Este año cumplió la mayoría de edad y por su evolución amenaza, siempre elegantemente como sobre el listón, con detentar la mayoría de las plusmarcas españolas de su disciplina, algunas realmente de mucha altura; a orillas del Pacífico se le presenta ahora una oportunidad para demostrar lo mucho que ha aprovechado las enseñanzas de su sabio equipo, que incluye una actual medallista absoluta y un histórico de su especialidad, todo ello aderezado por los consejos de toda una campeona olímpica.
Casi en la escalerilla del avión, Ona comenta cómo afronta el ya inminente Mundial sub-20 en Lima, “yo voy allí con el trabajo hecho, veo cada salto como una oportunidad, espero disfrutar mucho y seguir con mis rutinas de siempre; para pasar a la final, pienso que segurísimo tendré que saltar más de 1.80m y estar por mis marcas, que es uno de mis objetivos”; su mejor aval es la regularidad que ha demostrado en la presente campaña, habiendo brincado entre 1.83 y 1.86 nada menos que 6 veces, lo que le otorga un plus de confianza, “sí, el haber estado regular durante la temporada me da seguridad en mí misma para afrontar cualquier competición; allí puede pasar de todo, porque todas estamos muy igualadas y se tiene que saltar allí, en el día de la competición, pero yo lo haré como lo he hecho siempre y confío en competir bien”. No se antoja sencillo para una atleta de apenas 18 años alcanzar fresca el epílogo de agosto, “ahora, en temporada de competición de verano, hemos bajado el volumen en comparación con la pretemporada, durante las semanas de no competición cargamos un poco más y las de competición menos”; Ona será una de las pocas saltadoras que ya conoce ‘el lugar de los hechos’ pues el pasado septiembre ganó en Lima el campeonato iberoamericano sub-18 y a fe que lo considera relevante, “sí le doy importancia porque en verdad ya he viajado allí, sé la sensaciones del vuelo, el clima… y todo eso me genera tranquilidad”.
Glosa a continuación su salto récord de 1.86, récord de España sub-20 ‘short track’, que tuvo lugar el pretérito 11 de febrero en Sabadell, “lo recuerdo como un día que estaba super tranquila antes de saltar; fue la primera vez que hice la mínima del Mundial (1.82), aunque no fui pensando en ella, simplemente fui salto a salto, hasta que hice marca personal, primero con 1.84 y después con 1.86; creo que sin nervios ni presión salto bien y allí disfruté mucho de esa competición”; ya en la sesión estival, Ona se colgó su primera medalla absoluta en La Nucía, hito que recuerda apasionadamente, “esa medalla significó muchísimo para mí; el año pasado, en la misma competición en Torrent, no tuve muy buenas sensaciones ese día y por eso ganar una medalla este año fue brutal, ese día en La Nucía lo di todo”; por cierto, las conquistadoras de preseas ese 30 de junio, Una Stancev, Celia Rifaterra y nuestra protagonista conformaron el trío de medallistas más tierno del Nacional con una insultante juventud que apenas totaliza 60 años, “Una y Celia son ya dos referentes, ya que tienen mucho nivel; de ambas destacaría, sobre todo, que son muy buenas competidoras”. Ojalá alguna de ellas emulara, o al menos se acercara, a ese tótem de la altura femenina llamado Ruth Beitia si bien es algo que, inteligentemente, no le desvela, “yo solo digo que tengo muchas ganas de seguir progresando, con mucha motivación pero sin obsesiones; yo voy entreno a entreno y con mis objetivos de cada temporada”; tras esa cauta reflexión inicial, aflora la convicción y determinación inherente a los grandes campeones, “sí que confío en mí y quiero llegar alto, me gustaría saltar dos metros, pero tampoco me pongo objetivos a largo plazo”; mucho más a tiro se halla el 1.89 que la cántabra ostenta como récord sub-20 al aire libre desde la pasada centuria, “la verdad es que no pienso en ello, voy haciendo y si estoy en una competición que me vea bien, pues lo intentaré, pero de momento no es un objetivo, sin presión”.
A pesar de su nada provecta edad, Ona cuenta ya con más de cuatro trienios de carrera deportiva, “empecé en el atletismo sin haber cumplido cinco años; mi padre había hecho obstáculos y mi hermano también hacía fondo; yo quería ir a probar porque me gustaba correr y saltar por todos lados, y me encantó; mis primeras entrenadoras fueron Laura Gallardo y después su hermana Alba: estuve encantada con las dos y tengo muy buen recuerdo de aquella época, la recordaré siempre; luego en sub-16 ya me especialicé en saltos y velocidad y pase a entrenar con Alba Martí, que aún sigue ayudándome y mi actual entrenadora es Mónica Clemente (bronce en pértiga en La Nucía, doble campeona de España en 2018); además, desde el año pasado hago la técnica con Gustavo Adolfo Becker, (ocho veces campeón de España de altura entre 1985 y 1997, 2.30 de marca); los tres me han ayudado mucho y la combinación es muy ‘guay’”. El padre de esta estrella emergente del Club Atlètic Manresa, Llorenç, llegó a cubrir los 3.000 obstáculos en 8:43.23 en 1990 y, como ella comenta, “es curioso que yo haga una prueba tan distinta a la suya, nos lo suelen decir a menudo”.
