
Acaban 4º y 9ª en las finales de 110 metros vallas y 1500, poniendo el broche de oro a una jornada en la que David Barroso y Mohamed Attaoui pasaron a las semifinales de los 800 metros. Mariano García quedó eliminado en esa prueba, lo mismo que Paula Sevilla en las ‘semis’ del 400.
Quique Llopis —subcampeón de Europa y cuarto en París’24—, que había ofrecido unas sensaciones halagüeñas imponiéndose en su serie de primera ronda con 13.22 (tercer mejor tiempo del global), salía por la calle 6 de la primera de las tres ‘semis’ de los 110 metros vallas, donde pasaban a la final los dos mejores de cada carrera y los dos tiempos más rápidos. El de Bellreguard, tutelado deportivamente por Toni Puig, no tuvo su mejor salida, pero tras una primera fase convulsa supo rehacerse con una segunda fabulosa que acabó otorgándole la segunda plaza (13.29) —ganó Orlando Bennett, 13.27— y el pase a la final. La disputó una hora y cuarenta minutos después.
Salió por la calle 3 (la 1 estaba vacía) en la que era la última prueba del programa. Volvió a quedarse un poco en la salida, pero la remontada se hizo efectiva hasta concluir cuarto (misma plaza que en los Juegos) en 13:16 (igualando el tercer mejor registro de su vida). Vuelve a rozar el podio, lo que apena, pero no inhabilita la siguiente frase: es uno de los mejores vallistas del mundo.

Marta Pérez escribía un nuevo capítulo (el sexto: tres rondas olímpicas y tres mundialistas) en su idilio con el Estadio Nacional. La de la cuadra de Antonio Serrano, plusmarquista nacional (3:57.75), disputaba su segunda final de un Campeonato del Mundo (fue 11.ª en Eugene 2022) y aparecía en la start list con la 9.ª mejor marca personal de las 14 aspirantes. Salía a la pista la soriana, botella de agua en mano como el resto de sus rivales (27 ºC y 87 % de humedad tenían la culpa), y se dirigía a la curva del 300 acompañada de las mejores mediofondistas del momento, selecto club al que pertenece desde hace casi un lustro. Saludó Marta al modo nipón, esgrimiendo la sonrisa que la acompaña cada vez que pisa el tartán, y se dispuso a escuchar el tiro junto a Kipyegon, Hull, Hailu y demás estrellas. Se colocó en el centro del grupo, comandado por la keniana, la plusmarquista mundial y ganadora de todo lo que se puede ganar. La carrera iba rápida, y Marta octava al paso del 700. El mil lo cruzaron en 2:38.27. En 2:39.29, Marta, novena, mismo puesto que acabaría cosechando en la meta tras un sprint en el que se dejó los cuádriceps y el alma. Es su mejor posición en un Mundial, la misma que conquistó en los Juegos de Tokio, lograda gracias a un registro de 3:58.54, la segunda mejor marca de su vida y su quinto sub-4 (ahora mismo las cinco mejores marcas del atletismo español son suyas; la media de sus 10 mejores “milquis” es 3:59.837). Ni que decir tiene que se convierte en la española más rápida en la prueba de los 20 Mundiales celebrados. Sobresaliente inapelable.

Paula Sevilla, manchega de La Solana, venía de hacer marca personal en primera ronda (50.69), buen presagio para unas semifinales en las que ocupaba el carril 2 (la calle 1 estaba libre) de la última de las tres carreras; pasaban a la final (jueves, 15:24) las dos primeras de cada carrera más las dos más veloces. El pase a la final era casi utópico, pero en una carrera dominada por la gran favorita —reina de las vallas y aspirante a dominar el lisos—, Sydney McLaughlin-Levrone, que batió el récord estadounidense (48.29) y se colocó líder mundial del año, la velocista dirigida por José Luis Calvo volvió a bajar de los 51 segundos (7.ª, 50.97, la quinta mejor marca de su historial) y ofreció la seriedad competitiva que siempre la caracteriza y que volveremos a ver en Tokio en los dos relevos (4x100 y 4x400). Ni un pero a Paula, como siempre que prende un dorsal sobre el body del equipo español.

El campeón del mundo universitario, David Barroso, debutaba con #EspañaAtletismo en un gran campeonato. Lo hacía en la primera de las 7 series clasificatorias de los 800 —prueba donde nuestro fondo de armario es tan profundo que apenas se ve la pared—, donde los tres primeros de cada carrera y los tres cronos más rápidos avanzaban a las semifinales (jueves, 14:45). Su marca personal (1:43.95), conquistada este curso, lo colocaba como el cuarto marquista de la carrera. El pacense, discípulo de José Ángel Rama, partía por el carril 7 y, desde el disparo de salida, el público del Estadio Nacional se percató de que estaba ante un atleta de alto copete. No parecía afrontar su primer Mundial cuando se colocó segundo, posición que mantuvo al toque de campana (52.20 el 400), pero lo que vino después fue todavía más edificante. Soportó el hostigamiento de Sedjati y Haingura para acabar reduciéndolos en la última recta y entrar primero con 1:44.94 (tercera mejor marca de su vida). Su Q no fue mayúscula, fue mastodóntica.
A continuación, actuó el plusmarquista nacional (1:42.04), Mohamed Attaoui, encuadrado en la misma serie que el defensor del título, el canadiense Marco Arop. El pupilo de Thomas Dreissigacker, subcampeón de Europa y quinto olímpico, ejecutó una táctica diferente a la de David… pero con igual resultado. Se acomodó a cola de grupo durante la primera vuelta para remontar una posición justo antes del paso por el 400 (53.46). Luego vino la exhibición de contrarrecta, con esa facilidad suya para superar rivales con una fluidez solo al alcance de los más dotados y, por último, la curva que encaraba la recta final, cuando se adelantó a todos para ganar con 1:45.24.
La suerte dejó de sonreírnos en la tercera serie, en la que, tras una carrera bien ejecutada en lo táctico, con movimientos que lo posicionaron cuarto al comienzo del último hectómetro, Mariano ‘la Moto’ García fue incapaz de ganar más posiciones y su crono de 1:49.09 tampoco le permitió acceder a una q. Una pena para el atleta de Gabriel Lorente, que en este 2025 había firmado el 800 más rápido de su vida (1:43.62), y para los aficionados, que nos quedamos sin un glorioso triplete en semis. Anécdota: en su carrera también quedó apeado del Mundial el fenómeno de 16 años Cooper Lutkenhaus (el más joven en la historia del equipo estadounidense), séptimo con 1:47.68.
