Pionera de ley

Gemma Castaño será la primera mujer en presidir el CNJ
Lunes, 16 de Diciembre de 2024
Alberto Hernández
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Gemma Castaño

Hija de jueces, lo que le garantizó una infancia al costado del verde y el tartán. Viendo saltar, lanzar, marchar y correr. Allí nació una pasión culminada en hito histórico: jamás una mujer había presidido el Comité Nacional de Jueces, el órgano rector de los jueces del atletismo español. Una nueva era que Gemma Castaño afronta con ilusión y energía.

¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con el atletismo?

Empecé en el atletismo porque mis padres también son jueces, con lo cual creo que casi desde que estaba en la barriga de mi madre estoy por las pistas. Tengo el recuerdo de cuando era pequeña acompañar a mis padres y hay por ahí una foto, de hace mucho tiempo, en la que aparecen mis padres haciendo de jueces y yo al lado. Las pistas siempre han estado en mi vida. 

Ellos fueron jueces en Barcelona 92.

Sí, yo tenía 14 años en ese momento y fui a verlos un día al estadio. Me hizo tanta ilusión…

¿Competiste alguna vez?

No, hice algún entreno, pero realmente nunca me he dedicado al atletismo.

Entonces, además de la tradición familiar, ¿qué fue lo que te enganchó?

Me gustaba el deporte, estar allí. Y mis padres me dijeron: “Bueno, pues mira, si quieres ser juez, nos ayudas”. Siempre había estado echando una mano como auxiliar, después me hice juez y fui enganchándome, me gustaba cada vez más el tema del juzgamiento del atletismo, hasta que en 2008 me propusieron desde el Comité Nacional de Jueces presentarme a un examen de nivel internacional. No le di mucha importancia, pero ya tenía una trayectoria como juez, hablaba inglés… así que decidí probar. Ahí comenzó mi trayectoria internacional. 

Casi todo el mundo tiene clara la función de un juez, pero no sé si tanto el proceso hasta llegar a serlo. ¿Cuáles son los pasos a seguir hasta alcanzar el alto nivel?

Básicamente, es experiencia e ir haciendo exámenes. No tiene mucho más secreto que eso. Ahora el sistema para ir subiendo de categoría es un poco diferente que cuando me inicié, pero básicamente haces un examen para juez de nivel 1, al cabo de unos años puedes hacer otro para ser juez de nivel 2. Luego, pasado un tiempo, te examinas para nivel 3. Una vez que alcanzas esa categoría es cuando te proponen presentarte a los exámenes internacionales. Antes pasabas de nivel nacional a nivel continental y por último internacional. Ahora han creado una categoría intermedia, que es el nivel europeo en nuestro caso, se le llama Silver y al nivel internacional se le denomina Gold. También existe el Bronze, que es un nivel al que todo el mundo puede presentarse puesto que no hay ninguna limitación en el número de jueces por país, que sí existía cuando yo me presenté: eran máximo tres.

Gemma Castaño

 

Cuando hablamos de un atleta lo tenemos claro, pero en el caso de los jueces, ¿qué es lo máximo a lo que pueden aspirar?

Pues creo que lo mismo, ¿no? Ir a unos Juegos Olímpicos. Para mí, desde que era pequeñita, ha sido así. Tengo el recuerdo de mis padres cuando estaban en Barcelona 92 actuando como jueces y siempre dije: “Quiero ir a unos Juegos”. Para mí eso era el objetivo y por suerte lo he cumplido.

¿Y que supone para ti ser además la primera mujer que dirige al Comité Nacional de Jueces? 

Soy la primera mujer que dirige el Comité Nacional de Jueces… y la primera catalana. No sé si soy una pionera, porque mujeres jueces hay muchas, pero la verdad es que en este puesto nunca ha habido ninguna. Cuando me lo propuso Raúl Chapado me sentí halagada porque es un orgullo que te propongan para ocupar este cargo. Después, bueno, vinieron los nervios y la responsabilidad. Pero ahora estoy tranquila porque tengo un equipo de gente al lado que me apoya y me ayuda trabajando mucho en el día a día. Tengo la responsabilidad de ser la cabeza visible de los más de 2300 jueces que hay en España… que son muchos.

Nuestro deporte es mucho más objetivo que la mayoría, pero incluso así se dan situaciones que requieren un talante especial para ser arbitradas. ¿Cuál crees que es la percepción que tienen de los jueces los atletas y los aficionados?

