María Vasco: “El bronce de Osaka hizo que me reconociese a mí misma”

La histórica marchadora es una de las dos españolas que han disputado ocho Mundiales
Lunes, 14 de Agosto de 2023
Antonio Aparicio
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María Vasco
RFEA / Miguélez Team

El gran público la conoce principalmente por ese bronce pionero en Sídney 2000 que la hizo ser durante muchos años la única atleta española con una medalla olímpica (hasta que Ruth Beitia y Ana Peleteiro se unieron a ese selecto club). Pero la carrera de María Vasco Gallardo (Viladecans, 26 de diciembre de 1975) no se reduce a ese mítico logro. Su palmarés es tan completo que, actualmente, sigue siendo la marchadora más laureada de nuestra historia. Es más, en lo que a número de Mundiales disputados se refiere, no hay ninguna compatriota que la supere.

Hablamos con María para repasar su participación en esas ocho ediciones mundialistas, que tienen como inequívoco punto culminante su magnífico bronce logrado en Osaka 2007. Una medalla con emotiva dedicación incluida que, para nuestra protagonista, fue “un punto de inflexión” en su carrera deportiva y, en ciertos aspectos, tuvo un valor mayor si cabe que la histórica presea olímpica lograda siete años antes. Porque ¿qué es más importante, el reconocimiento de los demás o el reconocimiento de uno mismo?

María, sigues siendo junto a Ruth Beitia la atleta española que más Mundiales ha disputado, con un total de ocho entre 1995 y 2011. ¿Qué te dice ese dato?

Ser una de las atletas que ha competido en más Mundiales junto a Ruth Beitia es un orgullo, y ese dato indica que han sido muchos años los que he estado en la élite mundial.

Aunque eres famosa sobre todo por tu histórica medalla olímpica en Sídney 2000, y tu palmarés en JJOO es aún más completo (con ese bronce y otros tres diplomas olímpicos en cinco participaciones), tu balance mundialista tampoco está nada mal, pues incluye otro bronce en Osaka 2007, una cuarta plaza en Helsinki 2005 y una quinta en Edmonton 2001. ¿Cómo valoras tus logros en los Mundiales, en comparación también con tus proezas olímpicas?

La verdad es que haber estado en cinco Juegos Olímpicos y tener una medalla y varios diplomas es un listón alto. Quizás, en comparación con los Mundiales, a lo mejor me hubiese faltado lograr alguna medalla más, o algún puesto de finalista más, pero creo que no me puedo quejar de mi historial mundialista.

Un año después de haber sido cuarta en el Mundial sub20 de Lisboa, Goteborg 1995 supuso tu primer gran campeonato con #EspañaAtletismo, en los ‘antiguos’ 10 km marcha (26ª con 45:05). ¿Qué recuerdos conservas de ese precoz debut mundialista?

Ese de Goteborg era mi primer Mundial absoluto y simplemente el hecho de poder estar allí ya era un gran premio. Lo recuerdo como un bonito comienzo, en el que empecé a cosechar competiciones al máximo nivel.

Tras no competir en Atenas 1997, pudiste disputar tu segundo Mundial en casa, en Sevilla 1999, con un 10º puesto en el estreno en una gran competición de los 20 kilómetros. ¿Qué nos cuentas de aquella cita?

Para mí, el Mundial de Sevilla 1999 ha sido una de las competiciones más duras de mi vida. Al ser en Sevilla, ese mes de agosto hizo muchísimo calor y, a pesar de que yo había preparado el campeonato en condiciones de calor, luego no tuve el día. Me encontré muy mal y llegué a meta porque era ‘en casa’ y había que llegar. Pero recuerdo cruzar la meta y acabar con varios litros de suero… Fue muy duro.

En Edmonton 2001 lograste tu primera plaza de finalista, quinta con 1:30:19. ¿Cómo recuerdas esa participación, que llegaba un año después de tu bronce en Sídney?

Es verdad que en ese Mundial de Edmonton quedé quinta, que es un fantástico puesto, pero fue un sabor un poco agridulce, ya que venía de conseguir una medalla olímpica el año anterior, y todo lo que se esperaba era como mínimo otra medalla. Al final, esas expectativas que había alrededor fueron las que me hicieron sentir peor, porque parecía que conseguir un quinto puesto no valía para nada después de haber sido medallista olímpica.

En París 2003 abandonaste, pero en Helsinki 2005 firmaste tu mejor Mundial hasta entonces: cuarta con 1h28:51… ¡y a solo siete segundos del bronce! ¿Qué sabor te dejó esa actuación en la capital finlandesa?

En Helsinki 2005 no acabé nada contenta, porque me quedé muy cerca de conseguir medalla. Tuve que controlar, porque recuerdo que me mostraron bastantes avisos y no sabía por qué, ya que siempre me han considerado una persona que ha cuidado mucho su técnica, y yo también lo he considerado así. Pero ese año no sé qué pasó… Me hicieron frenarme mucho y no acabé nada contenta, porque quedar cuarta es muy buen puesto, pero cuando ves que estás a punto de conseguir una medalla y al final no la consigues hace que no te quedes satisfecha.

