Mario García Romo, Adel Mechaal e Ignacio Fontes deberán esperar a la repesca del 1500 mientras Jorge Ureña avanza a paso sostenido en el decatlón.
Segundos antes de las diez de la mañana, con el Stade de France reventando sus costuras, henchido de banderas, gritos e ilusiones -imposible hallar un asiento desocupado-, una figura negra y longilínea, familiar pese al inexorable bamboleo del calendario, cruzó la puerta más cercana a la línea de salida de los 100 metros. Entonces, la memoria de cuando pensábamos que todavía tenía sentido el concepto de lo imposible, los relatos de los libros de Historia, las charlas del abuelo… se mezclaron con el atronador abrazo que la sede central de París 2024 tributó a Bob Beamon. No había mejor elección, en estos Juegos que aspiran a ser revolucionarios, que el atleta más icónico de aquellos del 68, el hombre del brinco eterno. Fue el maestro de ceremonias, brigadier en mano; el bastón de madera con el que golpeó hasta tres veces el tartán violeta de Saint-Denis para indicar al público que la función estaba a punto de comenzar.
Presenció la escena de cerca Jorge Ureña, el primero de los nuestros en catar el recinto, pues se encontraba ya ajustando los tacos de salida, concluidos los últimos progresivos, con ganas de que el estruendo de la pistola liberase los nervios ante la primera de las diez trampas del decatlón. Cubrió el hectómetro con solvencia, tercero de su serie (la primera) con 10.87, a cinco centésimas de la mejor prestación del curso (los 10.84 del Campeonato de España de La Nucía). Su personal best, por cierto, data de Tokio 20-21: 10.66. El tres veces medallista continental bajo techo amasaba un botín de 890 puntos, colocándose 17º de un sumario encabezado por el vigente campeón, el canadiense Damian Warner, con 1035 (10.25).
Tocaba situarse al costado contrario de la recta principal, donde aguardaba la longitud. En el primer intento de Onil, entrenado por su padre, José Antonio, también combinero (campeón europeo y plusmarquista mundial en categoría master), aterrizó a 7.05 centímetros de la tabla. El segundo y el tercero no fueron más largos (6.87 y 6.32), lo que le colocaba en la octava posición del grupo A (19ª del global) con 826 puntos. A expensas el peso, la última parada en su frenética matinal, marchaba 19º con 1716 puntos.
Entre los tres esfuerzos horizontales de Jorge fueron saltando al óvalo los tres milleros. Mario García Romo partía en la serie uno de las tres clasificatorias del 1500, donde accedían a semifinales los seis primeros de cada carrera, quedando para el resto la posibilidad de emplearse en la ronda de repesca (mañana, 3 de agosto, a las 19:15). Uno de ellos será el salmantino, 10º (3:37.90) en una carrera lanzada progresivamente por el noruego Narve Nordas en la que acabó exhibiéndose el actual campeón del mundo, el británico Josh Kerr (3:35.83). Mario trató de evitar conflictos situándose en la parta de atrás del grupo y supo evolucionar hasta situarse en una posición adecuada para intentar el pase por puestos, pero acabó encerrado en contra recta, obligado a remontar por fuera y no pudo encontrar el camino despejado una vez la prueba se resolvió frente a la tribuna.
Más cerca lo tuvo Adel Mechaal en la segunda con un planteamiento similar, aguardar a cola del vagón y ahorrarse cambios bruscos, codazos, sobresaltos. Hasta el último 150 parecía en disposición de combatir, pero la masa de talento (esparcida en esta como en el resto de pruebas del programa, uno de los niveles más salvajes que se recuerdan) le fue engullendo y con síntomas de quebrar un poco en los últimos metros (¿obra del láctico? ¿Estrategia para llegar más fluido a la repesca tras ser consciente de haber pasado más rato del necesario corriendo en calle 2?) arribó en 3:35.81, 9º en una lista liderada por el etíope Ermias Girma (3:35.21), con el top ten al completo entrando en el mismo segundo.
Fontes se alistó en la serie del vigente campeón. El último mito del medifondo, Jakob Ingebrigtesen, más conservador que otras veces, acelerando sólo en los últimos trescientos metros (39.5) para sobrepasar a la gran mayoría de rivales y, vigilante en el último 30, girando la cabeza a un lado y otro, ceder la victoria (¡noticia!) e incluso la segunda plaza; entró tercero (3:37.04) tras el estadounidense Hobbs Kessler (3:36.87) y el neerlandés Stefan Nillesen (3:36.77) en la carrera más lenta de las tres. El español fue el que más cerca tuvo el pase. Acomodado en la parte media del plantel supo moverse con maestría hasta encontrar un hueco en el que depositar sus opciones de semifinal; no pudo ser, pero dejó buen sabor de boca su séptima plaza en 3:37.50, a 16 centésimas del pase por vía rápida.
Antes de que Ureña se desplazase al círculo de peso hubo lujos que darse, como el ver a la campeona mundial Sha’Carri Richardson flotar aparentemente sin esfuerzo para ganar su trámite de primera ronda en los 100 metros con 10.94. Poco antes habíamos gozado con el mismo derroche de destreza a cargo de la plusmarquista universal de altura, Yaroslava Mahuchikhy, sin aspavientos para lograr el pase a la final de altura con 1.95. Jorge ejecutó un primer tiro de 13.26. Mejoró en el segundo, 13.77. Mientras llegaba el tercero, nuevo deleite: en el terreno de juego adyacente la mejor velocista de todos los tiempos, Shelly-Ann Fraser-Pryce, firmando 10.92 para ser segunda en la serie que clausuraba la prueba por detrás de otra de las atletas más queridas del circuito, Marie-Josee Ta Lou-Smith (10.87, el mejor crono de la mañana). El último lanzamiento de nuestra navaja multiusos -acero alicantino fuerte, resistente, fiable- fue algo más corto, 13.72 (714 puntos). Se va a descansar el 20º con 2430 puntos. Volverá esta tarde a las 18:00 en el saltadero de altura.