Creo que, al menos en los últimos años, tanto a nivel nacional como internacional, los jueces hemos empezado a contar con cada vez más tecnología y sabemos aplicarla al juzgamiento para eliminar cada vez más esa subjetividad a la que haces mención. Por supuesto que sigue y seguirá habiéndola en algunos casos. Para mí, por ejemplo, los casos más difíciles de juzgar y donde puede ser que la gente externa o los espectadores del atletismo vean este punto de subjetividad, son las carreras. En algunas, como el 800 o el 1500, hay mucho contacto, pero tenemos unos criterios claros y, además, podemos asistirnos por la tecnología para reducir el error al máximo. No tengo ningún miedo a la tecnología, es un apoyo muy bienvenido y hace que decisiones que antes a lo mejor eran erróneas tengamos la certeza de que ahora son correctas. Toda la tecnología nos ayuda, pero necesitamos una parte humana, sobre todo en estas situaciones subjetivas. La parte humana es fundamental, por ejemplo, cuando un atleta se quiere quejar, se tiene que quejar a una persona, no puede quejarse a una máquina; y esa persona tiene que entender no solo lo que está sucediendo sino todas las circunstancias que hay alrededor. Un saltador de longitud puede quejarse por su batida. Vale, puedes mirar un vídeo, pero a lo mejor han pasado otras cosas alrededor que tenemos que tener en cuenta. Y aquí es donde los humanos nos somos reemplazables.

Desde tu posición actual, ¿qué cosas crees que puedes cambiar para mejorar el estamento de los jueces?

Estoy todavía en la fase de conocer lo que es el día a día. Hasta ahora, en esta última legislatura liderada por Antonio Pérez, formaba parte de la junta del Comité Nacional de Jueces y era encargada de una pequeña parcela de todo lo que se hacía, otras cosas se me escapaban, por eso ahora el objetivo es venir aquí, a la sede de la RFEA y pasar unos días conociendo bien las cosas para saber cuáles se pueden mejorar. No es que tenga un objetivo, lo que sí me gustaría es tener mucha transparencia y comunicación con los jueces. Creo que hoy en día tenemos muchísimas herramientas para poder comunicarnos entre nosotros. Y creo que antes de estar en la junta también tenía un poco la sensación de que la presidencia o el CNJ era un organismo bueno si perteneces a él, pero nada más, y me gustaría ser un poco más cercana a los jueces porque no todos ellos forman parte de este colectivo.

Incluso cercanía con el aficionado, ¿no? A veces es difícil transmitirle ciertas decisiones…

Eso es. Ya se está haciendo en algunas competiciones internacionales. Por ejemplo, en el tema de las salidas; el juez árbitro de salidas usa la tarjeta amarilla o la que sea, pero además se le pone un micro para que explique la decisión en pocas palabras. No es que tengamos mucho tiempo, pero sí el suficiente para explicar el porqué de esa decisión que se ha tomado. También sería buena esa labor didáctica con los periodistas. World Athletics lo está haciendo ya, coge un grupo de periodistas jóvenes, los lleva a la competición y hace un curso de dos o tres días en los que un grupo de jueces vamos a darles una pequeña charla… que yo creo que se queda corta.

¿Cómo ves tú, que tienes visión nacional e internacional, la predisposición de los jueces al cambio reglamento en algunas pruebas? Me viene a la cabeza el tiempo de reacción de las salidas, sobre el que se abre debate muy a menudo.

Ese tipo de debates están encima de la mesa y tenemos herramientas, al final hay procedimientos para intentar cambiar algunas cosas. De hecho, World Athletics, que es quien nos está rigiendo a todos, está abierta a recibir propuestas y si un juez de España tiene una propuesta para hacer un cambio de reglamento y lo argumenta, ellos lo debatirán y lo aceptarán… o no.

Gemma Castaño

 

¿Cuáles son los retos de un juez en el siglo XXI?

No estoy en contra de las innovaciones, al contrario. Vamos a probar cosas, pero bueno, que se testen primero, que se prueben bien y después se pongan a práctica. Retos… poniendo el foco más a nivel de los jueces de aquí, creo que tenemos que familiarizarnos con la tecnología. Hasta hace pocos años se usaba solo en la alta competición, pero ahora, por ejemplo, tenemos sistema de vídeo en casi cualquier tipo de competición -lógicamente no exactamente igual al de un Mundial o unos Juegos- y nos tenemos que acostumbrar. Entiendo a que las generaciones más mayores les cueste más, pero todos sabemos lo que suponen todas esas mejoras. Por ejemplo en el sistema de entrada de resultados; que tú estés en la grada (o en tu casa) y con tu móvil puedas ver el resultado de cualquier prueba en el momento. Eso requiere un ordenador con un programa donde vas metiendo los datos cuando antes se ponía todo en una hoja, esta hoja iba al secretario para que lo picase, después se publicaba y a lo mejor tenías los resultados el día siguiente… con un poco de suerte, al cabo de unas horas.

