
Laura Luengo en su tercer maratón de su vida y el primero en un Mundial, logra la decimoprimera posición, el mejor puesto de una maratoniana española en un Mundial en los últimos 12 años.
Fátima Azzaharaa Ouhaddou termina 24.ª en una mañana en la que Adrián Ben se clasifica para la semifinal de los 1.500, donde no estarán Carlos Sáez ni Pol Oriach.
Hay pruebas que conectan de manera especial con determinados ámbitos geográficos. Se instalan en el iconograma sentimental de los aficionados, perpetuándose en sus anhelos atléticos generación tras generación. A veces se trata simplemente de una identificación con las actitudes de ciertos compatriotas para triunfar en ellas, otras se antoja simple devoción hacia su plasticidad o emoción. Sucede con las carreras de velocidad en Jamaica, la pértiga en Francia, la jabalina en Finlandia, el mediofondo en Reino Unido, el fondo en el cuerno de África, la marcha en España y Latinoamérica y, por supuesto, adquiriendo un cariz mucho más místico, rozando lo reverencial, el maratón en Japón.
No es que los nipones hayan tenido estrellas rutilantes en la materia (su fondo de armario, eso sí, resulta abrumador), pero el público local muestra una tendencia inequívoca a considerar los 42,195 km como algo mucho más serio que una competencia deportiva. Quien haya tenido la oportunidad de viajar por estas tierras y coincidir con algún maratón podrá dar fe de las locas historias que rodean una pasión cuya intensidad está lejos de mermar con los años. Más bien todo lo contrario.
En ese contexto, el de ser consideradas seres especiales que se someten voluntariamente a un esfuerzo ejemplarizante y motivador para regocijo de quienes se apostan a ambos lados de la calzada o presencian el espectáculo por televisión, saltaron al tartán del Estadio Nacional de Tokio las 73 devoradoras de kilómetros (de 43 federaciones) que disputaban el título mundial, entre ellas las españolas Laura Luengo y Fátima Azzaharaa Ouhaddou (la campeona de Europa, única mujer española de la historia en posesión de un título en la carrera más larga del programa atlético).
La extremeña Laura Luengo, entrenada por Juan del Campo y Luis Miguel Martín Berlanas, afrontaba su primer Mundial (de hecho, su primer maratón en el ámbito no comercial y el tercero desde que debutase en Valencia —diciembre de 2023— con 2:25:33) como doble campeona de España de media (2022 y 2023) y una mejor marca personal de 2:22:31 (segunda mejor marca española de todos los tiempos).
Por su parte, Fátima, cordobesa que se prepara a las órdenes de Johny Ouriaghli, está viviendo la mejor temporada de su bisoña trayectoria deportiva (comenzó a entrenar pasados los 20 años y no se dedicó con seriedad al asunto hasta hace cinco). Hoy, además del mencionado título continental, ostenta una mejor marca de 2:24:05 (la tercera de nuestra historia, conquistada, como la personal best de Laura, en Valencia 2024) y es la actual campeona nacional de los 21,097 km. Este era el sexto maratón de su vida… el séptimo si tenemos en cuenta su estreno mundialista en Budapest 2023, donde tuvo que retirarse lesionada.

Comenzó accidentada la prueba para Laura, inmiscuida en una caída que dio con sus huesos en el tartán, aunque la prontitud en levantarse (y la escasa velocidad que llevaba en ese momento) hizo sospechar que los daños no pasarían a mayores, más allá del ruido mental que supone empezar una prueba tan agónica con tan poca fortuna. El kilómetro 5 lo pasaron trigésima (Fátima, 17:31) y cuadragésimo cuarta (Laura, 17:56). Por delante era la estadounidense Susana Sullivan (17:30) quien marcaba el paso de un grupo en el que sobresalía la plusmarquista mundial (eso mantiene World Athletics a la espera de saber qué sucede con el positivo de Ruth Chepngetich) y subcampeona olímpica Tigst Assefa, quien afrontaba su primer mundial. Planteaban una carrera conservadora las nuestras, inteligentes ante el nivel de las rivales y la dureza de la meteorología (28 grados y un 80% de humedad).
Calles anchas, curvas abiertas, circuito con ligeras ondulaciones (no era el mismo que el Major que se disputa en febrero), puntos emblemáticos transitados, multitudes tras las vallas… estética de día grande. Y allí peleaban las nuestras; cruzaron el kilómetro 10 (sito en el popular distrito de Akihabara) 26.ª (Fátima, 34:54) y 41.ª (Laura, 35:57). La cabeza de la prueba seguía nominándola la valerosa Sullivan (34:21), acompañada de su compatriota Jessica McClain, con cinco segundos de ventaja sobre los talentos africanos: Cherono, Ketema, Chessang, Assefa, Kebede… y las heroínas locales Kobayashi y Ando.
Sullivan emprendió la aventura en solitario a una media de 3:27 el mil; en 1:09:07 cruzó el kilómetro 20, con 27 segundos de ventaja con respecto a McClain y 28 a Fatima Ezzahara Gardai (Marruecos), la medallista de bronce de Budapest 2023. Otra Fátima, la nuestra, era 21.ª (1:10:34). Laura también seguía creciendo (31.ª, 1:11:27). Las favoritas corrían a 1:10 de la cabeza.
