“Eran frecuentes las modas pasajeras y con cada nuevo campeón se proclamaba que el suyo era el método perfecto, hasta que otro lo destronaba. Lo único seguro era que las preguntas sobre cuál era la mejor forma de entrenar tenían muchas respuestas y cada entrenador y cada deportista debían encontrar las suyas propias”.
La milla perfecta, Neal Bascomb
Fruto de la combinación entre modernidad y tradición que caracteriza a los mejores entrenadores, tal y como Giovanni Battista Mova definió la evolución de la técnica del entrenamiento como la mezcla entre pasado, presente y futuro, la mesa en la que trabaja cada mañana Antonio Serrano (La Solana, 1965) antes de marcharse a la madrileña pista del INEF con sus atletas es un reguero de libretas alrededor de un ordenador.
Por un lado, el moderno MAC que utiliza para registrar sus entrenamientos y las comunicaciones con sus atletas. Por otro lado, las libretas de papel en las que anota sus ideas y tareas. Lo nuevo y lo clásico. El pasado, el presente y el futuro. Y, en definitiva, una mezcla entre recuerdos y sueños, tal y como la propia trayectoria vital de Antonio Serrano nos lleva a viajar desde el primer campeonato de Europa de cross de 1994 en el que ganó el bronce como atleta, al de 2008 que se disputó en Bruselas y en el que ya como entrenador llevó a ocho atletas y al próximo europeo de cross que, 15 años después, este fin de semana volverá a celebrarse en la capital belga y donde el legendario entrenador volverá a establecer una gesta al acudir con diez atletas, un nuevo hito igual que los nueve atletas con los que viajó al pasado mundial al aire libre de Budapest y que dan la medida de la magnitud de lo que representa como entrenador.
Quizás podamos caer en la tentación de pensar que esas libretas y ese ordenador guardan los secretos que le han llevado a ser uno de los mejores entrenadores del atletismo mundial. Pero, según conversamos bajo la pausa de una mañana otoñal, sus verdaderos secretos parecen estar mucho más a la vista. No en vano, cuando le preguntamos si a sus 58 años existe la melancolía, él prefiere reír, volver a trazar el camino que le llevó a ser atleta olímpico y entrenador precoz al mismo tiempo, recordar cómo ha pasado el tiempo desde que era uno de los entrenadores más jóvenes en las concentraciones y ahora ya va siendo de los más veteranos, y confesarnos los ingredientes que se encuentran detrás de tantos éxitos: seguir con el mismo entusiasmo que el primer día, continuar aferrado a la idea de que la verdadera fuente de la eterna juventud es estar cada día cerca de los jóvenes, igual que en su día lo pregonaba Miguel de la Quadra-Salcedo, y permanecer dibujando nuevos horizontes, como hace cuando le preguntan por la jubilación y él afirma que sueña con continuar hasta los 70 años, mucho más allá de esas tardes en las que el frío de Madrid y la humedad del río Manzanares parecen quererle mandar alguna señal.
“Vivo día a día – confiesa el entrenador manchego -, pero tengo dos grandes ventajas. Primero, que además de mi trabajo esto es mi vocación, por lo que no me cuesta madrugar los fines de semana y vivo las concentraciones y los campeonatos como mis vacaciones, más allá de los diez días que me cojo cada año para desconectar con mi familia. Segundo, la suerte que tengo de estar rodeado de un grupo de 25 atletas que van desde los 17 años de los más jóvenes hasta los treinta y tantos de los más veteranos, con la maravillosa excepción de Manuel Alonso, leyenda del atletismo máster que a sus 87 años no entiende de edades”.
“Aunque cuando miras atrás da un poco de vértigo – continúa el entrenador que como atleta fue el primer español en bajar de dos horas y diez minutos en maratón -. Como dato anecdótico, en octubre se han cumplido 40 años de la primera vez que bajé a las pistas del CAR de Madrid de la mano de Hernán Silvan, que también entrenaba con Martín Velasco, y desde entonces se convirtió en mi segundo hogar, tanto como atleta como entrenador”.