Somos, objetivamente hablando, el deporte más paritario. Y seguimos avanzando; en la Junta Directiva de la RFEA va a haber más mujeres que hombres. ¿Cómo está este tema entre los jueces?

El problema que tenemos es que vamos perdiendo juezas a medida que subimos de nivel. En nivel 1 tenemos números parecidos, pero en el nivel 3 el número de mujeres desciende en picado. El porcentaje estará sobre 70 % hombres y 30 % mujeres. El objetivo es claro: que todas las mujeres que están en el nivel 1, donde estamos a la par, sigan subiendo de categoría. Detectar dónde se pierden y por qué se pierden. En estos últimos años se han hecho esfuerzos para intentar promover más que las mujeres se presenten a exámenes que den acceso a niveles más altos.

¿Qué le aconsejarías a alguien que quiera ser juez?

El atletismo es un deporte de mucho más respeto, que, por ejemplo, el fútbol, que es el número uno en España. Es todo fair play, aunque dentro de la competición, una competición contra ti mismo y contra los demás. En la afición pasa lo mismo, es mucho más respetuosa. Es un buen entorno para estar y juzgar.

Los atletas os lo ponen fácil, hay que reconocerlo…

Sí, por supuesto. De hecho, a veces hay que llamarles la atención porque se ayudan entre ellos… En la pértiga sucede a menudo, se dan instrucciones sobre la batida o cualquier otro aspecto técnico y eso, en realidad, no está permitido por el reglamento, aunque lo hayamos interiorizado.

Eso seguro que le resulta curioso a más de uno.

Pues es así, la asistencia entre los competidores no está permitida. A ver, muchas veces se hace la vista gorda si no se es reincidente. Otra cosa que no está permitida son las liebres en las carreras de los campeonatos, el mostrar apoyo evidente a otro atleta. En muchas ocasiones es complicado de demostrar, pero el reglamento es claro al respecto.

En los últimos Juegos hubo mucha polémica con las series de repesca, ¿allí los jueces tuvisteis voz?

No, las decisiones de ese tipo las aprueba el comité de competición de World Athletics. Nosotros juzgamos una repesca igual que una final.

¿Hay algún número de competiciones estipuladas al año que tengas que juzgar?

Lo bueno de ser juez es que no tenemos ningún número mínimo de competiciones, se entiende que esto no es un trabajo.

¿Eso quiere decir que no hay ningún juez profesional en España? ¿Ni siquiera tu puesto es profesional?

No. O sea, cuando voy a hacer de juez recibo una dieta, como todos mis compañeros y compañeras, pero como presidenta del CNJ no, no gano dinero con ese cargo, es totalmente voluntario, pero sí que hay dos personas en el CNJ que trabajan cada día en labores administrativas y ellas lógicamente perciben un salario por ello.

¿Hay algún país en el que los jueces sean totalmente profesionales?

Que yo sepa, no.

¿Cuántas horas le puedes echar al día?

No lo sé todavía, pero espero que pocas porque de lo contrario no sería compatible con mi trabajo; soy bióloga especializada en epidemiología.

Algo radicalmente opuesto, ¿qué te dicen tus colegas cuando se enteran de esa doble vida?

Alucinan, sobre todo cuando me preguntan: “¿Qué vas a hacer en vacaciones?”. Entonces les digo que me voy a trabajar a un campeonato. Y siempre replican: “¡Usas tus vacaciones para trabajar!”. Pues sí, es mi pasión.

Gemma Castaño

 

¿Llevas la cuenta de los campeonatos a los que has asistido como jueza?

He ido a dos Juegos Olímpicos a Tokio y París. También a los Mundiales de Londres y Budapest, pero no llevo una lista detallada del resto de competiciones.

¿No hay estadísticas sobre los jueces que más veces han sido internacionales igual que sucede con los atletas?

No, es que eso al final siempre va a depender de la edad. Si yo llevo 10 años y otro 20, la probabilidad de que haya ido a más Juegos será mayor.

¿Hay buena sintonía entre vosotros cuando coincidís en los grandes eventos? Al fin y al acabo sois muchos, de muchas culturas diferentes…

Hay muy buen rollo entre los jueces, al menos es la sensación que tengo es que son personas que a lo mejor las puedes ver una vez cada cuatro años o más y, cuando se produce el recuentro, la mayoría de veces la relación es buena, cercana. Se crea siempre un ambiente de colaboración, de querer que la competición salga bien. Eso es trabajo de todos y, si yo no puedo con algo, siempre hay un compañero o compañera que me ayuda. No existe la rivalidad.

