
Hay días en los que la historia se cruza con el presente, sin necesidad de ceremonias. Es una tarde cualquiera de primavera en el estadio de Vallehermoso. Los gritos de los más pequeños llenan la pista como cada día. Los niños de las escuelas municipales y de los clubes de atletismo repiten sus ejercicios dirigidos por sus pacientes entrenadores y, entre ellos, sin hacer ruido, una figura veterana comienza a trotar suavemente por la cuerda exterior.
Su nombre es Consuelo Alonso (Sopeña de Carneros, 1948). Lleva más de seis décadas corriendo. Fue una de las pioneras del atletismo femenino español y madrileño, protagonista de los primeros Campeonatos de España femeninos que se disputaron en este estadio cuando el tartán aún era un sueño, cuando la pista era de ceniza y las zapatillas de clavos apenas un lujo. Hoy, a sus más de 75 años, sigue compitiendo en atletismo máster con la misma determinación con la que un día se colgó su primera medalla. Y una tarde de la lluviosa primavera madrileña, regresamos con ella aquí, al estadio donde todo empezó, para acompañarla mientras hace sus series semanales. Como siempre. Como nunca ha dejado de hacerlo.
“Me encanta competir”, dice sonriendo mientras se quita el chándal con una naturalidad que impresiona. Calienta, estira y luego se calza las zapatillas de clavos como quien se pone una vieja identidad. “Entrenar por entrenar no me gusta, necesito tener un objetivo”, añade. “Lo que me gusta es la competición, el pique. En este estadio corrimos nuestras primeras finales mientras aprendíamos lo que era el atletismo de verdad. Y aquí seguimos”.

Unido siempre a este estadio, el sueño del atletismo femenino español moderno tuvo unas de sus más profundas raíces en Vallehermoso durante los II Juegos Iberoamericanos que se celebraron en octubre de 1962 y que hizo que de nuevo hubiera competiciones de mujeres en España al más alto nivel, prohibidas desde los años 30. Sin participación española, la presencia de mujeres en diferentes selecciones nacionales causó un gran impacto, hasta el punto de que, junto a los tímidos intentos de competiciones femeninas que se habían comenzado a realizar en algunos lugares de la geografía española como Cataluña en los últimos meses, en diciembre de ese mismo año se dieron los primeros pasos federativos para el definitivo regreso de las mujeres al atletismo español. Con el comienzo de 1963, José Manuel Ballesteros y Bernardino Lombao consiguieron que más de seiscientas estudiantes pasaran por el Palacio de los Deportes de Madrid para un test inicial en habilidades atléticas básicas. A finales de abril, a modo de prueba, las mujeres comenzaron a competir en algunas pruebas del Campeonato de España Universitario que se disputó en la pista de ceniza de la Universidad Complutense de Madrid. Y el gran momento cumbre llegó con el regreso de las mujeres al Campeonato de España que se celebró en Montjuic ese mismo año.
Alrededor de estos primeros pasos, Vallehermoso siguió ejerciendo de epicentro del regreso del atletismo femenino de la capital española. Y, por ejemplo, durante el V Trofeo Canguro al aire libre que se disputó en el mes de junio de 1963, 12.000 espectadores abarrotaron las gradas del madrileño estadio para no perderse la presencia de una gran delegación de atletas japoneses que se encontraban de gira por Europa durante esos días. Frente a las expertas visitantes japonesas, destacó la presencia de un nutrido grupo de jóvenes atletas españolas, con nombres como el de las madrileñas Mª Teresa Montes, Chiruca López de Toledo, Henriette Rigaut, Mercedes Morales, Tita Carrascosa, Mª Pilar Llamas, Consuelo Seco o Mercedes Villar.
De nuevo, un Vallehermoso enfervorizado dejó bien claro lo absolutamente necesario que era el regreso de las mujeres al atletismo y, tras su regreso definitivo al Campeonato de España celebrado en Montjuic, durante los siguientes años Vallehermoso se convirtió en el más fiel reflejo de su consolidación, debido a que prácticamente todos los primeros campeonatos nacionales absolutos que se celebraron ya con mujeres fueron en el estadio situado junto a la avenida de Islas Filipinas, ya que albergó dichos campeonatos ininterrumpidamente desde 1964 hasta 1972 y luego de forma alterna durante los años 1974, 1976 y 1986. Convertido en el epicentro del regreso de las mujeres al atletismo, toda una generación de pioneras madrileñas hizo suyo aquel estadio, con nombres tan legendarios como Emma Albertos en velocidad, Mª Teresa Castañeda en 400 y 800 metros, Pilar Pardo en lanzamiento de jabalina, Sagrario Aguado sobre todo en salto de altura o las ya citadas Mª Teresa Montes en vallas o Mercedes Morales en altura y longitud.
Con sólo 16 y 17 años, Consuelo Alonso ya estuvo presente en los Campeonatos de España absolutos que se celebraron en Vallehermoso en 1965 y 1966. Quinta y tercera en los 800 metros, respectivamente, todavía recuerda cuánto le impresionó ver el estadio y sentir el impulso de la grada, sobre todo siendo casi todavía una niña que acababa de llegar de León.