En aquella carrera, a falta de cinco kilómetros ibas quinta por detrás de Elisa Rigaudo y la campeona olímpica Athanasía Tsoumeléka, pero aunque acabaste superando a ambas, se te acabó colando delante la portuguesa Susana Feitor…

Es cierto, se me acabó colando Susana Feitor [sonríe]. Susana Feitor y yo siempre hemos tenido un mano a mano particular. Algunas veces ella quedaba por delante, otras veces yo... y así estuvimos en muchos campeonatos. En Helsinki, al final fue ella quien me superó y me quitó la medalla, pero así es la competición [sonríe].

Aun así, lo mejor estaba por llegar, y en Osaka 2007 lograste un espléndido bronce, tu única medalla en Mundiales. ¿Cómo valoraste entonces ese éxito, y qué supuso para el resto de tu carrera?

Yo siempre he dicho que hasta 2006 hubo una carrera deportiva de María Vasco y, a partir de ese año, que fue cuando falleció mi padre, fue otra carrera nueva. Tuve que volver a levantarme, porque estuve a punto de retirarme de la competición, pero en 2007 me dije que tenía que dedicar una medalla a mi padre… y así fue. En Osaka, hubo una María Vasco muy diferente a las anteriores competiciones, una María Vasco que confiaba en ella al cien por cien. Preparé ese campeonato levantándome cada día pensando en ese día y ajustándome a esa hora de competición. Tenía muy claro que podía conseguir una medalla. Me ganaron dos rusas, que ya sabíamos que era muy difícil ganarlas, pero ahí estuve y logré un bronce que me supo a gloria.

María Vasco

En esa cita japonesa, ¿qué pensaste y cómo te planteaste la prueba en los primeros kilómetros, cuando tres de las cuatro rusas (Olga Kaniskina, Tatyana Shemyakina y Tatyana Sibileva) se marcharon por delante?

A Osaka llegué muy muy fuerte, pero sabía que con las rusas era muy complicado. Al final, afronté la prueba siendo una persona fría. Confié en mí. Sabía que había llegado en una forma excelente para las condiciones climatológicas que había en Japón en ese momento. Esa confianza y el haber llegado al cien por cien en la preparación hicieron que pudiera aguantar, porque fue muy duro, y que pudiera dejar a una rusa detrás y colarme en ese podio. Fue maravilloso.

A Sibileva la superaste ya antes del ecuador de la prueba, pero tus últimos cinco kilómetros fueron realmente espectaculares, pues te quedaste a solo cinco segundos de la plata (Shemyakina) e incluso le recortaste 45 segundos a la intratable campeona Kaniskina…

Sí, mis últimos cinco kilómetros fueron una pasada. Como te he dicho anteriormente, mi estado de forma era muy bueno. Hice 1:30:47, pero con unas condiciones climatológicas buenas, podría haber hecho marca personal. Había que estar a tope para poder soportar el clima de Osaka y, si hubiese llegado en peor forma, no hubiese podido conseguir mi objetivo. Así que había que darlo todo… En otras condiciones, sé que podría haber batido mi propio récord de España [entonces 1:27:36, aunque en Pekín 2008 lo mejoró a 1:27:25], pero ese momento de forma me hizo firmar cinco últimos kilómetros muy buenos. La lectura de la carrera junto con mi entrenador [por entonces Rafael ‘Fali’ Sánchez] fue excelente, pero sobre todo fue porque yo creía mucho en mí y en mi estado de forma.

Tus últimos dos Mundiales (Berlín 2009 y Daegu 2011) fueron menos memorables, pero tu historial global ahí queda. ¿Hay alguna otra anécdota curiosa o circunstancia que quieras destacar de cualquiera de tus ocho participaciones mundialistas?

Sí, mis dos últimos Mundiales no fueron nada buenos, lo reconozco [risas] y lo recuerdo perfectamente. Más que anécdotas, sí que se me ha quedado muy grabado Osaka, porque para mí fue un punto de inflexión en mi carrera deportiva. Yo llegué allí sabiendo que María Vasco podía dar mucha guerra, y recuerdo perfectamente esa carrera. Así que me quedo con Osaka [sonríe].

Entre un bronce olímpico y un bronce mundialista, la mayoría de atletas tendría claro cuál prefiere. Pero en tu caso, dadas tus circunstancias concretas, ¿valoras más tu medalla de Sídney o la de Osaka, tanto desde un punto de vista deportivo como personal?

Entre mi bronce olímpico y mi bronce mundial, la verdad es que una medalla olímpica es una medalla olímpica. Lo que pasa es que a mí quizás me vino antes que otras medallas [risas], y eso hizo que tuviese muy pronto un listón muy alto. Para mí, la medalla olímpica supuso que reconociesen a María Vasco a nivel mundial y de la élite; y mi bronce del Mundial supuso que yo misma me reconociese a mí misma: “Jolín, María, tú también vales mucho”, y fue un bronce muy valioso para mí. Son dos bronces muy diferentes, con todo lo que vale cada metal tanto en unos Juegos Olímpicos como en un Mundial.

HISTORIAL DEPORTIVO DE MARÍA VASCO