¿Hay algún país que destaque por la calidad de sus jueces?

Tengo abuela, pero creo que España es uno de los mejores países en este sentido. Portugal también, tienen muchos jueces y eso se refleja a nivel internacional. Este año éramos 35 jueces internacionales, de nivel Gold, si no me equivoco. Es el nivel que debes tener para ir a unos Juegos.

¿Y cuántos jueces van a unos Juegos?

Once jueces. Luego hay que formar un jurado de apelación (suelen ser dos personas) y también son necesarios cuatro delegados técnicos, que no tienen por qué ser jueces.

Es un club muy selecto, 35 jueces. ¿Cuántos de ellos son españoles?

Cuatro: Antonio Pérez, Loreto Pérez, Elena Barrios y yo. Antes, el límite era tres, pero lo aumentaron a cuatro y nosotros tenemos cuatro, lo que refleja el nivel del enjuiciamiento en España.

¿En qué mejora más un juez con el paso de los años?

La templanza. Al principio, por ejemplo, cuando recibía una protesta me ponía nerviosa y ahora creo que soy mucho más calmada. Esa calma es una de las diferencias que tenemos respecto a otros deportes, en el atletismo se hacen las cosas de manera más pausada. Siempre intento hablar con los atletas con tranquilidad porque entiendo su nerviosismo, por eso trato de empatizar y hablar fuera de la pista, lejos de las cámaras. Con el tiempo aprendes a gestionar situaciones complicadas para el atleta. A mí gusta dejar que se expliquen, aunque algunos enfaticen mucho.

A veces se dan situaciones rocambolescas en las que un atleta debe correr solo, o contra un único rival, o incluso se pasa de ronda por un sorteo…

Claro, y si tenemos la posibilidad de resolverlo, lo resolvemos. Si hay una pista de nueve calles es más fácil, otras veces no tanto… La pista cubierta en este sentido presenta mayor complejidad.

¿Cuál es la prueba que más te gusta juzgar?

La pértiga. Es espectacular, de las pruebas más técnicas y en la que los atletas más nos necesitan. Es una pasada ver a Duplantis. Lo ves pasar el listón y piensas: “Es imposible”.

¿Y la más difícil?

Imagino que la marcha. No sé si la gente lo sabe, pero hay jueces que son especialistas en marcha. En mi formación si juzgué marcha, aunque hace mucho tiempo que no. Es complicado, por eso hay especialistas, tanto en el nivel autonómico como internacional. Solo se da esa particularidad en la marcha, las salidas y la photo finish.

Los cambios en el material, por ejemplo, las zapatillas, ¿os han traído muchos quebraderos de cabeza a los jueces?

Para mí lo de las zapatillas ha sido una pesadilla porque es algo que escapa a nuestro control totalmente. Tú puedes medir un salto, pero no saber si una zapatilla lleva carbono o muelles. En la pandemia la gente se dedicó a idear cachivaches caseros para medir el grosor de las zapatillas y, claro, podías medirlas más o menos por detrás, pero por delante no. Además, no era una medición exacta. Ahora se ha cambiado y hay una base de datos en la que se introduce el nombre de la zapatilla y, si está, bien, y si no, pues no es apta para competir. Sigue habiendo debate, en el Campeonato de España de Clubes sub 20 tuvimos que descalificar a una chica porque no competía con las zapatillas correctas, por el exceso de grosor; antes al parecer estaban en la lista, pero en ese momento no. Nosotros no entramos de oficio, fue por la reclamación de otra atleta. Fuimos a la lista y efectivamente ya no estaban. Lo que está claro es que es responsabilidad del atleta saber que sus zapatillas son válidas.

¿Cómo planificas tu temporada? ¿Sabes ya el calendario de 2025?

El nacional es más inmediato, es decir, te informan poco tiempo antes, unas semanas. Ahora que soy la presidenta intentaré que sea con el mayor margen posible. A nivel internacional sí que intentan que sea cuanto antes para que te puedas planificar bien. Por ejemplo, sé que voy al Campeonato de Europa en pista cubierta, pero Tokio, el Mundial al aire libre, se está decidiendo ahora. La idea es empezar a dar los nombramientos con un año de antelación.

Gemma Castaño

Gemma Castaño charlando con el autor de la entrevista, Alberto Hernández