Pocas temporadas recuerda el atletismo español como la de Ana Lozano en 2017. Un cuento de hadas intenso y fugaz en el que la alcarreña cumplió casi todos sus sueños en apenas seis meses, antes de que las lesiones se cebasen con ella y pusieran su carrera en standby hasta la fecha. Finalista europea en pista cubierta, sexta española de la historia en 5000 m, a las puertas de la final del Mundial en el Olímpico de Londres… y un highlight que nadie olvida: su contundente victoria en el Europeo por Equipos de Lille-Metropole. La última de una atleta española en la antigua Superliga.
Camino hacia el Estadio Municipal Fuente de la Niña en Guadalajara, como cada tarde, Ana recuerda aquel viaje a Lille. Deja entrever su característica sonrisa al otro lado del teléfono, volviendo mentalmente a su querida Francia (donde había estudiado parte de su máster en Biología) y olvidándose, al menos durante un rato, de la enésima “historia” que le ha tenido parada “un mesecillo”. Otro. De nuevo, un tema óseo (“si es que al final seis años de amenorrea no pasan en balde”).
“Lille es de los mejores recuerdos atléticos que tengo. Fue en ese año tan especial, en el que todo iba a pedir de boca. Aunque estaba muy en forma, no dejaba de ser muy novata. Llegué al campeonato con mucha ilusión porque es una competición muy bonita, por equipos, representando a tu país, en tu prueba… Tenía muchas ganas de hacerlo muy bien pero a la vez mucha incertidumbre y mucha responsabilidad”, relata la pupila de Javi Cañadillas.
Ana rememora aquel día con sumo detalle y una energía contagiosa: “Durante el calentamiento estaba bastante nerviosa y con mucha ilusión, me encontraba bastante bien. Hablaba francés y charlé con los voluntarios, que allí se implican muchísimo. Ya en la línea de salida, recuerdo mucho apoyo y mucha ilusión por tener cerca al equipo, que (¿casualidad?) se ubicaba en la salida del 5000 m. Fue un regalo que gente superpotente, a la que había admirado toda la vida, fuesen mis compañeros y me animasen durante toda la carrera”.
Entonces, el disparo de salida. “Una ucraniana [Yuliya Shmatenko] empezó tirando, iba claramente a hacer la mínima para el Mundial [15:22.00], y nos pegamos a ella Liv Westphal, Alina Reh, una británica [Calli Thackery] y yo”, relata Ana. Thackery pronto se descolgó, pero la española seguía a rueda de sus tres grandes rivales. No tenía necesidad de tirar, de buscar un ritmo fuerte, únicamente con los 11 puntos en la cabeza.
¿La táctica? La táctica es que no hay táctica. En la pista, Ana funciona por instinto. “Corro de una forma un poco intuitiva. No sabía cuándo iba a cambiar pero sí que necesitaba hacer un cambio largo para ganar”, explica.
Con 1500 metros por delante, ¡zas!
“Me salió solo. Fue un impulso. Me estaba encontrando tan bien que pegué un cambio seco y me fui. Y disfruté muchísimo esas vueltas, aunque no paraba de mirar para atrás, que me da mucha vergüenza el vídeo porque miro atrás hasta el último 50 m aunque las demás estaban a tomar viento”, detalla Ana a carcajada limpia. “Pero es que no me lo podía creer. Me veía en ese campeonato internacional, encontrándome genial, con ese cambio que hice, yo sola… Volaba”.
Aquella victoria de Ana Lozano fue una de las cuatro de #EspañaAtletismo en Lille, la única femenina, y contribuyó de forma determinante al histórico quinto puesto en la clasificación final, el mejor de siempre desde que hombres y mujeres puntúan conjuntamente.
Sin embargo, y a pesar del enorme crecimiento del atletismo femenino en España en los últimos años, ninguna española ha vuelto a ganar en el Europeo por Equipos. De cara a Silesia, Ana tiene una predilecta: “En el 5000 m va Águeda Marqués y es una atleta que admiro un montón, con unas cualidades excepcionales, y ojalá fuese ella la siguiente en ganar… Pero en este caso, al ser un campeonato por equipos, lo que de verdad espero es que #EspañaAtletismo vuelva a lograr una clasificación histórica”.