No en vano, para entender la trayectoria de Serrano debemos de recordar la precocidad que le llevó a dar sus primeros pasos como entrenador cuando todavía era atleta a finales de los años ochenta y mientras él mismo se entrenaba para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, momento en el que Rodrigo Gavela empezó a picarle pidiéndole que le entrenara, ya que pensaba que entrenaba más que él, pero corría menos.
Alrededor del madrileño piso compartido en el que vivía, poco a poco Serrano fue construyendo su propio sistema gracias al trabajo con el propio Gavela, así como con un pequeño grupo de maratonianos populares que fue formando a su alrededor y con la llegada a su vida de la mediofondista Natalia Azpiazu, lo que hizo que empezara a descubrir los secretos del entrenamiento del maratón y del medio fondo que terminaron de modelar un método propio.
“El sistema con el que empecé en los años noventa no tiene nada que ver con el actual – confiesa el entrenador de atletas como Juan Carlos Higuero, Diana Martín o Juan Carlos de la Ossa -. Como todos los que veníamos de Martín Velasco, empecé con un método muy natural, enfocado al trabajo en el campo, cuestas y poca pista, pero, aunque siempre quedan restos de esa filosofía, desde ahí todo ha evolucionado mucho”.
“Por ejemplo – continúa Serrano -, he ido metiendo todos los elementos que más me gustan de los métodos actuales (lactatos, umbrales, fuerza…) y cuando un atleta que quiere venir conmigo me pregunta por mi forma de trabajar, lo primero que le digo es que conozco y utilizo todos estos métodos, pero siempre de una manera individualizada y personalizada para cada atleta”.
“Además, junto a esa individualización a las condiciones y la situación de cada atleta, otra de las características de mis sistemas es la variedad, siempre con la intención de que se diviertan y los entrenamientos no se conviertan en algo rutinario”.
“Entre mis referentes – continúa el entrenador que fue olímpico en Seúl 1988 y Barcelona 1992 -, empecé de la mano de mi entrenador Martín Velasco. A partir de ahí me crie en el mundo del fax y el teléfono, el on-line de aquella época, y aunque había escuelas como la italiana o la portuguesa, con Bordin en maratón o con Pereira y los atletas portugueses, eran unos tiempos en los que el acceso a la información era muy complicado. Ahora todo ha cambiado radicalmente y, gracias a las redes sociales, por ejemplo, podemos saber lo que hacen los atletas africanos que son los que más me interesan o los americanos, que en mi época no estaban tan en auge. He ido cambiando mucho, ya que me gusta ver lo que más me atrae y probarlo en mi sistema, de manera que si funciona lo dejo y si no lo elimino. Porque la clave está ahí, en saber evolucionar, adaptarse y aprender de todo aquello que va a llevarnos a sacar las mejores marcas de nuestros atletas evitando que se lesionen. Podemos pensar que los elementos son los mismos y que sólo es cuestión de un cambio de nombre, de manera que los fartlek, el interval o las series cortas y largas de siempre se llaman ahora tempo o umbral, pero al final la modernidad es no tener miedo a reconocer que todo ha cambiado y cualquier entrenador que se precie ha de estar a la última. En mi caso, lo que quiero es no utilizar cuando tenga 70 años las cosas que hago ahora con 58”.
“Otro aspecto fundamental es la búsqueda de la continuidad, evitando lesiones, sobre todo ahora que los atletas son mucho más duraderos y llegan casi a los años 40 años al máximo nivel – continúa el entrenador de atletas como Javi Guerra, Alessandra Aguilar, Pablo Villalobos o Dolores Checa -. Los nuevos sistemas y los avances de las zapatillas van encaminados a evitar lesiones y, en ese sentido, todo el entrenamiento de fuerza ha evolucionado mucho, en mi caso habiendo pasado de las cuestas al trabajo que hago con Jesús Oliván como preparador físico”.
