Los Chamosa: marchar al compás

La primera vez que dos hermanos son finalistas en un mismo Mundial
Viernes, 10 de Octubre de 2025
Alberto Hernández
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Hermanos Chamosa - Tokio2025
RFEA | Sportmedia

Antía y Daniel, los hermanos Chamosa, ya son historia del atletismo español

No había sucedido jamás. Lógico, teniendo en cuenta que el talento atlético fluye sin ningún patrón evidente y es raro que una misma unidad familiar reciba una dosis desproporcionada. Cierto que hay sagas ilustres (hermanos de la Torre, García, Fuentes-Pila o Quijera, por citar casos más recientes) con varios de sus descendientes luciendo la camiseta de #EspañaAtletismo por estadios de medio mundo, pero nunca una pareja hermana-hermano (o viceversa) había representado nuestros intereses en una misma edición de un gran campeonato global. 

Sucedió en Tokio, a mediados de septiembre, cuando los Chamosa, primero Daniel, luego Antía, marcharon respectivamente en los 35 y los 20 kilómetros del Mundial. La efeméride ya sería atractiva de por sí, pero el dúo gallego no se conformó con prenderse el dorsal, hacer frente al calor y la humedad, desparramar un poquito de sufrimiento por las entrañas y extremidades del Estadio Nacional, dar, según los cánones que dicta el manual de buen comportamiento del atleta de élite, lo mejor de sí mismos. Fueron más allá y tanto el uno (debutante) como la otra (segunda vez en el evento) alcanzaron puesto de finalista (6º y 7ª).

 

Así que no extraña que ahora, ya en su Pontevedra natal tras haberse quedado unos días por Japón ejerciendo de turistas con la satisfacción del deber cumplido, exhiban una sonrisa gigante mientras disfrutan de un largo asueto en su plan de entreno. Dani todavía sale a trotar de vez en cuando con el cabeza de familia, runner confeso: “30-40 minutos, lo que apetezca, aunque de vez en cuando tengo que marchar porque lo pide el cuerpo; muscularmente me cuesta un poco correr porque no estoy acostumbrado”. Antía, pícara, confiesa que para ella las cosas son “todo o nada, así que mi descanso es total… que me perdone Jacinto”. Y ríe, feliz, pues Jacinto es Jacinto Garzón, uno de sus entrenadores, el mismo que también dirige los pasos de la mejor de ahora, de ayer, de siempre: María Pérez. Una joven leyenda en la preparación de caminantes de alto standing, como también referencia es la otra parte del binomio, Montse Pastor, una mujer a la que la marcha española debe toneladas de éxito. Seguro que ambos comparten su indulgencia tras una temporada suscrita al podio (ha competido 10 veces: una no terminó y de las otras ocho ha ganado cinco —entre ellas los títulos nacionales de 20 y 35 km—, una vez ha sido segunda —plata en el Campeonato de España de 10.000, imagínense detrás de quién—, dos veces cuarta y el mencionado puesto de finalista en Tokio).

Aquí, al oeste de Galicia, comenzó todo. Su padre acudía a las carreras populares y a ellos eso de quedarse en casa como que no. “Corríamos, pero no entrenábamos, era algo puntual del fin de semana”, rememora Dani, con algo más de recuerdos sobre la época, un caudal extra de memoria que le aportan los dos años de ventaja que le lleva a Antía (28 a 26), quien por aquel entonces “era prebenjamín o así, no me acuerdo mucho, sé que era muy pequeña y quería hacer lo que hacía mi hermano mayor”.

No tardaron en apuntarlos al grupo de José Antonio Pardal, donde por primera vez coincidieron con muchachos que practicaban la marcha, disciplina que, dispara Dani sincero, “al principio no nos convenció mucho, sobre todo por el tema de las faltas, eso de que después de todo lo que te has esforzado puedan echarte…”. Es evidente que solventaron esos recelos, aunque no se dedicaran al asunto a tiempo completo, todo lo contrario: “Lo mismo hacía un campeonato gallego de cross, que marchaba en pista y al acabar me iba a saltar altura o a correr un 3000 o lo que sea”, rememora Antía sobre esa infancia feliz, en movimiento, jugando a un deporte que ni sospechaban que podría ser una profesión.

De hecho, no se daba cuenta de lo bien que lo hacía, no cuestionaba ni lo más mínimo su nivel: “Dani sí que me parecía que se lo tomaba algo más en serio, pero yo iba para estar con mis amigas, porque me lo pasaba muy bien… a mí lo que me movía era el ambiente”. Su hermano señala los primeros años en categoría absoluta como la fase en la que empezó a pensar que “tanta dedicación podía merecer la pena”, pero ella no encuentra un punto concreto en el que decidiese hacerse profesional; todo fue fluyendo y, hoy en día, sigue machacándose porque le gusta, ya que tiene claro que “si trabajásemos de lo nuestro (ella fisioterapeuta y él licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte) probablemente ganaríamos más, pero lo que disfrutamos no lo cambio”. Asiente Dani, que se muestra satisfecho de poder ganarse la vida con su pasatiempo infantil y agradece que su condición de DAN (Deportista de Alto Nivel) les permita “cotizar como si estuviéramos trabajando en cualquier otro sector. Este año, además, tendremos ambos la beca de la RFEA y Antía, además, la del CSD, puesto que el 20 sí que es prueba olímpica”.

