Los marchadores se hacen con la victoria en la primera edición del maratón mixto por relevos y se convierten en los únicos atletas españoles con oro olímpico, mundial y europeo en su palmarés. Mohamed Attaoui ofrece una exhibición para acceder a semifinales del 800, ronda en la que también estarán Esther Guerrero y Águeda Marqués en los 1500. Yulenmis Aguilar y Thierry Ndikumwenayo completan una mañana fantástica metiéndose en las finales de jabalina y 5000.
Hubo un momento crucial para España Atletismo en el exitoso estreno del maratón olímpico. Sucedió al filo del noveno kilómetro del segundo relevo masculino. El ecuatoriano Daniel Pintado caminaba junto a Álvaro Martín sabedor de que tendría que ofrecer la mano a su compañera (Glenda Mocejón) con cierta ventaja para que esta pudiera tener una mínima opción ante la segura acometida de María Pérez. Así que imprimió un cambio brusco, seco, marca de la casa. Similar a la aceleración que le reportó el oro hace seis días en el 20.
No tardó en amasar ventaja. Un hueco que llegó a abrirse hasta 30 metros ante la sangre fría del extremeño, veterano y estudioso, consciente de que las tarjetas rojas (a dividir entre los componentes de cada dúo) proliferan en las distancias cortas. Y Ecuador ya llevaba una. No salió de inmediato, pero se fajó tanto en la recuperación progresiva que acabó sobrepasando a Pintado (4 segundos) a pocos metros de la zona de cambio. Allí la chocó con María y acto seguido cayó derrumbado a suelo. Se había vaciado por un sueño que almidona sus noches desde crío. Ese parcial de 10 kilómetros arrojó un 38:11 que evidenciaba la progresión de la prueba tras una primera posta masculina (11,45 km) en 43:33 (42:56 María en sus primeros 10 km).
Ahí acabó todo. El oro comenzó a relucir. Los nervios ante un giro inesperado de los acontecimientos, claro. El respeto ante el talento de los rivales, faltaría más. Pero, en el fondo, la certidumbre de que la doble campeona mundial no dejaría escapar esta oportunidad. Lo sabía también Álvaro, ya repuesto de su entrega sin límites, con voz de trueno para jalear a su compañera, su amiga, la mujer junto a la que figurará por siempre en los libros. “Siete vueltas para la gloria”, berreaba en la única curva del circuito (un kilómetro en L), justo después de la zona de cambio, a los pies de la Torre Eiffel, atravesando una y otra vez el Sena por el Puente de Jena, con los jardines del Trocadero -punto de inicio y fin- ofreciéndose a cada giro como una metáfora del oropel que ansías y no acabas de apresar. María a lo suyo, abriendo camino con respecto a Glenda Morejón, la única con capacidad para provocarle alguna mínima inquietud, pues el resto de equipos estaban ya muy fuera de su radar. Pronto los segundos empezaron a caer del lado de discípula de Jacinto Garzón, de dos en dos, de tres en tres… hasta casi raspar el minuto.
Y en cada paso un aliento del medallista de bronce a la de plata en los 20 km: “Vamos mi campeona”. A punto de llegar al ecuador (el segundo relevo femenino era de 10.745 metros): “¡Cinco putos kilómetros, no hace falta ni contar!”. Era precioso ver como dos se hacían uno, como la palabra equipo alcanzaba su máxima dimensión. También encontraba momento para las referencias tácticas (“¡Llevan dos avisos!”), que no le impedían sacar a pasear su clase, bastón y bombín, alentando al rival: “Lo tienes Glenda”. Se refería a la plata, lógico, pues ni su compañero Pintado apostaba por la remontada: “¡Cuidado, cuidado, que hay que hacer historia!” (la hicieron). Era tan grande el miedo al pit lane (tres minutos de espera tras la tercera roja) como la alegría desbordante de los miles de españoles que habían madrugado (salida a las 7:30 de la mañana) para ser testigos de uno de los días más icónicos de la historia de nuestro deporte.
María continuaba su fuga, desenfrenada, sabiendo que, en el imposible caso de necesitarlos, todavía albergaba uno, dos, cien cambios de ritmo. Sonreía, chocaba las manos, trataba de identificar a los seres queridos entre la marabunta. Mientras, Álvaro se abrazaba a Ruth Beitia, elocuente metáfora de la bienvenida al paraíso. Y la pequeña gigante devoraba a dos carrillos los últimos metros, y cruzaba al fin la meta (2:50.31), y ambos se envolvían en la bandera, felices, orgullosos, y contagiaban su éxito a una afición que por aquel entonces ya estaba al tanto de las estadísticas. Primero: jamás alguien de los nuestros había logrado dos medallas en una misma edición de los Juegos (hoy, por cierto, era el aniversario del bronce de Javier García Chico en Barcelona 92). Segundo, mucho más importante, ningún español o española, ni uno solo de los mitos, posee lo que ellos tienen: la triple corona. El oro mundial, olímpico y europeo. María, Álvaro: ¡Disfrutad la eternidad!