Progresaban las nuestras, recogiendo los frutos de su contención inicial. En el kilómetro 25, Fátima cruzaba 20.ª (1:28:49, a 2:18 de cabeza) y Laura, dictando una conferencia sobre gestión del esfuerzo, 21.ª (1:29:02, a 2:31 de la líder, una Sullivan a la que las africanas comenzaban a recortarle distancia; ya estaban a solo 36 segundos, que quedarían en nada antes de llegar al 30, cuando comenzó el mano a mano entre Assefa y la campeona olímpica en Tokio, Peres Jepchirchir).
Y llegó el 30 y la ratificación de que el título se disputaría entre las dos favoritas (1:45:35, 18 segundos de ventaja respecto a Masai y Chesang). Laura seguía con su fiesta, segura del control que ejercía sobre su cuerpo y su reloj: 17.ª en 1:46:53. Fátima seguía peleando no muy lejos, 20.ª (1:47:20). Al paso por el 35 las buenas noticias seguían llegando: Laura ya era 15.ª (2:04:44), aunque Fátima perdía un par de puestos (22.ª, 2:06:36).
La parte final, con el termómetro ya al filo de los 30 grados, la humedad en el 70% (sensación térmica de 33 grados) y los mayores desniveles, se hizo brutal. Fue una bonita batalla entre la etíope y la keniana (tres veces campeona mundial de media) resuelta a favor de Jepchirchir (2:24:43) en un glorioso sprint final en la última media vuelta sobre el tartán en el que relegó a Assefa, de una manera parecida, a la misma medalla que conquistó en París (2:24:45). Por detrás, la sensación de la prueba, la uruguaya Julia Paternain (2:27:23), bronce, demostrando que el maratón es tan maravilloso que, aunque tengas una marca personal (récord nacional) de 2:27:09, puedes pelear con las mejores en condiciones tan particulares como las de un gran campeonato bajo el bochorno.
Y no mucho después entraba al óvalo Laura Luengo (2:30:53), culminando una remontada que a partir de ahora deberán poner muy arriba en los manuales de maratón para corredores de élite: 11.ª, el tercer mejor puesto de una española en la historia de los Mundiales (solo la superan el 5.º puesto de Alessandra Aguilar en 2013 y el 6.º de Mónica Pont en 1995). Fátima, cuajando también una buena actuación, rozaba el top 20 (24.ª, 2:35:05).

Mientras las mujeres peleaban en el asfalto comenzó la actividad en el Estadio Nacional. Tres de los nuestros salieron en la primera ronda del 1.500, donde accedían a las semifinales de mañana (14:30) los seis primeros de cada una de las cuatro series. En la inaugural competía Pol Oriach, el aragonés entrenado por Arturo Martín que afrontaba su primera participación en un Campeonato del Mundo (de pista). Partía con una marca de 3:31.75 lograda este curso, la novena entre todos los presentes; caras conocidas como los Nordas, Nillessen, Kerr, Habz… Durante los primeros 800 m (2:00.56) Pol estuvo impecable, sexto, bien situado en busca de la Q. Al toque de campana perdió alguna plaza, pero seguía en la pelea. La cosa se desbarató cuando la carrera se alocó en los últimos 300 metros: concluyó 9.º con 3:37.43. Buena actitud, nada que objetar a un debutante en una serie en la que, ojo al nivel, quedó apeado el francés Habz, líder mundial del año, y ganó el noruego Nordas (bronce en Budapest) con 3:35.90.
En la segunda aparecía el gallego Adrián Ben (compañero de entreno de Pol), campeón de Europa de 800 bajo techo y finalista en los Mundiales del 19 y el 23 en esa distancia. Cuarto Mundial, primero en el “milqui”, presentando una PB de 3:31.70. De nuevo una serie salvaje: el campeón olímpico Hocker, Farken, Cheruiyot… Muy atento Adri en los puestos de cabeza desde el comienzo, cogiendo la cuerda con frialdad y sin presentar nerviosismo (y sí paciencia) cuando el tráfico le llegaba por la derecha. No la abandonó hasta el final y su maestría táctica le condujo a la quinta plaza (3:42.27) y el pase directo a la siguiente ronda.
El último de los nuestros, Carlos Sáez, pupilo de Antonio Serrano, también comparecía por vez primera en un Mundial (su segunda actuación con la Selección absoluta). Lo hacía el subcampeón de España con 3:32.28 en la cuarta y última carrera, la misma de Ingebrigtsen y Wightman, campeón olímpico y mundial de esta prueba respectivamente. El gallego salió en la parte trasera del grupo, a la expectativa en una cita que se puso en fila de a uno antes del 800 (1:59.17). Al toque de campana se descolgó, arribó 10.º (3:40.61) y ya no podrá seguir en el Mundial, misma suerte que Ingebrigtsen, que despejó la realidad sobre su estado de forma acabando 8.º (3:37.84) y protagonizando la gran sorpresa del campeonato. Ganó Wightman (3:36.90), el campeón de hace tres años.
