El triplista consigue la segunda medalla de oro para España Atletismo, que iguala su mejor registro (4), vigente desde Barcelona 92.
Llegó el día. La final señalada en rojo en el calendario de intereses de España Atletismo. Triple salto. Por eso fue Jonathan Edwards, leyenda certificada, imponente planta a los 58 abriles, quien golpeó tres veces el brigadier contra el violeta del Stade de France para dar rienda suelta a un espectáculo que, una vez más, contemplarían en directo 80.000 personas (1.200.000 entradas se han vendido entre todas las jornadas de atletismo). Campeón olímpico, dos veces mundial y ser humano en llegar más lejos sólo con tres brincos: 18.29. Una marca, según propias palabras, “que podría ser batida hoy”.
Tras el británico, en la lista de todos los tiempos figura Christian Taylor (USA, 18.21). Ninguno de los dos saltaba, pero sí el tercero, un español de 23 años llamado Jordan Díaz (18.18), residente en Guadalajara y entrenado por otro que no se queda corto a la hora de contar laureles, Iván Pedroso. Se presentaba como campeón de Europa (allí logró su registro) y mejor marquista entre sus 12 rivales, entre los que destacaba Pedro Pablo Pichardo, el portugués que ha llegado a aterrizar en 18.08 (defensor del título y quinto de la historia) y a principios de junio fue segundo en el Europeo de Roma con 18.04. El concurso se amplificaba con otro del club de los 18 (no hay tantos, sólo 8), el burkinés Hugues Fabrice Zango (7º, 18.07), que este curso no se ha había ido más allá de los 17.57. También se atisbaba peligro proveniente de Jamaica (Jaydon Hibbert, 19 años y ya el curso pasado se fue a 17.87; 17.75 este) e Italia (Andy Díaz, 17.75 / 17.61).
Muchos invitados a la competencia por el galardón más alto al que pueda aspirar un atleta, incluida la lluvia, que empezó a empapar Saint Denis desde poco antes de las 19:30 (la final comenzaba a las 20:13). Algo perturbó el calentamiento, pero ya no quedaban más que los rescoldos cuando Jordan afrontó el primer intento. De lo que sí se hablaba era de los 17.79 con que Pichardo había inaugurado su casillero, a los que el español respondió con severidad (17.86). Al término de la ronda figuraba su nombre destacado en el videomarcador, con el acoso directo del luso y Díaz, 17.63 (SB).
La segunda tentativa se produjo poco después de un 17.84 de Pichardo que prendía la emoción en la grada mientras Pedroso, ataviado con el chándal de España, pedía calma moviendo los brazos de arriba a abajo, con lenta cadencia. Se sumaba a la persecución Hibbert: 17.61. Jordan seguía fiable y dejaba su huella en 17.64. Nada cambiaba en la clasificación virtual que daba acceso a las tres plazas de podio.
El tercer envite arrancaba con un nulo de Pichardo. Jordan se iba a 17.85, asunto no menor, pues sus dos mejores saltos ya eran superiores al tope de su rival. Pedroso apretaba el puño, festejaba todavía prudente, mientras su pupilo se golpeaba el pecho en ese gesto tan característico cada vez que sabe que ha llegado lejos. Al término de la ronda el inmovilismo seguía presidiendo la lucha por las medallas.
Y entramos en la mejora. Ya sólo estaban los ocho que más lejos habían aterrizado en los tres saltos anteriores. Jordan saltaba último -justo antes su rival directo firmó unos insuficientes 17.52- y siguió con en su línea de regularidad, 17.84. Después de esfuerzo se entretuvo un poco más que en los anteriores dialogando con su entrenador, ajustando conceptos, pretendiendo ir todavía un poquito más allá.
Pichardo rechazó la posibilidad del quinto mientras Jordan sellaba su peor salto hasta momento, 17.25. Seguía siendo oro y así se lo hacían saber las palmadas de Pedroso en su hombro. Cada vez estaba más cerca de materializar tantas horas de machaque. No le hizo falta un último intento, pues tras el sexto de Pichardo (17.81) ya era campeón olímpico. Y se fue a abrazar a Pedroso, y a Fátima Diamé, Tessy Ebosele, Yulimar Rojas, y a Pepe Peiró, y a tocar la campana… y dio la vuelta de honor botando mientras cogía los móviles de un montón de aficionados para satisfacer la ingente demanda de selfies mientras seguía sonriendo, saludando, sintiéndose el amo del universo.
Con esta medalla de oro España Atletismo igualaba su récord; 4, Barcelona 92, exactamente los mismos colores: dos doradas, una plata y un bronce.