Nuestra otra pareja de marchadores en liza Miguel Ángel López y Cristina Montesinos, fueron de menos a más con el murciano, en puestos algo más retrasados en su primera posta, entregando la primera en 16ª posición, que se mantuvo tanto en la segunda posta de Cristina como la siguiente de Miguel Ángel, que en su segunda intervención comenzó a remontar posiciones, que nuevamente su compañera, en la última posta, se encargo de rematar y muy bien, mejorando hasta cinco posiciones para lograr una muy meritoria novena plaza, a treinta segundos del diploma olímpico.
Con el subidón encima nos introdujimos en las entrañas de la ciudad y la surcamos poniendo rumbo norte. Y aparecimos en la tribuna de prensa del Stade de France justo cuando Thierry Ndikumwenayo se veía envuelto en una tremenda caída a falta de menos de 100 metros para la conclusión de la primera serie de los 5000 metros. Abatido y magullado se iba fuera del tartán y cruzaba la meta por el costado de la célula de cronometraje, lo que suponía abandonar. Pero los jueces entendieron que no tuvo nada que ver en la montonera y premiaron su inocencia recalificándole (junto a otros tres fondistas). La final: sábado 10 a las 19:50.
Había arrancado también el grupo B de la calificación de jabalina, donde concursaba Yulenmis Aguilar. Pedían 62 metros o al menos estar entre las 12 mejores. En el primer tiro ya se vio que andaba fina, 61.95. El segundo fue más modesto, 58.35. El tercero volvía a ser más largo, 59.92, pero daba igual porque estaba en la final (9ª, la primera q del sumario) y con esos 61.95 que significa la mejor marca olímpica de una española en esta prueba.
En el 800 las cartas se pusieron sobre la mesa. Clasificaban a semifinales (día 9 a las 11:30) los tres primeros de cada una de las seis carreras de primera ronda. El resto deberá aguardar a la repesca (mañana a las 12:00), donde estarán Adrián Ben (4º en la tercera con 1:45.03) y Josué Canales (5º en la cuarta con 1:46.48) con serias probabilidades de pasar. Y luego… lo de Mohamed Attaoui. El cántabro ya no puede esconderse, imposible: es uno de los favoritos al oro. Así de claro. A tres cientos metros del final de la sexta serie el plusmarquista español parecía encerrado a cola del grupo, pero chascó las piernas y regaló a Saint Denis uno de esos cambios superdotados que le condujo a la victoria en 1:44.81. En plena recta, con clara ventaja, miró para atrás en repetidas ocasiones. ¿Os acordáis de quién popularizó ese gesto? Pues eso.
Y hablando de 1500 (guiño), la sesión culminó con la repesca de las que ayer no pudieron acceder por la vía rápida a semis. Dos series, pasaban las tres primeras de cada una. Esther Guerrero se colocó vigilante en cabeza de un grupo que perseguía la temprana escapada de la etíope Birke Haylom, a la que no pudieron dar caza. Tanto dio, pues la de Banyoles entró segunda (4:03.15) en el sprint por detrás de la italiana Cavalli y estará mañana (19:35) en las semifinales junto a Marta Pérez, lo mismo que una soberbia Águeda Marqués, que leyó su prueba con claridad y entró tercera (4:07.05). Resumiendo: ¡Las tres españolas en semis! (no sucedía desde Atenas 2004).
𝑬𝙡 𝙂𝑹𝘼𝑵 𝑬́𝙓𝑰𝙏𝑶 𝒅𝙚 𝙡𝒂 𝒎𝙖𝒓𝙘𝒉𝙖 𝙚𝒔𝙥𝒂𝙣̃𝒐𝙡𝒂 #Paris2024
— atletismoRFEA (@atletismoRFEA) August 7, 2024
🎙️ @garciaperezmari
"Tenemos el mejor equipo, por mis compañeros, por los entrenadores y por el gran futuro que viene"
🎙️ @Alvaroatletismo
"Nuestros abrazos por los oros pero también compartimos… pic.twitter.com/6ohxlqrVxn