Tras una estancia en Colombia donde nunca terminó de adaptarse, en 1969 regresó a Madrid y, al mismo tiempo que se instalaba definitivamente en la capital española y el propio estadio Vallehermoso se vestía con tartán, acabó tercera en los 800 metros del Campeonato de España de ese año por detrás de Coro Fuentes y Belén Azpeitia e inscribió su nombre en los libros de la historia del atletismo español al proclamarse como la primera campeona española de 1.500 metros por delante de Icíar Martínez y Mª Dolores Tasende.
“Lo que me ha gustado siempre han sido los 800 y, sobre todo, los 1.500 metros. En el 1.500 sabes que sales, te colocas, aguantas y en la última vuelta das todo lo que puedas o lo que te quede en ese momento. Dependiendo de con quién corrieras, sabías que tenías que dar el tirón allí, a falta de 500 metros, o aquí, en la recta de contra meta”, indica la veterana atleta que tras dejar su soledad del Educación y Descanso de León militó en el legendario Vallehermoso OJE y después en el Club Universitario de Madrid (CUMM) que con el tiempo pasaría a conocerse como el AMIRA, al tiempo que señala los mismos lugares de la pista del estadio en el que se consagró como una parte de la historia del atletismo español.
“En aquella época, Vallehermoso era una referencia para nosotras, el lugar en el que competíamos aquí en Madrid y mis principales amigas eran Icíar Martínez, que igual que yo también entrenaba con José Manuel Ballesteros, Josefina Salgado, por quién llegué al equipo de Vallehermoso, ya que ella no podía cubrir todo y cuando se centró en los 400 metros dejó un hueco en los 800 y los 1.500 metros, su hermana Aurora Salgado y Emilia Mesa”, continúa relatando la veterana atleta tras terminar sus series y nombrando algunos de los principales nombres de las atletas madrileñas que un día hicieron suyo este estadio, cuando todo estaba aún por inventar.
“La principal característica de este estadio creo que ha sido siempre el ambiente que se generaba”, continúa describiendo la veterana atleta que fue una habitual de los podios de los Campeonatos de España junto a atletas como Carmen Valero, Mª Aranzazu Vega, Coro Fuentes, Encarnación Escudero o Mari Paz Lucas. “Por ejemplo, siempre recuerdo una Universiada que se celebró aquí y que me impresionó muchísimo. Vinimos a ver a nuestra amiga Belén Azpeitia, que ese día estuvo imponente con 2:06, y aún recuerdo el estruendo de esta grada y la animación que había”.
Con el paso de los años, a medida que fue dejando la pista y antes de ser la campeona máster que es hoy, Consuelo Alonso continuó escribiendo una parte de la historia del maratón y el triatlón español, y el nombre de todas aquellas atletas que con el paso de los años han ido escribiendo la historia del atletismo madrileño con Vallehermoso como epicentro se fue completando durante los años setenta y ochenta con otras atletas como Ela Cifuentes, Mª José Martínez Guerrero, Ana Lorenzo, Mercedes Calleja, Mª Luisa Revesado, Carmen Palacios, Carolina de la Reina, Isabel Mozún, Mª Dolores Sancho, Natividad Vizcaino, Teresa Goya, Mª Carmen Díaz, Covadonga Mateos, Estrella Roldán, Gregoria Miranda, Mª Teresa Jiménez, Carmen Fuentes o Isabel Fernández entre tantas otras, antes de que Vallehermoso comenzara a caer poco a poco en el olvido y su posterior reapertura en 2019.
“Realmente, los tiempos cambian y no creo que haya nada que eche de menos de aquellos años, porque yo siempre he sido de vivir el momento – continúa Consuelo Alonso recordando con su vitalidad la de todas aquellas pioneras que tuvieron que inventar todo desde el principio -. Miro hacia atrás y, por supuesto, recuerdo las cosas buenas, pero no volvería nunca al pasado. Siempre miro hacia delante. Hay mucha gente que dice que el tiempo pasa muy rápido y yo siempre estoy pendiente de ver si llega el día siguiente. E incluso a veces parece que tarda mucho en llegar. Siempre he sido así”.
Con el entreno finalizado y la mochila a la espalda, abandonamos la pista verde del que en su día fue el viejo estadio de Vallehermoso y que hoy es un moderno recinto con el mismo espíritu castizo y madrileño de siempre. Atrás quedan los gritos de las niñas y los niños que, sin saberlo, son ellos los que ahora empiezan a escribir otro capítulo de la historia del atletismo español y de este estadio. Pasamos junto al mural de los campeones por el que entran los atletas a la pista. Y cruzamos por debajo del graderío que todavía hoy está en silencio a la espera del próximo Campeonato de Europa de naciones que dentro de un mes volverá a traer a este lugar lo mejor del atletismo del viejo continente.
Ya en la calle, camino del metro, nos giramos una vez más hacia Vallehermoso y Consuelo Alonso, como quien conoce el alma de un lugar, no duda en afirmar cuál es la receta del verdadero secreto de este estadio que, de una manera u otra, siempre ha estado ligado a las raíces del atletismo femenino español y madrileño: “Cuando la gente diga algo del atletismo, diles que este estadio siempre ha estado hasta arriba. Si hay atletismo bueno, la gente viene, ya fueran los años sesenta, los setenta, los ochenta o los que vendrán en el futuro”.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: María Teresa Castañeda, Emma Albertos, Ela Cifuentes, Josefina Salgado, Icíar Martínez, Sagrario Aguado, Isabel Mozún, María José Martínez Guerrero, Pilar Pardo
