos se disputara cada cuatro años para reunir a los mejores atletas del planeta, seguramente no hubo ningún lugar mejor que Helsinki para acoger su primera edición.

Hasta ese momento, en pleno nacimiento del atletismo moderno, los atletas tan solo tenían la oportunidad de ganar un título global cada cuatro años en los Juegos Olímpicos y la vida transcurría mucho más lenta, con las grandes competiciones internacionales contadas con los dedos de una mano: la Copa del Mundo acababa de nacer en 1977 en Düsseldorf como un enfrentamiento únicamente entre ocho equipos que representaban a los cinco continentes, Estados Unidos y las dos mejores selecciones europeas; en medio de cada ciclo olímpico, los atletas europeos tenían la oportunidad de participar en un Campeonato de Europa también cada cuatro años; y competiciones regionales como los Juegos Mediterráneos, en el caso de España, suponían el mejor escenario internacional posible para los atletas que sabían que, en caso de perderse una gran cita, tendrían que esperar mucho tiempo para la siguiente.   

Desde el principio del siglo XX la IAAF había pensado organizar un Campeonato del Mundo propio, pero hasta ese momento se había entendido implícito dentro de los Juegos Olímpicos y no fue hasta los años setenta cuando la vieja idea cristalizó, animados además por una de las etapas más convulsas e inciertas del olimpismo moderno, donde, tras las críticas por la altitud y la lucha por los derechos raciales que se desató en México 1968, Múnich 1972 se vio golpeado por el ataque terrorista en la villa olímpica, y los boicots de Monreal 1976 y, sobre todo, Moscú 1980 y Los Ángeles 1984 terminaron trasladando la incertidumbre política de la Guerra Fría al mundo del deporte.

Tomada la decisión, el primer Campeonato del Mundo de Atletismo se celebró bajo la sombra de la famosa torre del Estadio Olímpico de Helsinki entre el 7 y el 14 de agosto de 1983 y fue un pequeño oasis donde, después de tanto tiempo, el deporte consiguió mantenerse al margen por unos días de la difícil situación política mundial con todo un éxito de participación que reunió a casi 2000 atletas de más de 150 países de todo el mundo.

La República Democrática de Alemania encabezó el medallero con 10 oros y 22 medallas, mientras que la Unión Soviética ganó la clasificación por puntos con un total de 23 medallas y Estados Unidos fue el país que más preseas ganó con 24, simbolizando la lucha deportiva de las grandes potencias mundiales. E, inolvidablemente, fue el momento de atletas como Carl Lewis (100 metros, salto de longitud y 4x100 m), Calvin Smith (200 y 4x100 metros), Steve Cram (1500 metros), Alberto Cova (10.000 metros), Mary Decker (1500 y 3000 metros), Jarmila Kratochvílová (400 y 800 metros), Sergey Bubka (salto con pértiga), Daley Thompson (decatlón) o Grete Waitz y Robert de Castella (maratón), entre tantos otros.

Helsinki 1983 - desfile EspañaPor su parte, la selección española, inmersa en la consagración internacional del atletismo español moderno tras la primera medalla olímpica de Jordi Llopart en Moscú 1980, dio un paso adelante más y terminó su primera participación mundialista con la histórica actuación de José Marín (subcampeón mundial en 50 kilómetros marcha y cuarto en 20 kilómetros marcha) y los puestos de finalistas de José Manuel Abascal y Antonio Corgos (quinto y séptimo en 1500 metros y salto de longitud, respectivamente), que fueron lo más destacado de un equipo formado por 27 atletas en el que participaron tres mujeres (Pilar Fernández, Icíar Martínez y María José Patiño) y el que también brillaron Domingo Ramón (10º en los 3000 metros obstáculos), Antonio Prieto (11º en los 10.000 metros) o Juan Carlos Traspaderne (12º en la prueba de maratón) junto a otros de los mejores atletas españoles de todos los tiempos como Jordi Llopart, José Luis González, Colomán Trabado, Alberto Ruiz, Javier Moracho, José Alonso, Carlos Azulay, Roberto Cabrejas, Francisco Sánchez Vargas o Manuel Alcalde, entre otros.

Con los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 en el horizonte y, aunque hasta 1991 el Campeonato del Mundo no se haría bienal, aquella primera edición mundialista supuso el nacimiento del calendario internacional tal y como lo conocemos. Y 40 años después, desde el lejano Helsinki hasta Budapest, aquel Mundial continúa flotando en la mente de los aficionados más veteranos con la magia que late detrás de los viajes iniciáticos.

De fondo, como recuerdo de lo que significa el atletismo en Finlandia, nada mejor que las palabras de John Landy cuando, tan solo un mes y medio después de la gesta de Roger Bannister y sus cuatro minutos en la milla, consiguió batir allí el récord del mundo de la milla y de los 1500 metros: “Lo que viví en Finlandia quedará siempre en mi corazón. La pista, el cielo, la dulzura del aire, el sentimiento de realizar mi ilusión más profunda y, sobre todo, el fervor que rodeaba el estadio. Había una perfección que jamás olvidaré”.

Y en medio de todo ello, como el dulce recuerdo de aquellos momentos en los que hicimos algo por primera vez, Helsinki seguirá latiendo en el corazón del atletismo mundial de la misma manera que el general Aureliano Buendía, tal y como describe García Márquez en el inicio de Cien años de soledad, recuerda aquella remota tarde en la que su padre lo llevó a conocer el hielo o un niño de interior recordará siempre la primera vez que vio el mar.

 

ASí LO CONTÓ LA REVISTA "ATLETISMO ESPAÑOL"