 

Ambos derrochan satisfacción tras un curso tan productivo, aunque Antía muestre incredulidad al revisar su marca personal en los 20 km (1:27:55), conquistada a finales de marzo junto al título nacional en San Pedro del Pinatar: “Cuando era más joven y veía a las chicas que tenían esas marcas me decía a mí misma que también quería hacerlas yo, pero no me imaginaba cuándo llegaría el momento, y por supuesto no pensaba que pudiera ser este año, en un momento tan temprano de la temporada. Esa actuación me dio muchísima confianza; antes de lograrlo siempre le comentaba a Dani que esas cosas solo las hacía la gente muy buena”.

Él reconoce que su camino ha sido algo más empedrado: “En 2024 fui tercero en el Nacional de 10.000, pero antes de eso se me habían escapado un montón de campeonatos, no era capaz de meterme ni en los Europeos o Mundiales por equipos; hasta 2025 no he podido debutar con la selección absoluta. De hecho, tras ser internacional sub-20, no lo había sido en sub-23; diversos problemas físicos me impidieron dar el nivel; fíjate que muchos de mis compis de ahora me doblaban en un 10.000”. La perseverancia, la casta, esa capacidad de aferrarse a los sueños que poseen los superdotados del deporte, un intangible que trasciende organismos excepcionalmente dotados como el de los Chamosa (longilíneos, fibrosos, ligeros, solventes máquinas aeróbicas), casi siempre suele estar detrás de estos relatos con final feliz en los que no pocas veces se echaron varios borrones.

Hoy saben que fue un acierto abandonar el calor del hogar, allá por 2018, ya en otoño, cuando se pusieron a las órdenes de Montse Pastor, entrenando a distancia, pasando largos períodos en Barcelona o Guadix. Luego llegó el acuerdo de su entrenadora con Jacinto (ella suele quedarse más con los jóvenes y él se mueve a las concentraciones de los absolutos), así que se vieron todavía mejor pertrechados para salir por ahí a batirse con los mejores del mundo, aunque cada vez son más días los que están fuera de Pontevedra: “Jacinto y Montse están asentados en Guadix, lo que provoca que cada vez estemos más por allí, aunque este año no se puede decir que hayamos estado mucho en un sitio fijo, pues nos hemos concentrado en Sierra Nevada, Guardamar, México, Sevilla, Barcelona, Font Romeu…”.

Dentro del nomadismo intrínseco de la marcha española, de largo los atletas que más jornadas pasan fuera de casa (no se llega a ser una potencia universal sin hacer sacrificios), Antía reconoce que ahora, tecnología y ocio digital mediante, las ausencias son más llevaderas que en generaciones anteriores y encima en 2025 han contado con el plus “de concentrarnos a menudo casi todo el equipo, con lo que nos divertíamos bastante”. Aunque haya sitios (que nadie mire a Font Romeu) donde ni el wifi ni la compañía palian el aburrimiento, pues como cuenta Dani, “a las 18:00 no ves a casi nadie por la calle y a las 20:00 se hace imposible encontrar un sitio para tomar un café”.

 

Volviendo al Mundial, su mejor prestación hasta el momento, Dani reconoce que Jacinto confiaba más que él mismo: “Me hablaba de ser finalista, pero venía de acabar 7º en el Campeonato de Europa por equipos (con marca personal de 2:27:56) y me parecía un salto muy grande el top-8 en Tokio. Al salir ya se veía que, dadas las condiciones, la prueba sería dura. Me situé 12-14, pero según pasaban los kilómetros me fui encontrando cada vez mejor, asentía con la cabeza cuando me preguntaban desde los puestos de avituallamiento y, cuando definitivamente se fue el grupo principal y me quedé con Miguel Ángel López, confié en remontar. Fue increíble poder disfrutar la entrada al estadio tranquilo, pues ya sabía que los que venían por detrás no podían cogerme”.

Antía también aterrizó en Narita cargada de prudencia, pensando en un top-10 pero alerta a sus pasadas experiencias veraniegas, ya que “ni en Múnich ni en Budapest me encontré bien, así que esta vez pedía un día normal, no especial, solo poder demostrar todo lo que tenía dentro”. Lo hizo con creces, saliendo valiente, delante, hasta que las elegidas comenzaron a firmar parciales de 4:15 el mil. Entonces sacó la calculadora y “me quedé sola, esperando que fuesen cayendo, pero cuando me gritaban la posición en la que iba no sabía si las de delante eran dobladas o quedadas, así que la sensación era un poco extraña porque no tenía muy claras las referencias; me hubiera gustado más una lucha algo más cerrada con las rivales. Por supuesto que confiaba en remontar hasta donde lo hice, pues la sexta, la que entró justo delante de mí, fue la china Yang Jiayu, la campeona olímpica; ahí estaba mi nivel de momento, en el futuro el objetivo será intentar aguantar con las líderes mucho más tiempo”.