“Y siempre teniendo en cuenta la importancia del grupo, porque entrenar no es sólo llevar el menú diario, sino gestionar el grupo, estar en contacto con cada atleta, preguntarles y planificar bien las temporadas”, continúa el ya legendario entrenador que, lejos de considerarse un gurú, aboga por el estudio y el trabajo como la única receta para conseguir resultados, al mismo tiempo que defiende las condiciones de Madrid como su lugar ideal para entrenar, apunta la importancia que tienen las concentraciones y la internacionalidad de los grupos como un aspecto clave del atletismo moderno y termina volviendo siempre a la importancia del trabajo y del estudio previo, convencido de que el momento clave es cuando el entrenador se enfrenta en silencio a poner los entrenamientos que luego cada atleta llevará a la práctica.
Antes de despedirnos, volvemos al cross. Al mismo cross donde empezó como atleta y cuya geografía estaba marcada por nombres como Quintanar de la Orden, Venta de Baños, Amorebieta, Lasarte o Elgoibar, donde cada enero todavía se le recuerda como un ídolo. Al mismo cross donde desarrolló gran parte de su trayectoria como atleta, cuando el barro monopolizaba la mitad de la temporada y el campeonato del mundo de campo a través era la máxima cita con la que soñaban los fondistas de su generación. Y al cross que, en vísperas del europeo de Bruselas, sigue siendo uno de los pilares de sus atletas, a los que ha sabido transmitir su pasión por esta modalidad atlética que él sigue entendiendo como una disciplina en sí misma, de donde se pueden obtener muchas ventajas para el resto de temporada, pero que, como antaño, defiende como una especialidad con su propio calendario que debe de trabajarse como tal y que sirve para darnos el último apunte que formaría parte de su decálogo como entrenador: la polivalencia.
“Me gustan mucho los atletas polivalentes, capaces de competir más tiempo y en muchas disciplinas, como Adel Mechaal, capaz de alternar los 1.500 con el cross y la ruta, Irene Sánchez-Escribano, que compatibiliza los obstáculos y el cross, o Marta Pérez, que pasa del cross a los 3.000 metros en pista cubierta y a los 1.500 al aire libre”, concluye Serrano recordando un rasgo que ya caracterizaba a los atletas de Martín Velasco y sacando pecho de ello en el mejor momento posible, pues la propia Marta Pérez conseguirá en Bruselas el hito de ser la primera atleta española en representar a nuestro país en pista cubierta, aire libre, ruta y cross durante una misma temporada.
Como cada mañana, Antonio Serrano apaga el ordenador, cierra las libretas y se va a la pista del INEF. Tan jovial que, lejos de la edad, sigue siendo muy fácil reconocer en su fina figura a aquel joven atleta que comenzó a entrenar mientras trabajaba en el bar su padre en La Solana, a aquel precoz entrenador que dio sus primeros pasos entrenado a otros corredores mientras desarrollaba su propia trayectoria como atleta olímpico, o al ya veterano entrenador que sigue abrazado al futuro con iniciativas como la Fundación Antonio Serrano gracias a la cual siente el orgullo de ver a más de ochenta jóvenes atletas que disfrutan de pequeñas becas y mediante la que siente que al menos está pudiendo devolver al atletismo una pequeña parte de todo lo que él ha recibido, a pesar de las dificultades que implica una labor así en un país donde todavía la demanda de becas es mucho mayor que la apuesta de los patronos por las ventajas de estos proyectos.
“Ahora tengo veintipico hijos y eso me llena de ilusión cada día”, finaliza entre risas antes repartir a sus atletas en pequeños grupos de trabajo según sus cargas y su momento de la temporada.
Diez de ellos estarán en el europeo de cross, una nueva gesta dentro del atletismo español que demuestra que su techo como entrenador aún está muy lejos; tanto como la modernidad que seguirá definiéndole como uno de los grandes embajadores del atletismo español dentro y fuera de nuestras fronteras.