Foto: Ona Bonet con Alba Martí y sus padres
La primera gran barrera que una incipiente saltadora de altura debe franquear es el 1.80, logro que ya cosechó con solo 16 años hace año y medio y Ona lo recuerda con todo detalle “fue en la Copa de Clubes de pista cubierta en Ourense, competía con el equipo del Manresa y por ello fue aún más especial; tenía a mi madre y mi entrenadora solo a unos metros y ha sido uno de los días que más feliz he sido, fue una barrera que superé y me dio mucha confianza”; para los amantes de la estadística, nuestra protagonista ha firmado sus actuaciones más descollantes de las dos últimas temporadas bajo techo exactamente el mismo día, 11 de febrero; en 2023 fue el comentado 1.80 de Orense y este año su marca personal de Sabadell, “la verdad es que no había caído, ¡qué casualidad! eran campeonatos muy diferentes entre ellos, pero me encantaron los dos”; escudriñando sus resultados de las dos últimas campañas, advertimos que en 2023 firmó 1.80 bajo techo y 1.78 al aire libre. mientras esta temporada sobrepasó 1.86 en invierno y, por ahora, lleva 1.85 a cielo abierto, por lo que nos interesamos sobre sus preferencias, “no las tengo, a mí personalmente me gusta competir todo el año, no podría decir si me gusta más aire libre o pista cubierta porque en ambos casos me siento cómoda y ahora he aprendido a adaptarme a cualquier temperatura que pueda tener en verano”. Le sondeamos a continuación sobre cuál es la principal cualidad que debe atesorar un saltador de altura y cuáles cree que son sus puntos más fuertes y aquellos donde presenta más margen de mejora, “creo que lo más importante es saber adaptarse a todo lo que pueda suceder, porque no sabes nunca cómo irá el concurso y con qué te encontrarás, debes centrarte en tu camino y en lo que puedes controlar, no con lo que no puedes controlar; mi punto fuerte es que me sé concentrar en todo momento, tanto antes como durante la competición y además tengo muchas ganas de aprender y mejorar y esa motivación me ayuda mucho; en cuanto a la técnica, quiero mejorar aún más la parte del franqueo”.
No nos resistimos a preguntar a Ona por el ya célebre cuaderno de la doble subcampeona olímpica australiana Nicola Olyslagers y, bingo, ella también hace sus pinitos, “a mí me encanta, siempre me he fijado y me hace pensar… yo también tengo uno y escribo antes y después de la competición, pero nunca en la pista después de cada salto; está fenomenal porque te ayuda a ver cómo has saltado y a pensar cómo lo tienes que hacer en el siguiente…; además, ella también dibuja, que a mí me encanta también”; nada menos que 37 años, el doble de los que tiene ella, han sido necesarios para que se batiera la plusmarca mundial de la especialidad, en poder ahora de la ucraniana Yaroslava Mahuchikh con los excelsos 2.10 conseguidos en el mitin de Paris, “a mí me encanta Mahuchikh, tuve la suerte de entrenar un día con ella porque estaba en La Nucía, yo fui con Alba y Gustavo y disfruté mucho, me pareció una gran persona, con mucho talento y mucho trabajo detrás; aprendí cómo era su entrenamiento de técnica y ahora hago algún ejercicio que me enseñaron; tanto su entrenadora como ella fueron super majas”; así como la reina universal de la disciplina se introduce en un saco de dormir después de saltar, Ona nos ilustra sobre su ritual, “a medida que va subiendo el listón voy entrando en competición y cuando estoy en alturas altas me concentro mucho y visualizo cada salto”. De cara a la próxima temporada, ha tomado ya una decisión que debería redundar en réditos deportivos, “no voy a empezar aún la universidad, me voy a dar un año sabático; voy a ir al CAR de Sant Cugat y quiero descansar del tema de estudios, quiero estar más tranquila, tener más tiempo para hacer ‘el entrenamiento invisible’ y hacer cosas que me gustan a mí; tampoco sé exactamente qué voy a estudiar y así tengo tiempo para pensarlo bien, pero sí que haré algún curso porque no puedo estar sin hacer nada; he pensado algunas veces en irme a EEUU, pero de momento estoy bien y quiero seguir progresando aquí; ya veré en un futuro, igual me animo un año para vivir la experiencia, pero no me veo allí todos los años de la carrera”. Puestos a ‘hacer las Américas’, parece muy razonable iniciar la ruta por el sur la semana que viene e ir subiendo altura, nada se le da mejor.
Foto: Ona Bonet y Gustavo Adolfo Becker antes de viajar a Lima
Foto: Ona Bonet y Mónica Clemente