Ese futuro comenzará a escribirse dentro de poco, a principios de noviembre, día arriba, día abajo (“se agradece el descanso, pues el año se ha hecho demasiado largo”, coinciden ambos). Cuando se acabe el relax y vuelvan los días cargados de kilómetros al calendario, el arranque de una temporada que, en marzo, con la disputa del Nacional, se irá poniendo seria hasta desembocar en el Campeonato del Mundo por Equipos de Brasilia, primero, y el Europeo de Birmingham, después. Allí se estrenarán los nuevos formatos de medio maratón y maratón que tanto debate han generado. Ellos, por supuesto, no son ajenos: “Vendrá bien, por ejemplo, para que los corredores populares puedan compararse de manera más gráfica con nosotros y tener conciencia de lo rápido que se puede ir marchando. Además, la inmensa mayoría de los marchadores no quería el relevo mixto y prefería el 35 o al menos algo más parecido al 50, con lo que la nueva decisión es volver casi a lo de antes. La parte negativa es que parece que hay que adaptarse a algo nuevo cada dos años y encima en los Juegos eliminan la versión larga”, sostiene Dani, refrendado por su hermana, quien opina que “al no ser prueba olímpica, la gran mayoría de la gente no hará los 42 kilómetros los años previos a los Juegos; se enfocará en la media, con lo que corres el riesgo de que la participación se resienta bastante, aunque no creo que eso suceda en el caso de España”.

Es imposible no volver a sacar a relucir el nombre de María Pérez, la atleta española más laureada de todos los tiempos, con quien sobre todo coinciden en concentraciones y los fines de semana, “pues ella está en Granada y nosotros en Guadix, pero tener la oportunidad de ver cómo trabaja es fantástico; es entrenar con la más grande. Algunas sesiones las hago con ella, hasta donde puedo, pues su nivel le permitiría incluso entrenar con los chicos”, relata admirada Antía. Y al hilo de lo que aprenden de la ‘todocampeona’ andaluza, se acuerdan también de otra grande de nuestra marcha, July Takács (subcampeona de Europa de 50 km en 2018), quien solía decirles que era su “madre deportiva” y los cuidó con mimo en su primera época en el alto rendimiento.

A la vuelta de la esquina aguardan las bondades de ese método que Jacinto y Montse han pulido hasta convertirlo en sinónimo de excelencia, una manera de trabajar basada en la intensidad, “con muchas cosas cortas y, cuando toca umbral, series largas, todo muy controlado, con toma de lactatos y haciendo uso de los avances que tenemos disponibles”. Una manera de actuar con la que Dani se muestra más que satisfecho: “He sufrido menos y he rendido más. Claro que se pasa mal en los esfuerzos cortos e intensos, pero en conjunto el plan es mucho más llevadero”. Antía apuntala esa opinión: “Otros años he metido muchos más kilómetros para el 35 y este, con bastantes menos y enfocándome en el 20, me ha salido mucho mejor”. Si hablamos de métricas, ella ha llegado a semanas de 120 kilómetros cuando tocaba acumular, quedándose en 90-100 en épocas de meter más cera. Él llegó a 145 en la más exigente, “solo un poco más que cuando preparaba el 20. Mi rodaje más largo ha sido de 30 kilómetros y lo he hecho una sola vez en cada preparación. Los habituales oscilan, tanto para Antía como para mí, entre 10-12 y 18-22. Normalmente hacemos dos semanas de carga y una de descarga”. Es normal preguntarse: “¿Entrenan mucho juntos?” Lo cierto es que, como cuenta ella, “lo hacemos de vez en cuando, porque no quiero condicionarle a que me espere. Muchas veces salimos a la par y, pasados los primeros kilómetros, él se va solo. Cuando sí me fuerzo a seguirle es en las travesías por la montaña que hacemos a principios de temporada, pero en el resto de sesiones no. Bien es cierto que, excepto cuando está María, suelo ser la única chica, así que para no ir tanto rato sola intento seguir el ritmo de ellos y cada vez lo aguanto mejor”.

Tras tanto ejercitarse haciendo caso omiso a las predicciones meteorológicas (se entrena siempre, digan lo que digan), no extraña que sus planes de desconexión sean más bien tranquilos. Antía es aficionada a la lectura, a quedar con los amigos cuando surge la oportunidad y le está dando vueltas a volver a dibujar, “una afición que tenía de pequeña y he perdido casi sin darme cuenta. Eso es una reflexión que he hecho últimamente: el deporte de élite te hace olvidar cosas que te gustan por la pura falta de tiempo”. Dani también es modesto en el desfogue: “Como la mayoría de las veces estoy reventado, solo quiero sentarme con Antía a ver una buena película”. Una magnífica, de gran guion y mejor interpretación, es la suya, la de los Chamosa, que además tiene una ventaja fantástica: acaba de empezar.

 

 

HISTORIAL DEPORTIVO DE ANTÍA CHAMOSA

HISTORIAL DEPORTIVO DE DANIEL CHAMOSA